Toner, Jerry: Infamia: El crimen en la antigua Roma, Madrid, Desperta Ferro Ediciones, 2020, 246 pp., ISBN: 978-84-120798-8-3.
DOI: http://dx.doi.org/10.5944/etfii.33.20209.27666
Una de las cuestiones que ha generado mayores controversias en el actual panorama historiográfico ha sido la relativa a los delitos y a las condenas acordes a norma que se dieron en la antigua Roma. La ciudad del Tíber estuvo llena de luces y de sombras, y el libro que a continuación reseñamos se centra en estas últimas al presentar un estudio sobre los crímenes, los delitos y sus castigos, y cómo la sociedad romana percibió la justicia de las leyes romanas.
El crimen afectó a todos los individuos independientemente de su condición social. De hecho, incluso el emperador podía comportarse como un auténtico criminal si así lo deseaba. En este sentido, la condición social era la que determinaba la experiencia de un individuo ante un delito. La respuesta por parte de la sociedad romana no consistió sólo en dirigirse a los tribunales, sino a la comunidad local, la religión y los actos de venganza directos.
En realidad, no existió un cuerpo de policía o de vigilancia propiamente dicho. La guardia nocturna de Roma, que contó con unos efectivos que oscilaron entre los 3.500 y los 7.000 hombres, presentó como competencia principal la prevención de incendios y no la lucha contra el crimen. Por otro lado, incluso los soldados parecen haber sido utilizados para aplicar la ley.
Ahora bien, ¿era Roma realmente tan perversa como nos han transmitido algunas fuentes? En Infamia. El crimen en la antigua Roma, Jerry Toner, profesor titular y director de estudios en Clásicas en el Churchill College de la Universidad de Cambridge, realiza una ardua labor de investigación para mostrar cuál fue el verdadero alcance de los delitos y de las condenas en la antigua Roma. Para ello, y como ha hecho ya en otras obras anteriores como en Sesenta millones de romanos, observa el mundo romano desde abajo, es decir, desde una perspectiva novedosa y sugestiva que nos acerca a una realidad más allá de los modos y de las costumbres de las altas esferas de la sociedad romana.
Una de las principales virtudes de la obra, de poco más de doscientas páginas, es su propia estructura interna. A lo largo de diez capítulos agrupados en tres bloques que ofrecen un relato dotado de rigurosidad científica y metodológica que echa por tierra dogmas inválidos y que escapa de academicismos y de consideraciones sólo manejadas por unos pocos, Toner presenta la imputación contra Roma en la primera parte, en la segunda parte analiza lo que sabemos y en la tercera parte emite su veredicto. La parte central del libro es donde se aprecia mayor contenido. A lo largo de varios subapartados se repasan los diferentes delitos que se cometían en el día a día, desde pequeños hurtos a grandes latrocinios, pasando por políticas de terror, diferentes fraudes o delitos contra la moral, y se analizan sus motivaciones, la percepción social, las condenas y las consecuencias.
Roma, que desde su fundación empleó la violencia como teoría de estado, no dudó en ningún momento a la hora de utilizar mecanismos para articularla a lo largo de toda su existencia. En este sentido, Toner analiza los casos de crimen y de violencia desde la leyenda de Rómulo y Remo a la Constitutio Antoniniana de 212, considerada ésta como una ruptura total con la sociedad clásica. Asimismo, nos muestra cómo el cristianismo influyó decididamente en el devenir de ese uso de la violencia en la antigua Roma.
No sólo se examinan qué crímenes cometía la sociedad romana, sino, además, quiénes y por qué. De manera magistral, se ofrecen las claves para que el lector se percate de lo que nos han transmitido las fuentes, en buena medida parciales y partidistas, así como si éstas son o no del todo fiables. A menudo nos encontramos con que buena parte de la información que tenemos fue escrita por una parte de la sociedad, la patricia, por lo que, en consecuencia, se encuentra fuertemente influenciada por su forma de entender la realidad y desdibujada por sus intenciones.
La inseguridad a la hora de entender el crimen en Roma con las fuentes de que disponemos es una costumbre a lo largo del libro. Toner pone énfasis en que en ocasiones apenas contamos con fuentes que nos indiquen qué pensaban los plebeyos, por lo que existe una ausencia relevante y significativa de fuentes para entender a la sociedad romana.
Pese a la ausencia y la parcialidad de las fuentes, se ofrecen una serie de datos que permiten comprender mejor el crimen en la sociedad romana. De esta manera, se evidencia que la sociedad romana entendía muchos delitos y crímenes como agravios colectivos y, como tales, eran castigados en presencia de la sociedad reparando el daño personal y el comunitario -como norma general, era el denunciante el que debía encargarse de muchos de los procesos de una causa, lo que llevaba a algunos a tomarse la justicia por su mano.
Los castigos solían ser ejemplares, argumento que ha sido utilizado como prueba de que los romanos eran especialmente perversos y poco civilizados. Toner entiende que las penas eran, como norma general, tan duras con el único propósito de disuadir a otros posible delincuentes. Los que eran capturados servían como ejemplo de lo que le ocurría a los que pensaran en alterar el orden social.
Los capítulos dedicados a los crímenes de estado son los más notables, pues explican la evolución del equilibrio de poderes entre el pueblo, el Senado y los emperadores, y cómo esta realidad transformó la tipificación de los delitos y creó otros nuevos, que se incluyeron en las leyes para disponer de herramientas con las que afrontar los nuevos y peligrosos tiempos. Asimismo, resulta muy interesante la diferenciación que señala entre el derecho público o penal y el derecho privado o civil.
Las últimas páginas del libro están dedicadas a un capítulo que justifica por sí mismo toda la obra, pues el autor trata de ofrecer una respuesta a modo de conclusión a las preguntas formuladas al comienzo. Realiza, por tanto, una correcta revisión sobre cómo vemos ahora la antigua Roma y cómo la llenamos de significado con nuestras propias proyecciones desde el presente.
Fácil de leer y correctamente estructurado, Infamia. El crimen en la antigua Roma no es sino un interesante relato sobre cómo concebía el crimen la sociedad romana. Un libro que aúna de manera magistral una notable labor de investigación con la alta divulgación y escrito por un especialista en la materia.
El propio autor pone de relieve las evidentes lagunas existentes provocadas por la escasez de muchos tipos de restos y de testimonios. Las leyes romanas son bien conocidas, si bien, y como hemos apuntado, el autor investiga por debajo de esa capa social tan visible, analizando las principales preocupaciones de los romanos a través de sus miedos, sus peticiones a los dioses y autoridades civiles, y también a todos los factores que les permiten cobrar venganza.
Resulta digno de mención los numerosos pasajes a las fuentes clásicas, los análisis de grafitis o de tablillas con maldiciones que las víctimas de robo o de otros delitos solicitaban a hechiceros como recurso para tomar venganza, la bibliografía comentada y el índice analítico. En este sentido, hubiera sido óptimo haber contado con alguna imagen, gráfico, tabla o estadística comentada que abordase algunos de los aspectos tratados en el libro. Asimismo, hubiera sido óptimo que algunas cuestiones del Derecho romano hubieran sido abordadas con mayor profundidad -es posible hacerse una idea de la violencia y del conjunto de actos violentos, delictivos o no, pero no de la respuesta general y normativa de Roma-. Con todo, se trata de una obra que aporta una visión compacta y actualizada sobre el crimen en la antigua Roma.
La imagen que deja Toner en esta obra es la de una sociedad romana en la que el crimen estuvo muy presente, y en la que cada delito tenía su propia solución, si bien no necesariamente la más apropiada.
En síntesis, la mejor virtud de esta obra no es sino poder ofrecer al lector una mirada alternativa del pasado tomando en consideración información sólo manejada por unos pocos. Es decir, ofrecer al lector un análisis accesible en torno al crimen en el Imperio romano retratando a la sociedad romana en toda su complejidad.
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Abstract
La parte central del libro es donde se aprecia mayor contenido. Toner pone énfasis en que en ocasiones apenas contamos con fuentes que nos indiquen qué pensaban los plebeyos, por lo que existe una ausencia relevante y significativa de fuentes para entender a la sociedad romana. Asimismo, hubiera sido óptimo que algunas cuestiones del Derecho romano hubieran sido abordadas con mayor profundidad -es posible hacerse una idea de la violencia y del conjunto de actos violentos, delictivos o no, pero no de la respuesta general y normativa de Roma-.
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