TORRE CURIEL, José Refugio de la y LÓPEZ CASTILLO, Gilberto. Jesuitas y Franciscanos en las fronteras de Nueva España, siglos XVI-XIX. México: Siglo XXI Editores, 2020. 299 p. ISBN: 978-607-8657-39-1.
¿Cuándo escribimos sobre religiosos, en qué aspectos reflexionamos y cuáles características sobresalen en nuestros textos? Es necesario repensar la forma en la que se construye a estos personajes, (pág. 8) ¿Quiénes eran estos religiosos, que, salidos de un mundo peninsular y lejano, contribuyeron a la construcción social de Nueva España? Es importante señalarlos como actores de su propia historia y caracterizar su contexto para entender la historia misional, pues determinaba su forma de acción. Estas son algunas de las ideas que los historiadores, José Refugio de la Torre y Gilberto López Castillo plantean en su obra, su objetivo principal es abordar dos tipos de religiosos de dos órdenes distintas, la Compañía de Jesús y los Franciscanos que, si bien comparten su pasión por cristo y amor al prójimo, su estructura es diversa y colectiva, así como diferente e individual, marcada por la región del septentrión, particularmente para esta obra se analizan los casos específicos de Sinaloa y Xalisco.
Estas dos órdenes compartirán en su lejanía más cosas de las que hasta ahora se habían considerado. Esto es parte de la propuesta de los autores, de igual manera proponen preguntas tales como qué instituciones tenían, cómo eran los prototipos de personajes dedicados al trabajo misional, o cómo los religiosos tomaban sus reglas y las apropiaron a su situación, bajo la normativa de tener que responder ante ciertos parámetros, tanto de su propio margen, así como de la región territorial en donde se encontraban. Separados geográficamente, historias aparentemente aisladas, cuya presencia frente a frente suele ser historiográficamente omitida (pág. 12) muestran conflictos y malentendidos que parecieron repetirse y agravarse en situaciones que apremiaron a los religiosos de ambas órdenes.
José Refugio de la Torre Curiel es doctor en Historia y académico de la Universidad de Guadalajara, sus líneas de investigación comprenden la historia del poblamiento del norte novohispano, historia de la cartografía sobre esta misma región y la historia de los franciscanos en México. A su vez Gilberto López Castillo, es profesor - investigador en el Instituto Nacional de Antropología e Historia, Doctor por la Universidad de Guadalajara y, además, realizó una estancia posdoctoral en el Instituto Universitario Europeo en Florencia, se ha interesado por comprender los procesos de contacto entre sociedades amerindias y europeas o novohispanas.
El libro que ahora nos ocupa versa sobre dos grandes temas interrelacionados; esté se compone de cuatro partes principales, las cuales se dividen en dos ensayos cada una, mediando entre jesuítas y franciscanos, cuatro por cada orden, haciendo ocho artículos en su totalidad. Los autores nos informan desde un inicio que los ensayos han sido previamente publicados por ellos mismos.
La región que se estudió por estos historiadores mexicanos fue el septentrión novohispano, para el caso de los jesuitas se sitúo en parte de Nueva Vizcaya y Sinaloa principalmente, en los siglos XVI-XVII, así mismo existe un apartado para el territorio de Guatemala. En el caso de los hijos de Asís, se analizó la zona de Xalisco, Sonora y Arizona en los siglos XVIII y principios del XIX, en la época de la expulsión jesuita, los franciscanos intentaron retomar los colegios y misiones de los expulsos, sin embargo, tuvieron poco éxito en mantener su alcance.
Para cada caso las fuentes que se usaron fueron variadas, destacando la consulta de varios archivos, como el Archivum Romanum Societatis lesu, el Archivo Franciscano de la Provincia de Michoacán, también la recopilación documental de la Compañía de Jesús: Monumenta Mexicana, así como el notable uso de correspondencia redactada por Jesuitas y el Diario de exploraciones de Fray Francisco Garcés. Además, se hizo uso diversas publicaciones como libros de carácter básico para el tema del septentrión y las órdenes religiosas, los volúmenes de AnzaS California expeditions de Eugene Bolton, entre otras publicaciones especializadas.
Desde la primera parte llamada "Líneas generales de acción se plantea una pregunta interesante, ¿Qué fue la Nueva España para los jesuitas? Los autores consideran que existe un poco o nula visión sobre los mecanismos por los que los jesuitas desarrollaron su labor en el territorio novohispano, pues es de resaltar que las misiones temporales en un momento determinado buscaban evangelizar y pacificar la región norte, logrando que algunas zonas como Guadiana, Sinaloa, y San Luis de la Paz quedaran sólo como residencias y ninguna como colegios, con ello quedaba demostrado cuál era la definición de su campo de acción.
Es de este vacío que ambos historiadores proponen cuestionamientos necesarios para la investigación en este libro, ¿es acaso qué las necesidades del territorio cambiaban la organización que le daban las órdenes a su evangelización misional? ¿El que los jesuitas estuvieran bajo el mando de Roma significó una diferencia particular de su situación?
La expansión de los jesuitas, así como de las otras órdenes fue paulatina. Los asentamientos se dieron en la Ciudad de México como primera etapa, Oaxaca y Pátzcuaro, Tepotzotlán, Valladolid, Puebla y Guadalajara, así como Filipinas en una segunda. El último momento se dio en los establecimientos de Tierra Adentro, desde los últimos años de siglo XVI a los inicios del siglo XVII (pág. 21).
La institucionalización de los establecimientos jesuitas buscaba su consolidación por medio de su labor. Siempre supervisados por instancias y personajes superiores, quienes mandaron lineamientos que la orden tuvo que obedecer y por los cuales debió ser obedecida, con sus propios puntos de vista, tuvo las particularidades de su región.
Esto se manifiesta con el caso presentado desde tres diferentes fuentes, una de ellas es sobre el general jesuita Claudio Acquaviva, a través de él sabemos que la búsqueda de una mejor atención a los territorios de misión fue constante. El apartado nos pone en evidencia la comunicación que tenía la administración jesuítica con sus prelados, Acquaviva fue un intermediario con los problemas de las misiones y sus superiores. Aun así, las condiciones del territorio limitaban las formas en las que se podía enviar ayuda. Zonas como Sinaloa, Guadiana y Zacatecas, eran las que recibían trato especial desde Roma, pues las misiones más alejadas y difíciles fueron siempre campos de trabajo, y de responsabilidad para la orden sobre todo las de misión permanente.
El siguiente ensayo de esta primera parte corresponde a los franciscanos, y aunque la idea de esta primera parte es la de constatar la labor de ambas órdenes, el escrito publicado originalmente en el 2008, transita el siglo XVIII al siglo XIX cortando un poco la continuidad del primero. En este se analiza la zona de Xalisco, en los primeros años del México independiente, los franciscanos utilizaron su capacidad de convocatoria y su disponibilidad de recursos pues esto definía sus espacios conforme a las funciones de los autores y constructores de la nueva "realidad nacional". (pág. 82) El discurso franciscano se basó en principios bíblicos para el México independiente, afirmación que causa curiosidad. La orden estaba alejada de lo político, pues se decía sólo se interesaban en lo espiritual, esto hizo parecer que no les afectaba el movimiento y se mantenían al margen de la situación.
Es interesante que Refugio de la Torre mencioné a la orden franciscana como partícipe de un movimiento producto de una coyuntura histórica que involucró a la Iglesia con lo civil y la sociedad, pero que no tomó una conciencia política, manteniendo sólo una concordancia respecto a la autoridad a la que le tenían respeto, que, a diferencia de los jesuítas, era a la corona.
"Trayectorias individuales de acción", es el título de la segunda parte, López Castillo aborda el caso de Hernando de Villafañe de la Compañía de Jesús, siguiendo el mandato de Claudio Acquaviva, del que se habló en el ensayo anterior, a diferencia del primer artículo, este matiza sobre las comodidades que algunos jesuitas buscaban cuando venían a Nueva España, tratando de ejercer desde el ámbito de lo intelectual. La búsqueda de la fundación, y creación de colegios parecía un objetivo primordial, tanto como las misiones, aunque no fuera exitoso en muchos casos. Fue característico de los jesuitas, así como de los franciscanos, el trabajo que hicieron como padres lengua en sus pueblos de indios, siendo un puente de entendimiento y permitiendo ganarse la confianza y respeto de algunos indios para trabajar conjuntamente. Durante estos años una de las peticiones más comunes era que mandaran más sacerdotes a las misiones, tanto por los tormentos naturales que padecían, así como por los continuos levantamientos en los que perecían los frailes.
Y por el lado de los Franciscanos se aborda al fraile Ignacio Villalobos, que vivió en el México independiente, tratando de responder a las cuestiones: ¿qué sucedió con estos personajes durante el movimiento insurgente? ¿Cómo es que el clero novohispano participó durante la guerra de independencia? ¿Se mantendrían los privilegios eclesiásticos y las posiciones de la iglesia? No hay que negar que las percepciones individuales fueron también causa del movimiento insurgente, la sociedad novohispana se encontraba en un momento de temor y angustia por los sucesos ocurridos en España, y con esto se unían también los religiosos, que preocupados porque se rayaba en la blasfemia, debían defender el orden social pues eran instrumentos que lograban "hacer cosas con palabras"1, citando a Javier Villa-Flores, analiza el involucramiento de estos personajes en el movimiento independentista desde el púlpito.
Los historiadores destacan para la tercera parte "Procesos de expansión institucional", documentos pensados por los frailes, intentando plasmar no solo lo que pudieron dilucidar del territorio, sino también sus contextos y experiencias propias, habilidades y capacidades hechas prácticas para entender lo que había más allá del espacio geográfico en el que se encontraban. Podemos también entrever las conversaciones que estos curas mantuvieron con los indios, utilizando cabalmente los saberes de éstos sobre cartografía uniendo los suyos para la composición de su imaginario. Aunado a eso, como lo menciona el propio Gilberto López podemos conocer el progreso del proyecto misional de la compañía de Jesús mediante sus fundaciones en Nueva España y América Central. Hace mención de los triunfos en la fundación de colegios, pero así mismo recalca los fallos, causados por las condiciones locales, permitiendo un aprendizaje posterior para los jesuitas.
En ambos artículos podemos analizar la búsqueda de control, de la separación del norte del territorio frente a los demás. Esta región mantuvo de manera constante el trabajo misional, y esto contrastaba con el sur pues la misión ahí era algo más temporal y urbano. Desde Guatemala se pidió a Roma un grupo de religiosos jesuitas, para que la misión fuera permanente y su expansión pudiera llegar a otras zonas. Después de muchos años de peticiones y dificultades, se aprobó la fundación de un colegio siendo esto benéfico, pues Guatemala era una zona de paso hacia América Central, el Virreinato del Perú y el de Nuevo Reino de Granada.
"Continuidad y cambio en relevos" la cuarta parte del libro, hace hincapié en los sucesos que la historiografía ha mantenido como generales a través de la historia de las misiones en Nueva España, dándole una representación estereotipada a los misioneros dejando de lado los matices de su trabajo. Tanto José Refugio como Gilberto López, tratan de dar forma, y de establecer particularidades, así como debatir más a fondo las identidades de cada grupo evangelizador al norte del territorio.
La vida cotidiana, así como el contexto geográfico en el que se encontraban influenció en el hacer de cada orden, y aunque contaban con sus reglamentos, planes de acción y con una convicción férrea hacia la cristiandad no dejaban de existir "temporalidades" (pág. 253) en las misiones, con los indios y los bienes eclesiásticos que manejaban. Si las misiones fracasaban su labor se vería manchada y por lo tanto debían terminarla, y aunque se desconoce el trabajo de los frailes los primeros años, Gilberto López utiliza el caso particular del personaje que ha ido trabajando en los ensayos anteriores para ejemplificar las dificultades que vivieron los jesuitas.
Así mismo el poco personal existente para el siglo XVI es uno de los frecuentes comentarios y por los que se hacían peticiones. Es conocido el problema al que se enfrentaban los religiosos, siendo esto causa de momentos de silencio en la correspondencia, y haciendo más urgente el ruego de apoyo militar para sustentar el establecimiento de misiones.
El trabajo con los indios, tarea central de los jesuitas, fue un problema para las décadas e incluso siglos subsecuentes. Y la labor fue relegada por temporadas, sobre todo en las revueltas que nos menciona Gilberto López. Se recalca el trabajo excepcional por parte del colegio de Sinaloa centro neurálgico para las misiones de la zona pues con las condiciones geográficas y los males existentes, no debió ser tarea sencilla. Existía además una transformación religiosa en los frailes, década tras década, las perspectivas de cada orden se fueron tergiversando por las características de cada región, la identidad en cada lugar fraguó diferencias que se fueron haciendo evidentes, así como los desintereses de los que llegaban, nuevos frentes franciscanos a las misiones.
Para los misioneros franciscanos, la expulsión de los jesuitas fue un momento de quiebre en el que tuvieron que enfrentarse a misiones que nunca habían tenido a su cargo. Siempre con la continuidad del mismo objetivo que se tenía desde las primeras décadas, expandir el imperio español y mejorar su interacción con los indios para permitir una estabilidad en las regiones donde hubiera misiones. Ya que al igual que en otras zonas la presencia de los frailes traía ventajas sobre los desgraciados indios, no obstante, a diferencia de los expulsos, los franciscanos sólo se veían como encargados del ámbito espiritual y no de los problemas políticos. Las tareas misionales se fueron relegando mientras el siglo XVIII iba entrando, las ideas de liberación y reforma cuestionaban a los misioneros, su participación menguaba en el ámbito político y espiritual. Dando un declive en las misiones de Sonora.
El libro que comentamos en esta ocasión, es un ejemplo de investigaciones historiográficas que se necesitan a la hora de buscar nuevas perspectivas de temas ya tratados por muchos historiadores, se plantean preguntas que pudieran ser utilizadas en otras indagaciones del mismo tenor. El hilo conductor que se observa mediante los artículos es particular, pues los siglos transcurren de un momento a otro, pero con información para inferir lo que va sucediendo a través del tiempo. Este tipo de movimiento temporal es valioso nos hace pensar en escalas más simples pero complicadas sin perdernos.
La publicación termina sin una deseada conclusión, que se siente necesaria a manera de explicarnos mejor el proceso que siguen los autores para la comparación y contraste de ambas órdenes que rastrean por toda la región del septentrión. Es comprensible el no querer compararlas con base en medidas cuantitativas o cualitativas y que se haga un estudio que las siga de manera paralela a través del tiempo, pues cada una respondió como mejor pudo ante su contexto, pero no basta con enunciar sus habilidades ante su labor evangelizadora y posterior de pacificadora.
Aunque los ensayos presentados tratan sus temas de manera excelsa, en esa conclusión final hubiera bastado un toque de debate sobre la labor jesuita frente a la franciscana que teniendo diferentes tipos de acercamiento con los indígenas vivieron momentos de tensión de manera individual ante lo desconocido, y al mismo tiempo sus soluciones fueron similares haciendo reflexionar acerca de las necesidades que como órdenes tenían una frente a la otra. Incluso para el siglo XVIII discutir sobre el papel de ambas órdenes se vuelve relevante, pues la expulsión de la Compañía de Jesús fue en gran medida significativo para sus congéneres, aunque éstos tenían al mismo tiempo sus conflictos internos. Es necesario que la información que nos brindan se reinterprete tomando en cuenta a los personajes históricos que construyeron Nueva España, así como replantear nuevas interpretaciones a la historiografía tradicional cuando se habla de misioneros.
Diana Sarahi Rojas Poot2
Universidad Nacional Autónoma de México
1 VILLA-FLORES, Javier. Dangeorus speech. A social history of blasphemy in colonial Mexico. Tucson: University of Arizona Press, 2006, p. 7.
2 Esta reseña fue elaborada gracias al Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) IN402021, "Iglesia, Ilustración y educación en Nueva España y primeros años del México independiente".
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© 2022. This work is published under https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/es/ (the “License”). Notwithstanding the ProQuest Terms and Conditions, you may use this content in accordance with the terms of the License.
Abstract
Estas son algunas de las ideas que los historiadores, José Refugio de la Torre y Gilberto López Castillo plantean en su obra, su objetivo principal es abordar dos tipos de religiosos de dos órdenes distintas, la Compañía de Jesús y los Franciscanos que, si bien comparten su pasión por cristo y amor al prójimo, su estructura es diversa y colectiva, así como diferente e individual, marcada por la región del septentrión, particularmente para esta obra se analizan los casos específicos de Sinaloa y Xalisco. Esto es parte de la propuesta de los autores, de igual manera proponen preguntas tales como qué instituciones tenían, cómo eran los prototipos de personajes dedicados al trabajo misional, o cómo los religiosos tomaban sus reglas y las apropiaron a su situación, bajo la normativa de tener que responder ante ciertos parámetros, tanto de su propio margen, así como de la región territorial en donde se encontraban. El libro que ahora nos ocupa versa sobre dos grandes temas interrelacionados; esté se compone de cuatro partes principales, las cuales se dividen en dos ensayos cada una, mediando entre jesuítas y franciscanos, cuatro por cada orden, haciendo ocho artículos en su totalidad. En el caso de los hijos de Asís, se analizó la zona de Xalisco, Sonora y Arizona en los siglos XVIII y principios del XIX, en la época de la expulsión jesuita, los franciscanos intentaron retomar los colegios y misiones de los expulsos, sin embargo, tuvieron poco éxito en mantener su alcance.
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