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La calle blanca David Huerta Ediciones Era, México, 2006, 120 pp.
Al margen de sus méritos intrínsecos, La calle blanca afianza en su búsqueda la peculiaridad de una voz poética que dialoga con el mundo interior y la realidad exterior, con el acontecer intelectual, físico y emotivo del sujeto, y la estela de accidentes y fenómenos que suceden más allá de los límites individuales. Pero David Huerta no plantea dicha coyuntura en términos dicotómicos; su propuesta, en todo caso, intenta nombrar la contradanza que sostienen la insularidad de la persona y las epifanías del entorno a través de un espectro de matices, pulsiones y gradaciones que conlleva una revaloración de los detalles y movimientos que conforman el cuadro poético.
Por ende, la poética de Huerta se fonda, en buena medida, en la observación y sus recursos. Los tres apartados que integran La calle blanca lo constatan: Albor de cúmulo, Textos en el iris, Niebla en la retina. El rótulo del libro, que describe las cualidades del sustantivo...