Martín D'Alessandro y Gabriela Ippolito-O'Donnell (coords.). La Ciencia Política de Guillermo O'Donnell. Buenos Aires: eudeba, 2015. 344 pp. ISBN: 978-950-23-2450-0.
El libro La Ciencia Política de Guillermo O'Donnell es una obra que sabe combinar inteligencia y emotividad. Así mismo, llega en un momento pertinente para las ciencias sociales (la Ciencia Política, en particular) con especial atención en América Latina, pero que, desde luego, la contribución de O'Donnell no se limita a este conjunto de países. Este libro nos invita a reflexionar, en palabras de Byung-Chul (2015. El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse. Barcelona: Herder), sobre la recuperación de la «capacidad contemplativa» (p. 162) en las personas ante el «animal laborans» que rebaja al ser humano (p. 132). La contribución de O'Donnell a la Ciencia Política ha trascendido y deja un legado que seguirá influyendo en las formas de pensar el estudio del poder bajo criterios serios y rigurosos pese a las extendidas narrativas en el mundo contemporáneo que se orientan e insisten en desacreditar lo público y a la política en tanto una acción digna y constitutiva de la vida social (pública y privada).
Para Gabriela Ippolito-O'Donnell este libro «condensa las preocupaciones constantes de Guillermo a lo largo de cuatro décadas de trabajo académico: las desaventuras de la democracia, los horrores del autoritarismo de Estado, las esperanzas generadas por la transición y las perspectivas democráticas en toda América Latina» (p. 326). El libro logra un intenso y sentido dialogo a propósito de la obra de O'Donnell entre sus colegas y alumnos. Los autores que la conforman han desarrollado, en cada capítulo, la evolución de las líneas de investigación que O'Donnell incorporó a la Ciencia Política; de manera más específica cada uno de ellos expone las contribuciones en la teoría y en la metodología a la disciplina además de, con amenas anécdotas, dejan ver al profesor y amigo con el que compartieron y discutieron sus conocimientos y aprendieron de sus enseñanzas tanto dentro como fuera de las aulas.
El libro consta de 16 capítulos, donde uno de ellos es una entrevista a O'Donnell donde relata, entre otras cosas, la historia de su vida intelectual y su incorporación no lineal al mundo académico; al final el libro cuenta con una coda escrita por Gabriela Ippolito-O'Donnell. Los capítulos han sido elaborados por colegas, pupilos y, posiblemente, todos amigos de este politólogo argentino. Entre otros, están Gianfranco Pasquino, Philippe Schmitter, Scott Mainwaring, Juan E. Méndez y Oswaldo Iazzetta. El hilo orientador del libro, al ser la contribución de Guillermo O'Donnell a la Ciencia Política, se estructuró a partir de diferentes obras, individuales y colectivas, de las que él fue autor. En este sentido, el libro ofrece las evoluciones, los debates, las críticas, los orígenes y los contextos desde donde O'Donnell reflexionó y teorizó sobre el Estado y régimen burocrático autoritario, las transiciones, la democracia y la accountability.
De acuerdo con D'Alessandro, la contribución de la obra de O'Donnell a la Ciencia Política se condensa con la siguiente frase: «Democratizar el Estado, institucionalizar la democracia y profundizar la ciudadanía» (p. 241). Para la co-coordinadora del libro, la Ciencia Política de Guillermo O'Donnell se caracteriza por ser innovadora, rigurosa en la metodología y por su relevancia (pp. 326-329). Para Abal Medina, O'Donnell trabajó permanentemente los grandes temas de la Ciencia Política: «el poder, la igualdad, la democracia y el Estado» (p. 10). Para Vargas la potencia de la obra de O'Donnell se reconoce por mostrar la «profunda imbricación entre democracia, democratización y calidad de la democracia» (p. 189). El cuestionamiento a la teoría de la modernización, la dependencia de los países latinoamericanos, el estudio del Estado burocrático autoritario son, para Pasquino, la mayor contribución de O'Donnell a la disciplina. El politólogo italiano dice que O'Donnell basó su análisis en tres grandes conceptos socioculturales: «nación, pueblo y ciudadanía» (p. 67). Así mismo, destaca que trabajó intensamente la conexión entre ciudadanía, identidad y participación (p. 68). Para Oszlak, el trabajo de O'Donnell se caracterizó por su profunda observación a la tensa relación entre Estado y sociedad en la que no es ni el Estado ni la sociedad en sí mismos, sino su conjunción y una ambigüedad engañosa, lo que le preocupaba. Esto, junto a un especial interés por Argentina (p. 223). Para Schmitter la agenda de investigación de O'Donnell aportó a la Ciencia Política temas tan relevantes como la creación del concepto de democracia delegativa; fueron notables sus esfuerzos por teorizar desde la periferia; reconocer la incertidumbre de los puntos de llegada de las transiciones; la distinción entre democracias consolidadas y transicionales y la capacidad de éstas para la formación de gobiernos estables (p. 91). Por su parte, Mainwaring destaca dos temas que definen la evolución de su trabajo. Por un lado, el impacto negativo de las desigualdades económicas y sociales sobre las instituciones representativas y una accountability débil, y los déficits de accountability horizontal y de representación con ciudadanías de baja intensidad, deficiencias estatales, prácticas patrimonialistas y desigualdades sociales (p. 125).
Todas estas diversas, amplias y profundas discusiones, a propósito de la contribución de Guillermo O'Donnell a la Ciencia Política, dan contenido a este excelente libro que permite acercarse a la obra de este politólogo que dejó un importante legado con su último libro. Por ello, es pertinente una mención especial a la obra Democracia, Agencia y Estado. Teoría con intención comparativa sobre la que D'Alessandro dice que no es sólo un libro póstumo, sino el cierre de «toda su incomparable trayectoria intelectual» (p. 241). Por su parte, Ippolito-O'Donnell afirma que el libro deja un nuevo paradigma al proponer repensar «la definición del régimen democrático y sus dimensiones centrales a partir del concepto del ciudadano-agente» y, de esta manera, «expandir el significado de la democracia» (p. 332). Las preocupaciones de Guillermo O'Donnell en este libro reflejan su preocupación por el avance sustancial en las nuevas democracias, especialmente, las de América Latina, y que, contrariamente a las expectativas, no están funcionando ni arrojan los resultados esperados. De ahí que, también, el libro se ocupe de temáticas tan relevantes como «la situación de pobreza de vastos sectores de la población latinoamericana, la imposibilidad del Estado de hacer regir la ley en todo su territorio, su articulación con los rincones menos democráticos del régimen político y la concomitante limitación a los seres humanos en su dignidad de ciudadanos y agentes» (D'Alessandro, p. 242). Así, también analiza la discrecionalidad del poder en las democracias latinoamericanas, el decisionismo y el cortoplacismo de una política que no busca democratizar al Estado ni construye una ciudadanía-agencia capaz e interesada en intervenir políticamente a partir de sus derechos (p. 244).
O'Donnell no concibió el poder como algo negativo que hay que padecer, sino que lo reconoce como un medio necesario para la transformación de las realidades que se observan y analizan. Para comprender mejor esta idea recurrimos a las palabras de O'Donnell sobre la política y la disciplina que la estudia como objeto central. Para él, «El estudio de la política es básicamente una disciplina humanista que con mucho gusto debería aceptar la diversidad y evadir el reduccionismo» (p. 320). En este sentido, esta disciplina debe «transgredir las fronteras disciplinarias» (p. 321) pues «no se comprende la realidad adoptando una mirada ingenua de lo aparente» (p. 319). Por ello, hay que tener cuidado con las «modas académicas y las relaciones de poder (pues) tienden a sesgar hacia dónde observar» (p. 321). Así que, hay que reconocer que «la política es fundamentalmente una cuestión de lucha y conflicto» (p. 320) y tener presente que «las relaciones de poder asimétricas son constitutivas de la mayoría de las realidades sociales» (p. 322). En este sentido, la Ciencia Política se enfrenta a un mundo donde «los ganadores siempre negarán que éstas sean relaciones de poder (pues) esto es lo que siempre hacen los ganadores. Parte de su ideología es sostener que el modo en el que nos relacionamos no es resultado del poder sino de la cooperación o la interdependencia» (p. 322). Estos son retos delicados y complejos para el estudio del poder y, por ello, el «cómo conceptualizar y medir el poder es uno de los problemas más angustiantes en la Ciencia Política» (p. 322).
Decíamos que el libro La Ciencia Política de Guillermo O'Donnell cuenta con un contenido emotivo que vale la pena tener presente y ser consciente de ello en el actual mundo de las ciencias sociales. Las expresiones de colegas, alumnos y amigos sobre el profesor O'Donnell permiten desacralizar a la eminencia intelectual y fortalecen el respeto y la admiración de la persona que está dedicada al conocimiento y le apasiona su transmisión. Algo que, desafortunadamente, está poco arraigado en muchos espacios académicos y que inhibe una mejor formación de científicos sociales interesados por saber y compartir en el mundo contemporáneo. Por ello, los dichos de los autores respecto a O'Donnell ilustran una comunidad científica ávida de saber, apasionada por comprender y amable para compartir. Esto nos remite a las palabras de Ralph Darhendorf en su libro La libertad a prueba. Los intelectuales frente a la tentación totalitaria (2009. Madrid: Editorial Trotta) cuando apela a la «razón apasionada» ante las «pasiones irracionales» que amenazan «con conquistar el campo del debate público» (p. 85).
Algunos autores, como Ippolito-O'Donnell, destacan su voz y mirada crítica ante teorías y concepciones de lo político que «reducen la democracia a un simple régimen de gobierno» (p. 327) o recuerdan, como Abal Medina, cómo «desconfiaba» de aquellas miradas que buscan invisibilizar la «dimensión conflictiva y contenciosa» que constituye el fenómeno político (p. 10). Para este autor, O'Donnell planteó constantemente que la teoría debía orientar la mirada del politólogo, pero lo suficiente para no cegarse por ella (p. 10). Esto lo confirma Vargas cuando señala que O'Donnell rechazó esas evaluaciones de la calidad de la democracia que se sustentan en «listas arbitrarias de atributos normativamente deseables» (p. 189).
Guillermo O'Donnell, de acuerdo a la síntesis que hace Abal Medina (p. 31), fue una especie de «faro orientador»; enseñó a «utilizar a los clásicos como cajas de herramientas para diseccionar las categorías de su época». Podría vérsele como un «maestro relojero» con una «didáctica envidiable». O'Donnell fue tanto «un teórico del Estado y de la democracia» como un «meticuloso metodólogo» y «precursor regional de la política comparada». Las siguientes palabras del propio O'Donnell permiten conocerlo mejor respecto a su propio sentir en la academia: «Siempre me he considerado un artesano y pienso que se necesitan diferentes herramientas e instrumentos dependiendo de si está trabajando en madera o en mármol [...] son absurdas las pretensiones de que una única metodología pueda ofrecer la respuesta a todo» (p. 323). Bajo esta perspectiva, este politólogo argentino ha enseñado a quienes han tenido la posibilidad de leerlo detenidamente, a enfrentar el mundo de las ideas a través de «una actitud que muestre el estar dispuesto a escuchar argumentos críticos y aprender de la experiencia» (Dahrendorf, 2009: 81).
Antonio Alejo Jaime
International Institute of Social Studies. Erasmus of Rotterdam University FLACSO-España
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Copyright Ediciones Universidad de Salamanca Aug 2016
Abstract
Decíamos que el libro La Ciencia Política de Guillermo O'Donnell cuenta con un contenido emotivo que vale la pena tener presente y ser consciente de ello en el actual mundo de las ciencias sociales.
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