Scott MAINWARING, Ana María BEJARANO y Eduardo PIZARRO (eds.). La crisis de la representación democrática en los países andinos. Bogotá: Norma, 2008. 520 pp. ISBN 978-958-45-0748-8.
La situación política actual de los países andinos, caracterizada por la inestabilidad política, la desconfianza en las instituciones políticas y el descrédito de los mecanismos y actores que están dentro del juego democrático, se traduce en la crisis de representación democrática en la región. Partiendo de esta premisa, los autores se preguntan por qué la representación política no logra funcionar específicamente en el área andina. Con el análisis comparado y a través del estudio de casos específicos, los autores tratan de responder este interrogante precisando que el concepto de representación se centra en la «relación mediante la cual los votantes autorizan a los representantes a gobernar», definición que se convierte en el hilo conductor de la obra y a la vez uno de sus principales aportes.
Desde esta perspectiva, Mainwaring, Bejarano y Pizarro explican en el primer capítulo la dificultad de operacionalizar el concepto de crisis de representación democrática y más desde la política comparada. Para superar este obstáculo, identifican dos dimensiones del concepto, que también son abordadas por los demás autores en los capítulos siguientes. La primera, relacionada con actitudes subjetivas de los ciudadanos, comprende las percepciones de los ciudadanos frente a la función de la representación, es decir, el grado de satisfacción que tienen sobre la labor y el desempeño de sus representantes políticos, que es medida a través de la confianza en los agentes de representación. La segunda, dimensión relacionada con actitudes objetivas de los ciudadanos, básicamente su comportamiento electoral, medido a través de la volatilidad electoral, que en casos extremos propició el derrumbe o colapso de sus sistemas de partidos, segundo indicador objetivo de la crisis de representación. Asimismo, la preferencia por candidatos presidenciales outsiders y la participación electoral se convierten en otros indicadores objetivos para medir la insatisfacción con las instituciones representativas y, por ende, la crisis de representación.
Por otra parte, los autores tienen en cuenta la dimensión ideológico-programática como insumo para entender la crisis; allí donde los ciudadanos no se encuentren satisfechos con la representación democrática, sus vínculos programáticos serán débiles. No obstante, reconocen las limitaciones que algunos de estos indicadores pueden presentar, debido a las reglas institucionales adoptadas en cada país y a las lealtades políticas y partidistas de los ciudadanos, respectivamente, visibilizando la importancia de estudiar otras formas de representación o vínculo entre ciudadanos y partidos, como lo es el clientelismo, el personalismo y la lealtad o tradición. Esto sin alejarse de su idea principal de que la crisis es de «los canales políticos institucionalizados». Finalmente mencionan la importancia de un fenómeno característico en los países andinos, como lo es la regionalización de la representación.
Después de hacer este análisis comparado los autores abren la puerta hacia la discusión de los distintos casos y factores explicativos de la crisis de representación democrática, dividida en tres grandes partes. La primera, que analiza los sistemas de partidos y la aparición de outsiders políticos, como principal explicación a la crisis; la segunda, que aborda la relación entre la descentralización y la representación democrática; y la tercera, en la que se tratan temas como la movilización y política popular y su importancia en la representación, dando paso a la última parte del libro en donde a manera de conclusión se hace un análisis general de la región andina.
Martín Tanaka es el encargado en el capítulo dos de iniciar el análisis de los sistemas de partidos en Perú y Venezuela, sustentando que la crisis de los partidos tradicionales y, en su caso extremo, el colapso de los sistemas de partidos, se convierten en un factor determinante de la crisis de representación. Tanto el manejo de la política macroeconómica y de la amenaza insurgente, como el fuerte fraccionamiento y polarización de las fuerzas políticas, significaron el descenso de apoyo político a las fuerzas políticas hasta ese momento institucionalizadas y el posterior derrumbe del sistema de partidos, factores que fueron catalizadores para el ascenso de líderes outsiders como Fujimori en el Perú y Chávez en Venezuela, respectivamente.
En esta misma línea, Eduardo Pizarro en su capítulo tres, «Gigantes con pies de barro», identifica factores institucionales como el sistema electoral y la designación de los candidatos como los principales causantes de la personalización y la particularización de la representación política en Colombia. Ahondando sobre la llamada guerra de los residuos ocasionada por la fórmula Hare y la boleta electoral, en la que se favorecía la repartición indiscriminada de avales, sostiene que en Colombia existe una fuerte competencia intrapartidaria entre distintas facciones políticas que, sumada a la regionalización de la representación, repercute directamente en el desempeño del Congreso.
Siguiendo con el argumento de la regionalización, Simón Pachano hace un análisis del caso ecuatoriano, en el que argumenta que los partidos políticos han utilizado a la regionalización como estrategia para sobrevivir y adaptarse al medio ambiente a través de la creación de vínculos que buscan la captación de grupos específicos de votantes. El autor desarrolla la idea de que son factores institucionales los que determinan las formas de representación, sosteniendo que estas últimas no son las causantes del mal desempeño institucional. En este sentido argumenta que si bien la regionalización responde a factores políticos (clivaje regional), también se presenta ante la incapacidad del andamiaje institucional para expresarlas y manejarlas.
Finalmente, René Mayorga en el capítulo cinco afirma que la aparición de políticos outsiders es el principal rasgo del populismo contemporáneo (neopopulismo), así como también consecuencia de la crisis de gobernabilidad y la declinación y fractura de los sistemas de partidos. A través de un enfoque histórico-institucional, hace un análisis de por qué surgen los populismos en Bolivia, Perú y Venezuela. Las variables institucionales al ser consideradas como producto de las decisiones adoptadas por un determinado actor dan especial importancia al liderazgo de los políticos y su carácter eminentemente plebiscitario. Al mismo tiempo, alude a la categoría de régimen semidemocrático y a la politización de los movimientos indígenas en Bolivia, para explicar la crisis en Venezuela y Perú. El gran reto para las democracias en los países andinos según Mayorga, al igual que para los autores predecesores, es recuperar la gobernabilidad democrática en la región.
La segunda parte del libro comienza con el capítulo de Katheen O'Neill que trata el tema de la descentralización y su impacto sobre la representación en los países andinos. Teóricamente se espera que los procesos de descentralización contribuyan a una mayor profundización de la democracia, sin embargo, los resultados políticos de la descentralización fueron ambivalentes, incluso dentro de un mismo país y en determinados momentos de tiempo. Después de analizar la participación electoral, la opinión de los ciudadanos, las estrategias de los partidos políticos para mantener su poder e influencia en los distintos niveles territoriales y las trayectorias de los candidatos presidenciales después de la implementación de las políticas descentralizadoras, la autora encuentra que la descentralización no tuvo un papel determinante en la crisis de representación, pero tampoco ha contribuido al mejoramiento de la democracia.
Por su parte, Brian Crisp aborda el impacto de las reformas constitucionales sobre la representación. Comparando la dimensión intrapartidaria (incentivos institucionales para la organización de los partidos políticos) e interpartidaria (relación entre bancadas partidistas dentro del Congreso) antes y después de las reformas llevadas a cabo en la región, concluye que los diseños institucionales de la región, con tendencia hiperrepresentativa, poco cambiaron después de sus reformas constitucionales siendo ineficaces al no encontrar un equilibrio entre la representación partidaria, si se quiere programática, la representación local y personal, y, por ende, en la satisfacción ciudadana.
La tercera parte se inicia con un estudio dedicado a la movilización popular, en donde Daniel Levine y Catalina Romero analizan desde una perspectiva cualitativa el auge y el ocaso de los movimientos populares, especialmente en la época de Fujimori en el Perú y de Chávez en Venezuela. Basados en el concepto de empoderamiento (empowermet), explican la evolución de los movimientos populares deteniéndose en su relación con el problema de representación, develando la debilidad del concepto y su alcance político. Al revisar las experiencias, concluyen que si bien el empoderamiento posibilita la creación y consolidación de vínculos solidarios y organizativos que dan vía a la acción, éstos no encuentran puntos de convergencia con los espacios y formas de acción propias del poder político e institucional característicos de la representación. Asimismo, argumentan que dichos movimientos encontraron su debilitamiento y ocaso por el desempoderamiento alentado por la crisis económica y el estancamiento político, que no permitió una participación constante de los líderes populares.
Con un análisis de la representación política indígena institucionalizada en Perú, Ecuador y Bolivia, Deborah Yashar hace un recorrido por la lucha de los movimientos indígenas, en donde la búsqueda de una identidad de grupo, la construcción de una agenda política propia y la definición de un espacio institucional se han convertido en los principales problemas para la consolidación de la representación indígena en estos países. Sin embargo, resalta que en medio de este ambiente de crisis generalizado, precisamente han sido las políticas étnicas las que han significado cierto adelanto en materia de representación, pues la ampliación del sufragio, las circunscripciones especiales, la autonomía indígena, sumadas a otros aspectos como la descentralización, han sido elementos claves en el éxito de los movimientos indígenas, aunque con un gran obstáculo: la debilidad del Estado para implementar las políticas que fueron producto de las luchas realizadas por dichos movimientos.
La parte final del libro, a cargo de Scott Mainwaring, se dedica a comprender las causas de la crisis de representación en los países andinos. La desconfianza en las instituciones, partidos y legislaturas es la principal muestra de ello. La deficiencia estatal es una de las dos grandes causas encontradas por el autor, en la medida que las funciones básicas atribuidas al Estado no son cumplidas a cabalidad. Los problemas de inseguridad tanto económica como personal, corrupción, impunidad, entre otros, influyen directamente en la desconfianza institucional. Por otra parte, la vulnerabilidad de las instituciones en un contexto mediático contribuye notablemente en la opinión ciudadana. Aquí la construcción de la opinión ciudadana se encuentra mediada por una fuerte competencia política en donde la mediatización del fracaso de los rivales juega un papel clave, mucho más en países como los andinos, en donde son varios grupos quienes han logrado entrar en la competencia política. No obstante y para finalizar, Mainwaring reconoce que después de los procesos de democratización hubo una expansión de la representación y consecuentemente de la ciudadanía, tanto en la apertura de espacios para la representación ciudadana, como en la oferta de opciones políticas y partidarias.
En general, esta obra se convierte en un aporte importante a la literatura existente sobre la región andina, algo escasa en estudios comparados y en dedicación a las especificidades de la región. El abordaje de un tema tan importante como actual como lo es la crisis de representación, de la que se habla constantemente, pero que a la hora de ser explicada resulta ser compleja y difícilmente operacionalizada, es tratado con éxito por los autores dando un gran aporte no sólo a los estudios del área andina, sino a los de América Latina en general.
Nadia Jimena PÉREZ GUEVARA
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