Según la Organización Mundiae la Salud (2018), la obesidad va a convertirse en la gran pandemia del siglo XXI. Según esta organización la obesidad se ha casi triplicado en todo el mundesde 1975, ya en 2016, más de 1900 millones de adultos de 18 o más años tenían sobrepeso, de los cuales, más de 650 millones eran obesos; igualmente informa que la mayoría de la población mundial vive en países donde el sobrepeso y la obesidad se cobran más vidas de personas que la insuficiencia ponderal. A esto hay que sumarle el heche que la prevalencia de la obesidad infantil es actualmente muy elevada en todo el mundo (Alba-Martín, 2016; Baile, 2007; Karnik y Kanekar, 2012), lo que hace temer futuras generaciones de adultos obesos, dado que está constatado que presentar obesidad en la infancia incrementa el riesge padecerla en etapas evolutivas posteriores (Albañil et al., 2011).
La obesidad es una enfermedad asociada a una condición física, el excese grasa corporal, que conlleva importantes consecuencias no solo para la salud física (Moreno et al., 2000) sino también para la psíquica (Baile y González, 2011). En la sociedad actual, donde la delgadez constituye una cualidad personal positiva, los individuos con sobrepeso u obesidad sufren rechazo social, cuya interiorización incrementa la insatisfacción corporal y merma la autoestima (Fernández et al., 2019; Puhl y Heuer, 2010). Además del impacto en la calidae vida de las personas que presentan sobrepeso u obesidad, últimamente se ha pueste manifiesto el importante efecto que estas condiciones poseen en los costes sanitarios que deberán asumirse por los sistemas públicos y privados de salud para atender a millones de afectados, tanto a la hora de tratar la propia obesidad comas numerosas enfermedades asociadas (Olivia et al., 2008). Por ejemplo, en Estados Unidos se estimaba que el coste de la atención de los problemas sanitarios asociados a la obesidad constituía ya entonces el 1% de su producto interior bruto (Serrano, 2009).
Ante tamaño reto sanitario a nivel mundial, todos los profesionales de la salud están llamados a aportar su punte vista relativo a los aspectos etiológicos, la propuesta de acciones preventivas, así como terapéuticas. Entre estos profesionales, los psicólogos han tenido, y deben seguir teniendo, un papel fundamental. El presente trabajo tiene combjetivos revisar el papee la psicología en la intervención de la obesidad, realizando un breve recorrido histórico, analizando aquellas propuestas de intervención terapéutica con mayor aval empírico en la actualidad a partir de un análisis de las aportaciones de las investigaciones en la última década y describiendas principales características de las mismas.
Definición, evaluación y diagnóstice la obesidad
La obesidad se define como un excese grasa corporal en relación a ciertos límites, expresados en porcentaje de pesel tejido grase un individuo, frente a su peso total. Tal y como recoge Moreno et al. (2000), un hombre presenta obesidad si su masa grasa supera el 25% de su peso corporal; en el case las mujeres, se considera obesidad si se supera el 32% del mismo. Sin embargo, dada la dificultad para estimar con precisión la masa grasa de una persona, el indicador más utilizado para valorar el sobrepes la obesidad suele ser el índice de masa corporal (IMC), el cual se obtiene dividiendo el peso en kilogramos de un individuo entre su altura en metros al cuadrado. Si tenemos en cuenta dicho indicador, se ha llegado a un consenso en la comunidad científica (Rubio et al., 2007), en estimar que una persona presentará sobrepeso si su IMC se encuentra entre 24.9 y 29.9, y obesidad, si este es igua superior a 30.
La evaluación de la obesidad requiere la valoración de diferentes aspectos. Por una parte, los antropométricos, que proporcionarán una estimación de la situación corporal y la inclusión del individuentre una u otra de las siguientes categorías: infrapeso, normopeso, sobrepeso u obesidad. Por otra parte, los hábitos alimentarios, de actividad física o sueño de quienes presentan esta enfermedad, entre otras áreas. Asimismo, en su valoración es imprescindible conocer las consecuencias psicosociales de la obesidad en el individuo, como el impato en sus relaciones sociales. Todos estos aspectos permitirán establecer un análisis funcionaerigen y el mantenimiente la misma. Igualmente, se considera necesaria la evaluación de los trastornos concomitantes, tantiomédicos como psicológicos.
Respecte su diagnóstico, es importante indicar que, si bien la obesidad es una enfermedad que puede ser diagnosticada como tal según la Clasificación Internacionae Enfermedades de la Organización Mundiae la Salud (10ª ed.; CIE-10; Organización Mundiae la Salud, 2010), la cual recoge cinco subtipos de obesidad, paradójicamente, no está considerada un trastorno psicológic mental, ni tampoco un trastornel comportamiento alimentario, según el Manuae Diagnóstice Enfermedades Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (5ª ed.; DSM-5; American Psychiatric Association, 2013), a pesar del importante componente psicológico implicado en la etiología y mantenimiente gran parte de los casos de obesidad.
Origen y evolución de la aproximación psicológica a la obesidad
No es hasta la segunda mitael siglo XX cuandos profesionales de la salud comienzan a preocuparse por el tratamiente la obesidad, condición física que en épocas pasadas no solo no era concebido como un problema de salud, sino que incluso se consideraba una manifestación de vitalidad, bienestar u opulencia. En concreto, los psicólogos han intervenido tradicionalmente tratandas comorbilidades de índole psicológica asociadas a la obesidad, trabajanda baja autoestima, la insatisfacción corpora la ansiedad, entre otros aspectos. Sin embargo, ha sido menos patente su intervención sobre la obesidad en sí misma combjetivo prioritarie la terapia. El afianzamiente las terapias conductuales, cognitivas y cognitivo-conductuales a large las décadas de los años 50 y 60 del siglo XX diugar a que un grupe psicólogos plantearan el tratamiente la obesidad mediante técnicas psicológicas exclusivamente, dandugar al nacimiente la terapia psicológica de la obesidad como rama específica de la psicoterapia. En este sentido, es necesario resaltar que cuando se sugiere a una persona llevar a cabo una dieta, lo que se le está proponiendo es realizar un cambie hábitos o conductas, en este caso, en relación a su alimentación, lo cual podría decirse que es una prescripción psicológica, dado que la modificación de conducta es una de las áreas específicas dentre la psicología. Esta matización es importante para reclamar, como psicológicas, muchas propuestas de intervención en casos de obesidad que históricamente se han venido realizandesde otras especialidades, incluso en aquellos casos en los que solo se incluía como plan de tratamiento seguir una determinada dieta.
En los años sesenta, Stuart (1967) fue une los primeros autores que publicaron un estudio referente a la intervención psicológica de enfoque conductual; en éste, ocho pacientes con obesidad consiguieron disminuir su peso tras un añe tratamiento con dicha terapia. El planteamientásicel tratamiento conductual se fundamenta en que la obesidad es un desajuste de hábitos, los cuales son aprendidos por el individuo a large su historia vital y, son promovidos y mantenidos, tanto por sus circunstancias como por las propias consecuencias que conllevan, como sucede con cualquier otra conducta. Desde esta perspectiva, la terapia tiene combjetivo reeducar en dichos hábitos, trabajando con el sujeto y su contexto.
Pronto se detectó que el enfoque meramente conductual, dirigido fundamentalmente al controe la alimentación, era insuficiente, sobre todo a la hora de mantener los logros obtenidos o trabajar con ciertos individuos considerados “resistentes” a los tratamientos. Por este motivo, el modelo conductual fue enriqueciéndose con elementos procedentes del enfoque cognitivo y biológico, como por ejemplo, con la asunción de que existen tendencias genéticas que moldean ciertos fenotipos propensos a la obesidad, que hace que algunos sujetos sean especialmente resistentes a la reducción del peso mediante la mera modificación de hábitos. Todo ello ha dadugar a un modelo cognitivo-conductuae tratamiente la obesidad que entiende la necesidae que otros profesionales también intervengan desde un planteamiento multidisciplinar. Foster, Markis y Bailer (2005) analizaron en detalle cómo se ha ido configurando históricamente dicho enfoque cognitivo-conductual. En los años 90 del siglo XX ya existían programas estandarizados de intervención desde este paradigma, por ejemplo ee Marcus (1993). En la actualidad, sabemos que el tratamiente la obesidaesde este enfoque cognitivo-conductual es eficaz, como han recogidiferentes autores como Amigo (2013) o Wadden et al. (2005); estos últimos analizaron 42 trabajos de investigación publicados entre 1974 y 2002, ofreciendo un interesante resumen de las características de estas intervenciones psicológicas en cuanto a duración, pérdida de peso conseguida, grade abandono, etc. Por ejemplo, observaron que la pérdida de peso promedio fue mejorando con el tiempo conforme los tratamientos se fueron enriqueciendo, de modo que en los últimos estudios dicha cifra se acercaba a 10,7 kg, frente a los 3,8 kg de los estudios llevados a cabo en 1974. Quizá ese aumente pérdida de peso esté relacionado con la cada vez mayor duración de los programas de intervención cognitivo-conductual, que pasaron de un promedie 8,4 semanas a 31,4.
¿Tratamiento psicológico, farmacológic cirugía bariátrica?;
Dado que en la actualidad se dispone de diferentes modalidades de tratamiento eficaces para combatir la obesidad, la intervención psicológica, la farmacoterapia y la cirugía bariátrica, se plantea la cuestión de cuáebe ser el tratamiente elección. Existe cierto consenso entre los especialistas, por un lado, en reservar las intervenciones farmacológicas y la cirugía para los casos más graves o resistentes; y por otro, en plantar la modificación de hábitos y del estile vida, que debería establecerse siempre desde un enfoque psicoterapéutico, como elemento común en todos los casos, y como tratamiento único en aquellos menos graves.
Mitchell y Cook (2005) recomiendan seguir las siguientes pautas a la hora de elegir el tratamiento más adecuado en un case sobrepeso u obesidad:
- Para casos de sobrepeso propone el tratamiento psicológico (modificación de hábitos, terapia conductual). Solo si un sujeto presenta sobrepese nivel II (IMC: 27-29.9) y trastornos biomédicos asociados, podría plantearse una aproximación farmacológica.
- Para casos de obesidad sugiere llevar a cabo un tratamiento psicológico y valorar el farmacológico en todos los casos. Asimismo, recomienda la cirugía bariátrica en casos de obesidad mórbida (IMC > 40) y obesidad tipo II (IMC: 35-39.9), si existen enfermedades comórbidas. De hecho, en la elección de la cirugía bariátrica suelen tenerse en cuenta, además del criterie IMC, otros criterios biomédicos y psicológicos específicos (Rubio et al., 2004).
Nbstante, todo planteamientebe ajustarse siempre a la idiosincrasia del paciente, a sus singularidades. En función de las características del caso, pueden no seguirse estas recomendaciones a la hora de seleccionar la modalidae tratamiento, e incluso puede emplearse una que suele reservarse para casos más graves, por ejemplo, cuando ha fracasado reiteradamente el tratamiento que le correspondía por sus características individuales. Esta sugerencia de flexibilidad en la elección del tratamiento es compartida por autores como Wadden y Osei (2002).
Intervención psicológica de la obesidad en la actualidad.
En los últimos años, se ha constatado que el enfoque cognitivo-conductual sigue siendo el tratamiente referencia en las intervenciones psicológicas de la obesidad, aunque existen trabajos que ponen de manifiesto sus limitaciones, tal y como puede comprobarse en la tabla 1, que recoge los principales estudios procedentes de la revisión de investigaciones publicadas entre 2010-2019 que se ha llevado a cabo en este trabajo.
El tratamiento cognitivo-conductual empleado en todos los estudios analizados suele centrarse fundamentalmente en promover hábitos saludables de alimentación y actividad física. Los resultados indican que este tipe intervención no solo reduce el peso u otras variables antropométricas, como el IMC, la masa grasa a relación cadera-cintura (Miri et al., 2019), sino que también mejora aspectos de índole psicológica, como una mayor autoeficacia (Baños et al., 2019) o eienestar psicológico (Roth et al., 2011), psicosociales, así como aquellos vinculados directamente con la salud, coma percepción de la calidae vida (Weinreich et al., 2017). Algunos programas psicológicos no emplean la terapia cognitivo-conductual sintro tipe intervenciones, coma terapia de aceptación y compromiso, si bien suelen incluir técnicas de modificación de hábitos, propias de la intervención conductual, comas empleadas en el estudie Tronieri et al. (2019), en el que se observaron mejorías en el pese los pacientes pero también cambios a nivel cognitivo y psicosocial.
Respecte la modalidae tratamiento más eficaz, estudios recientes parecen constatar que la de tipo grupal no permite mantener los resultados en mayor medida que la terapia individual sola (Berk et al., 2018). Por otrado, parece que el emplee las nuevas tecnologías podría mejorar la eficacia de la terapia cognitivo-conductual (Baños et al., 2019); incluso el simple registro electrónice la actividad física y la alimentación aumentan la eficacia de la intervención respecte los tradicionales registros en papel (Oliver et al., 2013).
Varios estudios han analizado el papee la intervención psicológica dentre un tratamiento multidisciplinar para tratar la obesidad. Parece unánime el acuerdo respecte los beneficios que conlleva dicha intervención en comparación con los tratamientos que na incluyen, no solo en relación a la mayor pérdida de peso (McLean et al., 2016), sino a otros aspectos, por ejemplo, mejoranda calidae vida de los pacientes (Freitas et al., 2007).
Respectel mantenimiente los resultados en relación a la pérdida de peso, parece que la intervención cognitivo-conductual es una terapia eficaz para mantener los logros durante al menos medio año (Madjd et al., 2019). Nbstante, cuando se llevan a cabo seguimientos al cabe varios años, el nivee eficacia de los programas cognitivo-conductuales no parece ser muy elevado, ni superior a otras modalidades de intervención, comos programas de autoayuda (Cooper et al., 2010).
Tabla 1
Investigaciones sobre intervención psicológica de la obesidad realizados de 2010 a 2019
La intervención cognitivo-conductuae la obesidad
A continuación, se resumen las características y modalidades de intervención cognitivo-conductual con mayor aval empírico en la actualidad a la hora de tratar casos de obesidad.
El tratamiento cognitivo-conductuae la obesidad no tiene un protocolo cerrado que deba aplicarse sistemáticamente a todos los pacientes, si algo caracteriza a este enfoque es la flexibilidad y adaptabilidad al caso concreto. Nbstante, quienes lo emplean suelen seguir en el proceso terapéuticas siguientes etapas, las mismas que ante cualquier otro trastorno clínic de la salud: evaluación/diagnóstico, análisis funcional, establecimiente objetivos, aplicación de las técnicas de tratamiento, prevención de recaídas y seguimiento (Baile, 2011). Asimismo, la experiencia de varias décadas en el tratamiente la obesidad ha permitidetectar ciertas áreas sobre las que intervenir, así como aquellas técnicas que resultan más eficaces y efectivas y, por ende, recomendables. En la tabla 2 se muestran los componentes específicos propuestos por diferentes autores para el tratamiente la obesidaesde el enfoque cognitivo-conductual.
Tabla 2
Componentes de un programa de intervención cognitivo-conductuae la obesidad, según diversos autores
Como puede deducirse de las propuestas incluidas en dicha tabla, las áreas habituales de tratamiento en obesidad se dirigen a los hábitos saludables (de alimentación y de actividad física) y a las variables cognitivas y sociales relacionadas con las conductas alteradas. En cuanto a las técnicas empleadas, estas son las habituales en este paradigma, destacando especialmente los autorregistros, las técnicas de controe contingencias, las técnicas de control estimular, el entrenamiento en resolución de problemas, la ruptura de cadenas conductuales y el entrenamiento en habilidades sociales, entre otras. La literatura científica actual nos proporciona descripciones detalladas que permiten aplicar con precisión dichas técnicas, comas de Gavino (2009) abrador (2009), en castellano.
Wadden y Osei (2002) recogieron las siguientes características de la terapia cognitivo-conductual que la literatura relaciona con una mayor eficacia en ebjetive pérdida de peso:
Protocolo grupal e individuae intervención psicológica de la obesidad
A continuación, se exponen dos protocolos de intervención psicológica cognitivo-conductuae la obesidad, uno grupal y otro individual. Como ejemplo paradigmátice una intervención en formato grupal se recomienda la propuesta por Vera (1998), la cual se dirige a personas con sobrepeso u obesidad sin comorbilidades psicológicas importantes, a quienes se les haya recomendado una pérdida de peso menor de veinte kilos. El programa está previsto para grupos de no más de veinte sujetos y cuenta con la participación de dos terapeutas. Se estima que tiene una duración de doce sesiones. Los objetivos y estrategias que se van trabajando en cada sesión se exponen, muy sucintamente, a continuación:
Para la exposición de un tratamiento individual recogemos la propuesta de Baile y González (2013b), que plantea sesiones clásicas individuales de terapia, las cuales se realizan de forma semanal al principio y más espaciadas en la parte finael tratamiento. Se proponen 20 sesiones a desarrollar a large unos 6-7 meses, si bien esta pauta debe interpretarse con mucha flexibilidad para adaptarse a la idiosincrasia del paciente. El enfoque es multidisciplinar, entendiendo que el psicólogebe trabajar conjuntamente con, al menos, el médico genera especialista en endocrinología, así como con el nutricionista. La intervención se divide en las siguientes cuatro fases: 1) evaluación pre-tratamiento; 2) elaboración del análisis funcional y establecimiente objetivos de terapia; 3) tratamiento; y 4) finalización y seguimiento. A mode resumen, en la tabla 3 se indican los objetivos a trabajar en cada una de las sesiones.
Tabla 3
Objetivos del programa de intervención individual cognitivo-conductual para la obesidad propuesto por Baile y González (2013b)
Retos en la intervención psicológica en obesidad
Son varios los retos a los que debe enfrentarse la intervención psicológica de la obesidad, algunos consustanciales a todas las aproximaciones de intervención en casos de obesidad, y otros específicos de la disciplina psicológica. Al igual que sucede en otros tratamientos de la obesidad, la terapia psicológica debe lograr cambios en el comportamientel individuuchando contra un contexto hostil y contradictorio, que promueve y facilita conductas obesogénicas; por tanto, la motivación para el cambio y las dificultades de intervención son mayores en comparación con otros problemas de salud. También comparte con otros tratamientos la dificultae mantener los logros obtenidos; de hecho, un número elevade pacientes que reciben terapia psicológica conductua farmacológica, recuperan todo el peso perdido a los pocos años de finalizar el tratamiento, alcanzando cifras del 50% según algunos autores (Devlin, Goldfein, Carino y Wolk, 2000; Kramer, Jeffery, Forster y Snell, 1989; Wadden, Sternberg, Letizia, Stunkard y Foster, 1989). Esto ha llevado a entender la obesidad como una enfermedad crónica, como podría ser la diabetes, que quizá requiera de una intervención de por vida. Dicha perspectiva debe ser integrada por la psicología de la salud para dar una respuesta terapéutica realista (Baile, 2019).
Entre los retos específicos de la intervención psicológica de la obesidad se encuentra, por una parte, terminar de perfilar los protocolos de intervención, depurando qué objetivos son cruciales en el tratamiento y qué técnicas son las que mayor evidencia o aval empírico presentan, al existir pocos trabajos de revisión y resultados contradictorios al respecto; por otra parte, es necesariilucidar qué modalidae intervención (solo psicológica, combinada con otros tratamientos o ninguna psicológica) resulta más adecuada a cada tipe paciente en función de su edad, grade sobrepeso u obesidad, así comtras características bio-psico-sociales; por último, otro contratiempo habitual es la presencia de comportamientos “compulsivos”, pues muchos pacientes refieren episodios de atracones, en algunos casos, incluso cumplen todos los criterios para poder diagnosticar el trastorno por atracón (Baile, 2014; Yanovski, 2003). Este hecho convierte la intervención de la obesidad en una terapia de un trastornel comportamiento alimentario, con las dificultades singulares que ello conlleva. De hecho, hasta la fecha no está claramente definido un protocole intervención en obesidad cuando existe un trastorno por atracón comórbido.
Prevención de las recaídas y el aumente peso
El problema de las recaídas, y la consiguiente recuperación de peso, se sigue observando en alguna de las investigaciones revisadas, como el Cooper et al. (2010), lo cual hace cuestionar algunos de los planteamientos de las intervenciones psicológicas. Por una parte, esta la duda de si las estrategias de intervención están bien planteadas, dado que muchos trabajos se dirigen exclusivamente a proporcionar información sobre nutrición o actividad física, lo cual tiene un importante impacto inicial en el pesel paciente, pero no se dirigen a realizar modificaciones estables en los hábitos saludables de alimentación y ejercicio, que sí generarían no solo un impacto inicial, sino también cambios más permanentes en la reducción del peso. Por otra parte, existen intervenciones que tienen objetivos de reducción de peso excesivamente exigentes, asociados a alcanzar el peso considerado ideal por el paciente, o aquel sugerido por estándares estéticos, cuando reducciones no tan elevadas, derden del 10%, serían suficientes para mejorar los parámetros saludables y, respecto a lo que nos ocupa, constituiría un peso mucho más fácie mantener en el tiempo.
Para mejorar el mantenimiente los logros se han propuestiversas estrategias; por ejemplo, Garaulet y Perez de Heredia (2010) apuntan las siguientes tras llevar a cabo una revisión de diferentes investigaciones: establecer sistemas de alimentación controlados varias veces a la semana, ser cautos en el establecimiente los objetivos a alcanzar (proponiendo metas realistas), desarrollar programas de mantenimiento específicos (alarganda fase de seguimiento, haciendo use Internet, promoviendo mayor actividad física…) y aplicar nuevos enfoques procedentes de la terapia cognitiva de la obesidad, comos de Cooper y Fairburn (2001).
Conclusiones
La intervención de la obesidad es, y va a seguir siendo, une los grandes retos de los profesionales de la salud. La propagación de esta pandemia a nivel mundial es un hecho que ya preocupa a gobiernos e instituciones internacionales coma OMS. Por ello, es crucial que la Psicología comisciplina reclame su papel en el afrontamiento y solución de este problema.
Desde hace unas décadas, los psicólogos ya no se dedican exclusivamente a tratar los trastornos psicológicos comórbidos que acompañan a los pacientes con sobrepeso u obesidad, sino que han propuesto estrategias de intervención para el tratamiento específice ambos. La justificación de este avance es clara, pues la obesidad en prácticamente la mayoría de los casos está producida y mantenida por una descompensación de hábitos y, por tanto, reconducir dicha situación pasa por modificar estos. La disciplina que tiene entre sus objetivos analizar y modificar conductas es la psicología, la cuaispone de herramientas claramente validadas para conseguir que un paciente inicie conductas nuevas, modifique la intensida frecuencia de otras, o elimine aquellas que se consideran inadecuadas o nocivas para un individuo. Por ello, el psicólogo es un elemento clave en el tratamiente la obesidad, y en muchos casos, debería incluso ser el central. Que los psicólogos sean profesionales de referencia en el tratamiente un trastorno asociado al comportamiento alimentario, y que otros profesionales realicen tareas complementarias, es algo que diversos investigadores en el campe los trastornos del comportamiento alimentario ya han venido reclamando, como ha quedado patente en las palabras del experto en la materia F. G. Fairburn en relación a la bulimia nerviosa, tal y como recoge Raich (2011). Asimismo, en el campe la prevención, la psicología también tiene larga experiencia en eesarrolle programas de promoción de la salud, por lo que debería ser tenida en cuenta en la elaboración de estrategias preventivas de la obesidad, campo en el que ya se han realizado propuestas interesantes al respecto, por ejemplo, en el ámbite la obesidad infantil (Aguilar et al., 2011; Vela et al., 2009).
Con objete analizar el papee la psicología en la intervención de la obesidad, en este trabajo se ha realizado una revisión de las investigaciones al respectlevadas a cabo en la última década. De la misma se puede concluir que el enfoque más utilizado en las intervenciones psicológicas en obesidad es el enfoque cognitivo-conductual, si bien autores como Volery, Bonnemain, Latino, Ourrad y Perroud (2015) han comprobada utilidae otros enfoques, coma hipnosis y la atención plena, que se proponen para el maneje las emociones y el estrés relacionadas con la obesidad; la terapia EMDR (desensibilización y reprocesamientel movimientcular) la cual parece mejor que otros tipos de terapias si está involucrado el síndrome de estrés postraumático; y la terapia familiar, que puede estar indicada cuando el entorno sociofamiliar se ve afectado.
Los estudios son, en general, coincidentes en hallar eficacia de las intervenciones psicológicas, tanto para reducir el peso como para conseguir mantener los resultados, aunque es en este último aspectonde los resultados son menos unánimes y se encuentran discrepancias entre los trabajos, como reflejan los estudios de Berk et al. (2018) y Cooper et al. (2010). Tal y como se ha apuntado, la falta de inclusión de estrategias específicas para la prevención de recaídas en los programas de tratamient perseguir un objetive peso excesivamente exigente, podrían subyacer a la recuperación del pes la alta tasas de recaídas.
Nbstante, resulta difícil realizar comparaciones entre las distintas investigaciones analizadas que permitan obtener conclusiones comunes, dado que no existe una homogeneidad en su metodología ni en la forma de comunicar los resultados. Así, las principales limitaciones encontradas a la hora de analizar los estudios revisados fueron las siguientes: no siempre se define claramente qué tipe intervención psicológica se ha realizado con los pacientes, ni cuáles de las múltiples técnicas que incluye la terapia cognitivo-conductual se han utilizado exactamente en cada estudio. Por otrado, los objetivos de tratamiento no son siempre los mismos; en unos casos se busca la modificación de hábitos, en otros la psicoeducación, en otros cambios en el pes IMC, etc. Por último, señalar que las muestras varían también de manera significativa de unos estudios a otros, tanto en edad (de muestra infantil a adulta) como en tipología, pues el nivee severidae la obesidad es diferente, empleándose incluso muestras de centros de internamiento. Todo ello complica de manera significativa la generalización de los resultados.
En este artículo se ha pueste manifiesto que la terapia psicológica de la obesidad tiene ya cierta trayectoria histórica, dispone de estudios sobre su eficacia y ha sido capaz de elaborar programas de intervención, más o menos sistemáticos, tanto en formato grupal como individual. Ellebe sustentar la exigencia reclamada por los psicólogos previamente apuntada acerca de que la psicología debe ser tenida en cuenta en el tratamiente la obesidad. Nbstante, también se han destacados retos que le quedan a esta disciplina por afrontar en la consecución de este objetivo, al igual que les sucede a otras disciplinas del ámbite la salud, algunos metodológicos, como puede ser la depuración y concreción de los protocolos de intervención, y otros teóricos, como puede ser la progresiva asunción de la obesidad como una enfermedad crónica y lo que la misma conlleva.
Con objete obtener datos más contundentes, y con utilidad práctica, de las investigaciones sobre intervenciones psicológicas en obesidad, sería recomendable un consenso entre la comunidad científica sobre cuáles son los objetivos específicos que deben trabajarse (si una reducción de pes una mejora de hábitos, por ejemplo) o el protocolase tanto para la fase de intervención coma de seguimiento y prevención de caídas.
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Universidad a Distancia de Madrid, España
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Abstract
La obesidad es uno de los grandes problemas de salud en la actualidad, que afecta a millones de personas a lo largo de todo el mundo, lo que obliga a todos los profesionales de la salud a trabajar en su prevención y tratamiento. El papel de los psicólogos en la intervención de la obesidad ha sido tradicionalmente el tratamiento de las alteraciones psicológicas comórbidas, con las que suele cursar. Sin embargo, desde hace más de cuatro décadas, existen intervenciones psicológicas específicas para la obesidad, fundamentalmente desde una perspectiva cognitivo-conductual, las cuales no están aún muy extendidas. Este trabajo revisa la breve historia de la aproximación psicológica de la obesidad, analiza las evidencias empíricas que sustentan a los distintos programas de tratamiento, recopila cuáles son los componentes típicos de los enfoques cognitivo-conductuales, incluyendo varios protocolos de intervención, y pone en evidencia los retos que todavía le quedan a la psicología en la intervención de esta enfermedad.