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Durante 1969 en México ya se podía advertir que la literatura sobre la juventud escrita desde la juventud misma era un fenómeno significativo e inédito. Era distinto a que escritores maduros recreasen sus años adolescentes, pues por muy talentosamente que lo hicieran para ellos esa etapa de la vida era lejana y había un filtro que distanciaba o incluso degradaba la autenticidad al evocarla. Hay quienes dicen que nadie se resiste a contar sus primeros años, el paraíso perdido, cuando se acerca o se vive la vejez.
Pero otros han narrado su juventud cuando ellos mismos eran jóvenes. Son pocos, pero son. Hasta donde sé, los precedentes de esto fueron los franceses de las décadas de 1920 y 1930, Raymond Radiguet, Alain Fournier y otros ahijados de Rimbaud. En Estados Unidos, Mark Twain escribió sobre la primera adolescencia, pero él ya era un autor maduro; en cambio, Scott Fitzgerald y J. D. Salinger dieron grandes novelas de la juventud siendo jóvenes ellos mismos, pero fueron casos aislados y en tiempos distintos. En Inglaterra estuvieron los angry young men, pero ya no eran tan jovencitos como David Benedictus cuando publicó You're a big boy now; Rusia tuvo a Lermontov y de Alemania sólo conozco el caso de Goethe y Werther. Seguramente hay otros en distintos lugares y tiempos, pero mi incultura es tanta que presumo de ella. En todo caso, el tema de los jóvenes escrito por la juventud misma no es común en ninguna parte.
En México fue un fenómeno distinto al de Francia, ya que ser joven en los años sesenta era todo un complejo cultural que nunca antes se había dado y que tuvo hondas repercusiones sociopolíticas; por ejemplo, nadie pone en duda actualmente que esa literatura juvenil anunció, preparó y dio forma al movimiento estudiantil de 1968, parteaguas en la historia del país. Por razones semejantes la literatura sobre la juventud escrita por jóvenes apareció poco después en Latinoamérica, especialmente en Cuba (Reynaldo Arenas, Jesús Díaz), Chile (Antonio Skármeta), Argentina (Néstor Sánchez, Héctor Libertella) y Colombia (Andrés Caycedo). En Perú está, naturalmente, Mario Vargas Llosa con La ciudad y los perros (1963), una novela con personajes jóvenes pero cuyo tema no es la juventud y el rito de iniciación a la madurez,...