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La palabra rumba se identifica con los términos afroamericanos tumba, tambo, macumba, cuya significación es alegría colectiva. Género cantable y bailable de origen bantú-congo, con el tiempo, la rumba asimiló elementos musicales lucumí y carabalí, así como la influencia hispana presente en los giros melódicos y en los modelos de rima de sus cantos.
Según ha apuntado el etnólogo cubano Argeliers León, "la rumba es una fiesta en la que se representa lo que en un sector de la población queda de los elementos culturales que convergen a través de sus propios integrantes, en una profunda situación de cambios de relaciones sociales, quebrándose las funciones originales, lo que lleva a su carácter profano".
Por tanto, ese ritmo no es una réplica de los bailes rituales africanos, ni de la copla española. Es una versión de esos elementos originales, una nueva expresión de los sectores marginados de la sociedad colonial y neocolonial cubana, que se traduce en los cantos de guaguancó, crónicas fieles de lo cotidiano, y en la mímica del bailador de columbia, quien en ocasiones juega de manos con el machete para representar al cortador de caña de aquellas zonas de explotación azucarera donde se manifestó esa modalidad de la rumba.
Si mucho antes de la abolición formal de la esclavitud (década de 1880) se tocaba rumba en los barracones de negros y en los "bailes de tambor" autorizados por los amos, la práctica de ese ritmo a principios del siglo XX gestó coros o agrupaciones en diversos barrios de La Habana y Matanzas, lo que convirtió la rumba guaguancó en una música estrictamente urbana.
Hoy por hoy, decantadas otras subdivisiones, el complejo de la rumba mantiene vigentes tres modalidades: el yambú, la Columbia y el guaguancó.
Desde sus albores, la rumba se improvisó en cualquier lugar: en el cuarto de un solar, en la calle, en la guardarraya o trillo de la plantación cañera. Siempre que existiera el espacio justo para formar un círculo o valla de espectadores-participantes, se bailaba rumba. Entonces, a falta de tambores se utilizaban tableros de escaparates, una puerta, el fondo de un taburete, cucharas y sartenes. Un cajón de madera vuelto a ensamblar a gusto de sus ejecutantes, daba el sonido grave de la tumbadora, y las cajas...