Resumen
Este artículo se refiere al periódico satírico El Bateo, el cual circuló en Medellín entre 1907 y 1957; se ofrece una caracterización de su discurso y un breve análisis de su sátira política y de las costumbres. Este periódico cobra relevancia no sólo como una fuente valiosa, y poco explotada, para el estudio de la historia política y social de Medellín, sino como un producto cultural que merece ser analizado en su contexto. Adicionalmente, El Bateo se erige como un nuevo tipo de prensa satírica, diferenciada de la decimonónica, pues le retira el derecho de exclusividad a la política, para incursionar en la sátira de las costumbres y en las trivialidades humorísticas. La profusa publicación de caricaturas le brindó, además, la posibilidad de llegar a un público amplio, incluso analfabeta.
Palabras clave: Medellín, prensa satírica, El Bateo, sátira política, caricaturas, sátira de las costumbres.
Abstract
This article is about the satirical newspaper El Bateo, which was published in Medellín between 1907 and 1957; here it is provided a description of its speech and a brief analysis of its political satire and customs. This newspaper acquires importance not only as a valuable resource, and little exploited, for the social and political history study of Medellin, but as a cultural product that is worthful to be analyzed in its context. In addition, El Bateo becomes a new kind of satirical press, different in19th century, because it undermines the exclusive right to politics, for entering into the customs satire and humorous trite remarks. Furthermore, the extensive publication of caricatures gave the newspaper the possibility of reaching a wide public, even illiterate
Key words: Medellín, satirical press, El Bateo, political satire, caricatures, customs satire.
Introducción
La prensa ha sido considerada por los historiadores como una fuente valiosa para el estudio de las sociedades. Con la reiteración de las opiniones y la crítica, es transmisora y formadora de ideología; a la vez, su carácter informativo da cuenta de la vida cotidiana y las costumbres. De igual modo, el ejercicio periodístico cambia a través del tiempo, influenciado por las transformaciones sociales y políticas, haciéndose posible abordar la prensa como objeto de estudio. A lo largo del siglo XIX y principios del XX, la prensa desempeñó un papel fundamental como herramienta de propaganda política y como escenario de las contiendas partidistas. Los periódicos satíricos en particular fueron una de las formas más mordaces de oposición, ridiculizando al rival a través de la caricatura y de un lenguaje irónico y sencillo, donde se combinaba las expresiones cultas con las populares.
En el Medellín de principios del siglo XX, la actividad periodística fue prolífica1. Los cambios socioeconómicos por los que atravesaba la ciudad contribuyeron no sólo a la producción de un mayor número de impresos, sino a la adopción de un nuevo estilo. Medellín empezaba a urbanizarse al calor del comercio y de la industrialización. Los periódicos pudieron independizarse de las subvenciones de los partidos, gracias a la demanda de los comerciantes para anunciar sus productos. Al mismo tiempo, el público lector se hizo más amplio y diverso. Medellín era el centro cultural, económico y administrativo del departamento. Como centro administrativo, albergó oficinistas alfabetizados, entre los que se contaron mujeres. Los obreros, por su parte, incursionaron también en el público letrado; incluso se publicaron periódicos destinados a los trabajadores, como El Obrero Católico. Ante un nuevo público, los periódicos tuvieron que aplicar nuevas estrategias. La gran prensa empezó a adoptar un carácter informativo y la prensa satírica dejó de ser instrumento exclusivo del poder político.
Los periódicos satíricos solían ser efímeros. Los publicados en Medellín, a diferencia de El Bateo (1907-1957), no vivieron más de un año. Entre ellos figuraron El Cometa (1853), La Lechuza (1875), El Gato Negro (1897), El Gato Cebado (1897), El Morrongo (1909), Medellín Cómico (1920-1921) y Sancho Panza (1923-1924). Ricardo Donoso en su investigación titulada La sátira política en Chile, publicada en 1950, aduce que una de las razones por las cuales los impresos satíricos solían ser efímeros era su dependencia de las circunstancias políticas y las contiendas electorales. Cuando se alcanzaba el poder ya no tenía sentido seguir imprimiendo sátiras contra el gobierno. Si por el contrario era el adversario el que ganaba, la censura era aplicada con todo su peso sobre los periódicos satíricos de oposición2.
Medellín Cómico3, Sancho Panza y El Bateo pertenecieron a una nueva generación de la prensa satírica, que trascendió los debates partidistas para abordar otros asuntos, entre ellos la crítica de las costumbres. Estos periódicos utilizaron profusamente la caricatura y aplicaron una moderna estrategia comercial: los concursos de crónicas, chascarrillos y dibujos, donde los lectores tenían oportunidad de publicar sus creaciones, al tiempo que recibían una libra esterlina para la mejor crónica y chascarrillo, y dos libras para el mejor dibujo. Además del estilo, estos tres impresos tuvieron en común algunos de sus más importantes colaboradores. Augusto Duque Bernal, Marco T. Venegas y Tulio Villalobos, quienes colaboraron con Medellín Cómico y Sancho Panza, participaron más tarde en El Bateo: Duque como redactor, Villalobos como colaborador esporádico y Venegas como director, después de la muerte de Enrique Castro en 1936.
Las particularidades de la prensa satírica han atraído a algunos estudiosos. En Latinoamérica, el trabajo ya aludido de Ricardo Donoso ha sido pionero en la investigación sobre estos periódicos, al lado de Contribución a la historia de la sátira política en el Uruguay: 1897-1904, un estudio de Alfonso Cerda Catalán publicado en 1965. La tesis de Andrea Matallana titulada Humor y política: Un estudio comparativo de tres publicaciones de humor político, publicada en 1999, pertenece a un grupo de trabajos más recientes sobre textos satíricos4. En Colombia, la prensa satírica producida durante el período de la Regeneración (1878-1898)5 ha despertado el interés de investigadores que ven en estos textos una nueva forma de interpretar la historia política del siglo XIX6. En cuanto a El Bateo en particular, el artículo de Luis Fernando Pérez Gallego, "El Bateo: un periódico antioqueño de sátira política, 1907-1957" publicado en el año 2000 por la revista Historia y Sociedad, es una referencia imprescindible para el análisis de dicho periódico. Pérez menciona las etapas de El Bateo, sus principales caricaturistas y algunos personajes e instituciones que fueron objeto de sus sátiras7. En el presente artículo, se ofrece una nueva aproximación a este periódico, abordando no sólo su sátira política, sino también su sátira de las costumbres.
Características de El Bateo
Enrique Castro fundó El Bateo en 1907 después de dirigir La Luneta (1906), una revista ocupada de los artistas y los eventos teatrales de la ciudad, anexa al periódico Amigo del País. Los caricaturistas Efraín de la Cruz y Miguel Ángel del Río, quien firmaba con el seudónimo de Mar, fueron la mano de derecha de Castro en la fundación de este impreso. En sus primeras ediciones, los responsables de esta publicación se esforzaron por darle una imagen de revista literaria y artística. No obstante, el impreso sufrió el veto de la Iglesia Católica en 1908, levantándolo más tarde, con la condición de que no publicara escritos que ofendieran la religión, la moral y las buenas costumbres8. Continuó imprimiéndose hasta noviembre de 1910, cuando atravesó por una larga interrupción de doce años, regresando en 1922. Un año después, cerró nuevamente, víctima de la quiebra, dando fin a su primera etapa, caracterizada por la censura, las interrupciones y los vaivenes de un estilo indefinido.
El Bateo regresó en 1926 dando inicio a la que podría considerarse su "etapa de esplendor". Entre 1926 y 1939 el impreso afinó su sátira a través de la combinación entre texto e imagen. Durante estos años las caricaturas adquirieron un mayor protagonismo; incluso en 1928, este periódico adoptó el nombre de El Bateo Ilustrado, a raíz de una mayor publicación de imágenes, aunque más tarde, volvió a su título original de El Bateo, pues la crisis económica lo obligó a reducirlas. En estos años, el discurso de esta publicación estuvo más unificado: el editorial, los versos y la caricatura de la primera página solían corresponder a un tema definido. Incluso este tema se extendía a varios números, cuando el impreso realizaba campañas en pro o en contra de algún asunto de interés público.
A partir de 1940, los contenidos de El Bateo se tornaron más dispersos, el editorial en prosa desapareció, para dar cabida a versos de distintos colaboradores y las caricaturas entraron en una notable decadencia. Muestra de ello es que se traían a colación caricaturas que fueron publicadas con anterioridad, borrando o tachando groseramente los letreros concernientes al tema original. La revista cerró definitivamente en 1957, al finalizar la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957) y comenzar lo que la historia política colombiana conoce como el Frente Nacional (1958-1974)9.
En medio de los impases y cambios de rumbo, El Bateo perduró por casi cincuenta años. Las investigaciones que han abordado esta publicación, aducen que su longevidad se debió a que criticó tanto a liberales como a conservadores. Sin embargo, su simpatía por el Partido Liberal era evidente. En varios de sus editoriales se refería a este partido como "nuestro partido", Rafael Uribe Uribe fue uno de sus principales íconos, colaboró en la formación de una Junta Organizadora del Partido Liberal en 1909, celebró con júbilo la victoria de Enrique Olaya Herrera en 1930 y dentro de sus colaboradores figuró Emilio Jaramillo (Tate-Quieto, Ruy Díaz de Vivar), un reconocido político liberal. Pablo Emilio Restrepo, más conocido como León Zafir, colaborador asiduo de este impreso, fue también diputado por el Partido Liberal a la Asamblea Departamental en 1941. El caricaturista Miguel Ángel del Río, por su parte, estuvo inclinado hacia las tendencias socialistas10. El fundador y director Enrique Castro, perteneciente a una reconocida familia liberal de Medellín11, también se dejó seducir por los empleos públicos, aceptando uno en las empresas municipales, abandonando temporalmente la dirección de la revista en 1934 (lo reemplazó Marco T. Venegas y luego Gabriel Castro, hermano de Enrique).
Pero la simpatía de El Bateo por el Partido Liberal, no le impidió ejercer la autocrítica. Por ejemplo, satirizó a Enrique Olaya Herrera a los pocos meses de su posesión (1930), pese al entusiasmo inicial frente a su triunfo. "[...] Hemos sido siempre partidarios de censurar lo censurable, sin que para expresar nuestro humilde concepto, nos detenga el cariño, nuestro amor a la causa a que pertenecemos, ni las consideraciones a nuestra propia sangre", aseguraba esta revista12.
El Bateo afirmaba en los editoriales que su política era "una política de mirones". La observaba desde la barrera, y al no recibir subvención de ningún partido, se daba libertad para criticar al que quisiera. "Si nos morimos de hambre siquiera es con nuestra plata", decía Enrique Castro en una entrevista que con motivo del número 2000 le hizo Ramiro de Sabogal. Una de las preguntas se refería a los políticos liberales. "Qué nos dice de los políticos liberales?", a lo que Castro respondió: " -Se han creído que este periódico les pertenece. 'La Casa Liberal' me manda a decir con frescura: 'Don Enrique, ahí le mando ese obrero, atiéndalo y publíquele cuanto escriba; garantizamos que es liberal' ¿Ha visto Ud. cachaza semejante? A mí que me va o me viene con que sea liberal? [...]"13.
Además de su posición política autocrítica, habría que añadir otras razones para que este periódico satírico perdurara por tanto tiempo: la autocensura defendía a El Bateo de un cierre definitivo; la mención a otros asuntos diferentes a la política, tales como la vida cotidiana, la economía y las costumbres, ampliaba su campo de acción; la ausencia de competidores directos (después de 1925 no se registran periódicos satíricos en Medellín) contribuía a conservar su público; la presencia de secciones humorísticas daban a El Bateo una imagen de periódico de trivialidades al cual no había que prestarle mayor importancia y, por último, las condiciones socioeconómicas de Medellín a partir de 1920 favorecieron la permanencia de este impreso.
El Bateo ofreció a su público una lectura ligera donde se combinaban los debates políticos, la crítica de las costumbres y las frivolidades humorísticas. Las colaboraciones dignas de ser recibidas por esta publicación debían tener básicamente tres características: cortas, chistosas y críticas. Los editoriales tenían por lo regular un tono serio, aunque en algunas ocasiones se dejaban "contaminar" por arrebatos humorísticos, sobre todo después de la muerte de Enrique Castro (1936), cuando tomaron el título de "Cartas de Bogotá", firmadas por Nicolás Maquiavelo. Los tuteos y las expresiones callejeras se hicieron comunes en los editoriales, adquiriendo un carácter confidencial e íntimo, propio del género epistolar.
Los lectores tenían la oportunidad de publicar en el impreso, siempre y cuando se ciñeran a los requerimientos del periódico y aceptaran las implacables sátiras de "El Buzón". Esta sección operaba como censor de los textos que los lectores enviaban a la redacción. La manera en que El Bateo rechazaba ciertos escritos rayaba a veces en la grosería: "No seas imbécil, no seas vulgar, bestia, analfabeta, bruto, ¡criminal! ¿Cómo te figuras que en este periódico tus barrabasadas vaya a publicar?"14. Al parecer, "El Buzón" recibió algunas quejas por la brusquedad con que rechazaba ciertas colaboraciones. En contraposición, argumentaba que sus sátiras estaban bien justificadas, pues algunas creaciones eran verdaderamente inaceptables, nacidas de cerebros oscuros15. Los versos de amor y de despecho no tenían mucha acogida en este impreso. Para El Bateo, el romanticismo estaba pasado de moda y, en una ciudad comercial como Medellín, ya no había lugar para amores como los de Efraín y María. Así se lo dejaba claro a un lector que firmaba precisamente con el seudónimo de Efraín:
Tu romanticismo es crónico, amigo. Creemos que no tienes cura, pero en fin; vamos a darte un consejo. Los tiempos son muy otros, y entre los paisas antioqueños ya no debe de haber material para un idilio amoroso como el de Efraín y María. A ti lo que te hace falta es trabajo, para que dejes de soñar en aventuras románticas, y más que todo, para que comas y duermas bien. La crónica que enviaste, pasada de moda, te la publica 'El Esfuerzo' de Caldas, Antioquia16.
Por lo regular, la primera página de El Bateo estuvo adornada con una caricatura, acompañada por unos versos que la explicaban y que ampliaban el tema tratado; el cual a menudo también era objeto del editorial que aparecía en la tercera página. El uso reiterativo de las caricaturas hizo que este periódico fuera más asequible. Roger Chartier y Peter Burke apuntan, incluso, que el uso de la imagen en los textos contribuyó a la incursión de los analfabetos en la cultura del escrito impreso y en el debate público político17. Adicionalmente, el acompañamiento de los versos ratificaba el mensaje, a través de una lectura sencilla, breve y de fácil memorización.
La estrategia de El Bateo para atraer lectores fue una combinación de incentivos económicos (bajo costo del impreso y rifas), simpleza en la redacción (artículos cortos, lenguaje claro, chistoso y picante), uso de la imagen (incursión de un público analfabeta) y amplias posibilidades de publicación (sentido de pertenencia por El Bateo). Pero el esfuerzo por agradar a este público no frustró la aspiración de influir en las opiniones de éste. La reiteración de los temas, abordados desde distintos planos, buscó engendrar en ellos una posición crítica frente al acontecer, aunque en determinadas ocasiones los contenidos de esta revista reprodujeron viejos odios y alianzas políticas.
Sátira política
Aunque en algunas ocasiones El Bateo procuró dedicarse exclusivamente a las tareas humorísticas, no pudo desprenderse de los temas políticos. Le resultaba difícil despreciar un "material" tan oportuno para la sátira y el humor y volvía nuevamente "a las andadas". A veces a los periódicos de este estilo sólo les bastaba describir las peripecias de los políticos, para hacer reír y entretener a sus lectores, pues las actuaciones de los gobernantes eran ridículas por sí mismas.
En su primera etapa (1907-1923), esta revista se esforzó por dedicarse más a los asuntos literarios que a los políticos, imprimiendo reflexiones sobre el modernismo, versos de colaboradores espontáneos, crónicas ligeras sobre la vida cotidiana y entregas periódicas de algunas obras clásicas. Las características de Medellín al iniciarse el siglo XX, explican la reticencia de El Bateo hacia la sátira política. A pesar de los adelantos modernizadores, Medellín aún estaba inserta en la cotidianidad pueblerina: "Aquí, exactamente como en una aldea, nos conocemos todos, sabemos qué como D. Cosme, cómo viste Pepita, dónde hallamos a Pedro, qué hace D. Lucas, cuándo hay teatro, cómo sigue D. Pánfilo ..."18. En este ambiente, la revista trataba de evitar la censura de los parroquianos, necesitados de chismes y escandalizados por tonterías.
Pero en 1926, al empezar una nueva serie, El Bateo encontró un entorno más propicio para la sátira. Según el editorial "Mil gracias", Medellín era ya una ciudad de importancia donde los caprichos de los caciques "[...] se pierden entre el ruido del progreso y el estruendo incontenible de la civilización"19. A partir de entonces, la política se convirtió en el "plato fuerte" del impreso.
Con su particular perspicacia, El Bateo interpretó las actuaciones de los políticos y de ciertas instituciones como la Asamblea Departamental. Las alianzas entre liberales y conservadores fueron duramente cuestionadas, pues consideraba que el Partido Liberal no debía compartir el poder con los conservadores. Gran parte de las sátiras de esta publicación apuntaron al programa de "Concentración nacional" vigente durante el gobierno de Enrique Olaya Herrera (1930-1934), quien convocó conservadores para algunos de sus ministerios; a la timidez de las reformas constitucionales del gobierno de Alfonso López Pumarejo, pues la permanencia de la constitución de 1886, decía, era la continuación del régimen conservador y al vínculo de Eduardo Santos con la oligarquía y con el movimiento político republicano, liderado por el conservador Carlos E. Restrepo20.
La comparación de la Asamblea Departamental con el arca de Noé, reafirmaba la percepción de El Bateo acerca de que Medellín era ya "una ciudad de importancia". Para el impreso, los diputados eran un grupo de animales. Venidos de sus pueblos para las reuniones, chocaban con la moda y las costumbres del Medellín moderno. Esta consideración tenía sus raíces en el desprecio del citadino, adecuado a las novedades, por el campesino inserto en las costumbres del pasado, a las que reconocía como enemigas del progreso. El Bateo consideraba que estos campesinos eran indignos del poder político otorgado por una institución tan importante como la Asamblea. En 1933, Fierabrás21 publicó una crónica donde relataba la manera como los diputados - "esas fieras" - salían de sus montañas para sesionar en Medellín: los encargos de sus hijos, el fiambre preparado por la esposa, la despedida de sus vecinos, etc. Ya en las sesiones, los diputados de la ciudad apabullaban a los pueblerinos, quienes reducían su participación a dar una palmada en el pupitre para "aprobar cualquier cosa". Así empezaba la crónica:
Ya vienen esas fieras.
O, mejor dicho, hoy mismo se reunirá nuevamente en el recinto de la Gobernación, ese pintoresco hato de figuras heterogéneas, que nos sirve a muchos para conocer la indumentaria que llevaron nuestros abuelos. La más alta extracción del rastacuerismo aldeano, los ejemplares más perfectos de la bonhomía y de la sencillez que se acurruca en nuestros pueblos antañones22.
Sin embargo, Rafael Arredondo, oriundo de Ebéjico, logró un lugar predominante en el Partido Liberal gracias a su participación en la Asamblea. A diferencia de los políticos letrados y bien vestidos del Club Unión, que basaban su poder en las viejas glorias de las guerras civiles, Arredondo movilizó a las masas a través de una organización disciplinada, pero sobre todo por medio de los favores personales. A lo largo de los gobiernos liberales, entre 1930 y 1946, Arredondo mantuvo su poder eleccionario gracias a sus redes clientelitas, su apoyo al gobierno nacional y su antagonismo con los liberales del Club Unión, lo cual le otorgó un aura popular radical23.
Las eficientes piruetas de Arredondo para continuar en el directorio, a pesar de las disidencias, llevaron al editorialista Nicolás Maquiavelo a pensar que el manzanillo había hecho un pacto con el diablo. Arredondo conservaba el "hueso del gato negro" que lo defendía de las culebras y de los disidentes. Según Maquiavelo, para obtener dicho amuleto era indispensable internarse en un espeso bosque, encender una hoguera y poner un gato negro a cocinar. A las doce de la noche debía colocarse de espaldas a la hoguera y con los ojos vendados sacar los huesos del gato, uno a uno. A cada hueso debía preguntarle al diablo si ese era el indicado, hasta que asintiera... "Entonces debe salir en carrera con el hueso en la mano, porque sobreviene una enorme lluvia tempestuosa y es perseguido por todos los demonios. Si logra salir con vida queda asegurado contra incendio, contra las culebras y contra los disidentes"24.
Las sátiras de El Bateo hacia el conservador Abadía Méndez, quien fue presidente entre 1926 y 1930, apuntaron a su edad (Abadía llegó a la presidencia a sus 59 años) y a su desastrosa política social y financiera. La revista lo llamó, entre otros adjetivos, "viejo entumecido", "viejito dormilón", "Miguelón el marmotica" y "anquilosado cinegeta". La dependencia hacia el capital estadounidense, fruto de los sucesivos préstamos, suscitó protestas antiimperialistas por parte del impreso, a través de versos, caricaturas y artículos editoriales25. En la caricatura "La amenaza del Tío Sam", por ejemplo, se presenta a éste como un viejo verde que, después de comprobar los buenos servicios de "El Canal" (Panamá), ahora pretendía apoderarse de Colombia toda, a través de nuevas concesiones, las cuales al ser dudosas y mal definidas, se veían manipuladas por especuladores de los círculos financieros internacionales26,.
Las protestas sociales y el Partido Socialista Revolucionario fueron un dolor de cabeza para Abadía, quien temiendo las consecuencias que acarreaba la conciencia política de sectores distintos a la élite, se mantuvo inflexible frente a las exigencias reformadoras, convirtiéndose en un obstáculo para las transformaciones políticas. En Octubre de 1928 fue aprobada la ley 69. Ésta prohibía que los sindicatos atacaran la propiedad privada, fomentaran la lucha de clases y promovieran huelgas. Además, declaraba ilegales a las organizaciones de izquierda27. La "ley heroica", como la denominaron sus gestores, otorgaba facultades especiales a los militares, desconociendo la protección de los derechos civiles28. Antes de ser aprobada, El Bateo se preguntaba: ¿qué tenían de heroicos los proyectos heroicos?. La única relación que encontraba entre los proyectos y el apelativo que les habían otorgado era su semejanza con las "drogas heroicas": los efectos adormecedores de una prensa amordazada, por ejemplo, eran comparadas con las secuelas de la morfina29.
La crisis económica de 1929, sumada a la indecisión de los conservadores para elegir su candidato, favorecieron el triunfo de Enrique Olaya Herrera. El Bateo se mostró entusiasmado al ver que un liberal iba a ocupar la presidencia, después de treinta años de hegemonía conservadora. Siguiendo las metáforas de la retórica política donde Olaya se revelaba como "el salvador de Colombia", el impreso lo mostró en sus caricaturas como un Jesús que entraba triunfante a Jerusalén, curaba paralíticos y resucitaba al país30. Sin embargo, cuando el nuevo presidente empezó a convocar conservadores para los ministerios, siguiendo su política de "concentración nacional", el impreso se sintió decepcionado:
Hay que esperar unos días más, dicen los empedernidos optimistas, porque la transformación tiene que ser lenta. Pero, preguntamos nosotros: para empezar una transformación, hay necesidad de servirle de rodillas al eterno enemigo, a aquel que vencimos ayer en lucha abierta, a aquel que en todos los momentos de su vida ha hecho de nuestra reputación de liberales su mejor manjar?
¡Imposible! ¡Sería preferible la muerte!31
La elección de Alfonso López Pumarejo para el período presidencial 1934-1938 fue algo insignificante para el impreso: "Ninguna esperanza nos forjamos sobre la nueva administración que para nosotros no es más que cambio de fichas burocráticas. López, como Olaya, como los otros hombres de la hegemonía que pasaron por el palacio de la carrera, son uno. Indiferentes a las angustias sociales, ajenos a los grandes intereses de la república"32. El Bateo esperaba de López un gobierno que recogiera los postulados del liberalismo radical del siglo XIX, materializado en la constitución de Rionegro de 1863. Aunque López descartó la cooperación con los conservadores, se contentó con una serie de reformas, en lugar de sustituir totalmente la constitución, como lo esperaba nuestra revista, quien afirmaba que no era posible operar un cambio político hacia el liberalismo "[...] dentro de un estatuto anacrónico, confeccionado por una entidad reaccionaria e instituido en las pretensiones del clericalismo, fruto de una inteligencia privilegiada, alentada por la perfidia y la traición." El impreso consideraba que López había incumplido su promesa de formar una república liberal, lo que significaba una "[...] deslealtad para con una colectividad política que le firmó en blanco una voluminosa chequera [...]." El nuevo presidente había callado su intención de mantener vigente la constitución de 1886 antes de ser elegido, pues sabía muy bien que el liberalismo radical, en el que se inscribía El Bateo, no le daría su voto: "[...] Se cuidó muy bien y muy hábilmente porque sabía que el liberalismo independiente, el liberalismo liberal, el que conserva el doctrinarismo y la filosofía del 63, le hubiera dado el vade retro [...]"33.
Si para El Bateo el gobierno de Alfonso López, abiertamente reformista, no cumplía los requisitos para la formación de una verdadera República Liberal, Eduardo Santos era un representante de la oligarquía, que no guardaba ninguna diferencia ideológica con los conservadores. De hecho, Santos mostraba más interés por la clase media que por el proletariado, pues consideraba que tras sus exigencias se escondía la amenaza soviética, descartando así una de las premisas del Partido Liberal: la defensa de los derechos del pueblo, entendido como los sectores menos favorecidos de la sociedad.34 En la caricatura "La muerte en ruedas" se muestra al presidente sobre el coche del "conservatismo" alado por el caballo de la "convivencia", mientras que el izquierdismo lo observaba. Santos llevaba como copiloto a una calavera, habitual personificación de la muerte. Al pie de la caricatura se leía:
Bella carroza traída al país por los eminentes políticos costeños, doctores Pedro Juan Navarro y Abel Carbonell y aceptada y dirigida por el Dr. Eduardo Santos, que debido a los últimos choques políticos se encuentra en el lastimoso estado que presenta esta foto"35.
Resulta difícil seguir la sátira política desarrollada por esta revista en su última etapa (1940-1957) pues sus repetidas interrupciones y la desaparición de algunos números impiden realizar un seguimiento sistemático a los diversos temas abordados. En estos años, el país entró en una paulatina exaltación de la violencia política, que finalmente estalló en la cruda eliminación del enemigo. La censura y la represión se tornaron más crudas, razones que sin duda marcaron el final de esta revista en 1957. Sin embargo, puede vislumbrarse la posición de El Bateo respecto a uno de los políticos más reconocidos de la época: Jorge Eliécer Gaitán. Las declaraciones de éste en contra de los oligarcas fueron aplaudidas por el impreso, pero, más tarde, lo acusó de traidor y de verdugo de la causa liberal al provocar su división. Gaitán concertó alianzas con los sectores tradicionalistas del partido. Recibió su apoyo para ocupar la alcaldía de Bogotá en 1936 y luego fue ministro de educación durante el gobierno de Eduardo Santos; además, se presentó como candidato disidente del partido para el período presidencial 1946-195036. En la caricatura "Los empedernidos Tenorios políticos", "la negra" es cortejada por Santos y Laureano Gómez. Gaitán, vestido de mujer, lucía un vestido corto y de pronunciado escote, tacones, collar, pulseras y un discreto moño en la cabeza, mientras Santos y Laureano, le ofrecían flores37. El Bateo, incluso, llegó a tildar a Gaitán de "nazifascisto":
En su política gira
este Gaitán entrenado
va a quedar descontrolado
por decir tanta mentira,
y ya que la sangra tira
pero le tira al contrario
quedará sólo el osario
de mi amigo candidato [...]
ese se pasa de listo
porque 'a la carga' no llega
y aparece con la 'jerga',
aunque sea nazifascisto38.
Esta acusación se sustentaba en la marcada influencia de la Italia de Mussolini en las iniciativas de Gaitán. En 1933, fundó la Unidad Nacional Izquierdista Revolucionaria, un partido político independiente del liberal. La UNIR fue principalmente una organización campesina, donde se enfatizaba en las lealtades grupales, con un tinte ideológico semicorporativista39. Además, durante el ejercicio de su alcaldía, propuso uniformar a los taxistas y lustrabotas, prohibiendo el uso de la ruana y las alpargatas, medidas no contaron con apoyo popular.
No obstante su disposición de cuestionar el fanatismo político, la sátira de El Bateo se nutrió de éste, al desacreditar a liberales y conservadores con base en las doctrinas del liberalismo radical. La imagen del Partido Conservador como enemigo desfiló a lo largo de sus páginas. El editorial titulado "Mancha indeleble", por ejemplo, aviva la venganza, recordando los asesinatos de liberales a manos, según el autor, de los conservadores. Así empezaba el editorial:
Partido conservador, yo conozco
tu historia: la ignominia.
Partido conservador, yo conozco
tus principios: la traición.
Partido conservador, yo conozco
tus hombres: los farsantes.
Partido conservador, yo conozco
tu ideal: el crimen.
Partido conservador, yo conozco
tus costumbres: la mentira.
Partido conservador, yo conozco
tus placeres: robar y matar.
Partido conservador, yo conozco
tu doctrina: el delito.
Partido conservador: la sangre
nunca ha saciado a tus hombres.
Partido conservador, yo conozco
tu idiosincracia [sic.]: asesinar a
mansalva y sobre seguro [...]40.
Otras veces, El Bateo hacía gala de su neutralidad política declarando la igualdad ideológica de los partidos: "[...] En el fondo los liberales y los conservadores son animales de la misma especie: la diferencia consiste en que los godos rezan en público y beben debajo de la ruana, y los rojos rezan debajo de la cobija y beben en Guayaquil"41. El impreso se batía entonces entre defender su credo ideológico y conservar su independencia periodística.
El arsenal de El Bateo: algunos tópicos de su sátira política
En sus artículos sobre la sátira gráfica y la caricatura, Ernst Gombrich indica cómo el utillaje mental de cada sociedad es la mejor arma para el caricaturista, quien recurre a nuestro imaginario simbólico para mostrarnos las novedades. Mostrar a los políticos con cuerpos de animales, por ejemplo, tiene su origen en que nuestra sociedad les ha otorgado a estos últimos ciertos valores: el burro bruto, el león valiente, el conejo astuto etc. La riqueza en imágenes de la jerga política es otra de las principales armas del "arsenal del caricaturista": Egipto como "un coloso de pies de barro", "tender nuestra velas a los vientos del cambio", "el camino que tenemos por delante es duro pero el porvenir es luminoso", etc.42. La imagen del campesino, la vida cotidiana y el ordeño del presupuesto fueron temas recurrentes en el discurso, pero sobre todo en las caricaturas políticas de El Bateo.
La relación del Partido Liberal con el pueblo fue uno de los rasgos más utilizados para representar a dicha camarilla. A veces las dos imágenes se confundían: el partido era asociado al "pueblo liberal": un hombre de ruana, sombrero, pies descalzos, etc. Cuando en las caricaturas el Partido Liberal en su generalidad era personificado por el pueblo, la imagen pretendía mostrar al partido como su apoderado. Pero cuando al político, como individuo, se le dibujaba descalzo, de ruana y sombrero y lo mostraban en las labores propias del campo (como agregados de fincas, arrieros, porcicultores, etc.) la imagen adquiría un sabor picante, satírico, burlón. El Bateo revelaba a través de sus caricaturas el estatismo de una sociedad jerarquizada, en donde el político manejaba el país como administrando una finca y los subalternos eran simples peones y no sus representados.
Por otro lado, según Henri Bergson, para reírse de alguien es necesario eliminar por un momento el respeto y la sensibilidad hacia la persona burlada43.Por ello muchas de las caricaturas ponían en pie de igualdad al político encopetado con el campesino pobre y sencillo, ya que nada mejor para ridiculizar al dirigente que alterar los niveles, presentar las cosas "al revés" y parodiar los valores. Por ejemplo, la caricatura "La piara inconforme" mostraba a Pedro José Berrío, jefe del Partido Conservador en Antioquia y gobernador del departamento en varias ocasiones, como porcicultor. Berrío se quejaba durante el gobierno de Olaya de la falta de garantías de su partido para ejercer la oposición y realizar sus campañas para las contiendas electorales. La caricatura y los versos representan a un Partido Conservador insaciable, codicioso y exigente y a uno de sus dirigentes como un celoso pastor que no admitía el menor ataque a su manada.
El impreso mostró también una imagen idílica del pueblo que concordaba con la representación folclórica que de él tenía la élite: ruana, sombrero, pies descalzos, lenguaje rústico, cándido y recto en sus costumbres44. La apelación al pueblo operaba como una forma de legitimación, pero al mismo tiempo los políticos temían el socavamiento de las jerarquías sociales, manteniendo una actitud vergonzante frente al vulgo. De allí que la imagen de éste fuera utilizada en las caricaturas tanto para satirizar a los políticos como para legitimar a los partidos. Esto último ocurre en la caricatura "Entre dos fuegos", la cual se refiere a la situación de Enrique Olaya Herrera respecto a su programa de "concentración nacional", que divagaba entre los intereses de ambos partidos. Mientras el conservador es personificado por un sacerdote, el Partido Liberal está representado por el "pueblo liberal". Estas personificaciones no eran gratuitas. Según Gombrich, la combinación de personificaciones ya instauradas en la mente del público es para el caricaturista una de sus principales herramientas45. el Partido Conservador representado por la Iglesia Católica, la que a su vez está personificada por la imagen de un sacerdote; el Partido Liberal representado por la imagen del pueblo, una imagen folclórica que coincidía con la idea que la élite tenía de él.
Generalmente, El Bateo recurría a algunos aspectos de las creencias y de la vida cotidiana de los colombianos para satirizar gráficamente a los políticos: las peleas de gallos para significar las contiendas partidistas, la representación del presupuesto nacional como una vaca de ordeño, las fiestas animadas donde los partidos celebraban sus victorias y donde se evidenciaban las alianzas a través de las parejas de baile, las serenatas por medio de las cuales los políticos seducían a determinados sectores de la sociedad, el barco que se hunde para mostrar alguna iniciativa frustrada, los gobernantes como equilibristas de circo y los temas bíblicos para representar algunos acontecimientos políticos, como por ejemplo, la figura de Enrique Olaya como Mesías después de su victoria electoral en 1930. Los imaginarios religiosos también se hacían notar en las caricaturas que representaban la agonía de ciertos políticos, donde un grupo de diablillos rodeaba la cama del dirigente, dispuestos a llevárselo al infierno por sus muchos pecados. Estas caricaturas solían titularse "La muerte del pecador" y se inspiraban en algunas viñetas de propaganda religiosa muy comunes en ese entonces.
Estos tópicos no eran exclusivos de las caricaturas de El Bateo. Apelar al mito comunitario para abordar un tema de la actualidad es una de las características de esta expresión artística; como lo llamaría Gombrich, es un arma perteneciente al "arsenal del caricaturista", que nace de la necesidad de explicar la noticia en términos de algo familiar46.
Por ello muchos de estos temas (peleas de gallos, ordeño del presupuesto, la muerte del pecador etc.) eran comunes a la caricatura política colombiana e incluso occidental. Helia Emma Bonilla en su estudio sobre El Calavera, un periódico de caricaturas publicado a mediados del siglo XIX en México, advierte que algunos de los tópicos paradigmáticos de la caricatura mexicana, como el barco que se hunde y los políticos equilibristas, aparecieron con antelación en caricaturas europeas47.
En Colombia, uno de los tópicos más trillados fue el ordeño del presupuesto. Una de las primeras caricaturas que se conservan (1834) presenta a Santander ordeñando una vaca, la "res-pública", mientras sus amigos le piden que les deje siquiera un poco de leche48. Este tema mostraba cómo los políticos se servían del poder como de un instrumento para alcanzar aspiraciones personales. Los caricaturistas no tenían que esforzarse demasiado para llegar a esta conclusión. Según Daniel Pécaut, los gobernantes no disimulaban de ningún modo sus ambiciones particulares a la hora de reclamar los cargos públicos, contradiciendo los postulados de la democracia liberal en la cual la separación entre lo público y lo privado opera como una condición fundamental49. A través de una parodia a un poema de Miguel Antonio Caro (de sobra padecido por los escolares) El Bateo resumía la imagen del político devorador del presupuesto público:
Patria! Te adoro en mi destino
mudo
y temo que me mochen con
espanto;
por ti he comido y he bebido tanto
que siento en la garganta como
un nudo.
No ambiciono el amparo de tu
escudo
sino a tu presupuesto, tierno
encanto;
quiero en tu seno dormitar, por
cuanto
aborrezco el trabajo vil y rudo.
Competencia, honradez, de bien
hombría,
nada valen aquí: otro es el lazo
que ha de tenerte la empleomanía:
Amo yo por instinto tu regazo:
Patria! Sostén de la familia mía:
Dáme [sic.] de tus entrañas un
pedazo!...50.
Sátira de las costumbres: contra los altos ideales del progreso, los moralistas inmorales y la mujer moderna
La sátira de las costumbres desarrollada por El Bateo tuvo básicamente dos vertientes: una contra el conservadurismo hipócrita de los antioqueños y otra que, paradójicamente, expresaba el conservadurismo del impreso, manifiesto en las sátiras contra el progreso y el tipo de mujer moderna. La sátira contra el progreso tenía su fuente en la percepción de que pese a los cambios técnicos, continuaban las exclusiones sociales y las incomodidades. La sátira contra la mujer moderna tuvo como justificación la defensa de la moral: la mujer abandonaba su hogar para dedicarse a otros asuntos, desatendiendo la crianza de sus hijos.
Según El Bateo, ante la precariedad y las molestias de los nuevos medios de transporte habría que volver a los antigüos usos. Los automóviles eran presentados como "vehículos de la muerte" por el número de accidentados; el alto costo por fletes del ferrocarril hacía que el transporte en mula fuera lo más apropiado y con la lentitud y los desórdenes del tranvía era preferible "andar a pie"51. Así mismo, esta publicación se mostró desconfiada frente a la construcción de la carretera al mar, cuyos trabajos comenzaron en junio de 1926, pero sólo concluyeron veinticuatro años después, en 1955. Para El Bateo, era un despilfarro invertir en una obra "utópica" mientras el departamento pasaba por necesidades más apremiantes y de más fácil solución. Según el impreso, el proyecto de la carretera al mar, en lugar de traer el tan anhelado progreso, iba a causarle al departamento más de una hora de angustia, dado su costo.
El escepticismo frente al discurso del progreso y los avances modernizadores se evidenciaba en los versos que acompañaban la caricatura "Síntesis del año económico", a propósito de la ley de emergencia dictada durante el gobierno de Miguel Abadía Méndez (1926-1930)52. Con ironía, reproducían el entusiasmo con que la élite pregonaba los beneficios de la bonanza económica y las obras públicas que empezaban a gestarse, pero aminoraba el entusiasmo presentando los efectos negativos de la riqueza y la hartura. Posteriormente, mostraba cómo los ideales del progreso eran tan altos que el pueblo no podía acceder a ellos. Los "mandonos y capitalistas" eran los únicos que podían disfrutar de la fortuna y como consuelo brindaban a los pobres la ley de emergencia que no era más que un anzuelo:
Que prosperamos? Mucho.
¿Quién lo duda?
nadie que tenga inteligencia
abierta
¡Ante la paz munífica, desnuda,
se abrió de la fortuna ya la puerta.
Muelles, ferrocarriles, carreteras,
pregonan como voces de clarines
de este brioso progreso las ca-
rreras
hacia todas las cimas y confines.
Desde los cuatro puntos cardi-
nales,
avanzan en nutridos batallones
los inmigrantes y los capitales
las esperanzas y las ilusiones.
El Gobierno está gordo; ya la
grasa
súbele del tobillo hasta el pes-
cuezo;
de modo que su vida la amenaza
tal robustez que ahógale el bos
tezo.
Y las casas parecen rascacielos
por su precio y pasmosos alqui-
leres,
y los víveres huyen de estos
suelos
en los astros buscando sus pla-
ceres. [...]
... Mientras mandonos y capi-
talistas
disfrutan de tan ínclita fortuna,
empleados y pueblo 'laboristas'
como perro le ladran a la luna.
Y a esto llaman progresar ¡oh
duelo
ya que para aliviar nuestra in-
dulgencia,
nos arrojen sonrientes el anzuelo
de alguna ley risible de
Emergencia!53.
Es decir, las transformaciones materiales no habían producido automáticamente la modernidad, pues las exclusiones continuaban. La ausencia de modernidad también se evidenciaba en las rancias actitudes de ciertos sectores de la sociedad medellinense, a los que El Bateo tachó de "moralistas inmorales".
Uno de los principales exponentes del pensamiento retrógrado en Antioquia fue el diario La Defensa. Un ejemplo del tradicionalismo fanático de este diario vespertino fue su reacción frente a la Compañía Méndez que arribó a la ciudad en 1926 con el objeto de brindar a los lugareños un espectáculo de danza y teatro. Desde días antes de su arribo, "La Chana" prevenía a sus lectores sobre la inmoralidad de dicha compañía, la cual "[...] con decenas de mujeres semidesnudas, que son las que actúan en la escena, se hace descarado alarde de inmoralidad." Según el impreso, el "naturalismo" presente en las piezas de la compañía conducía a la "depravación de las costumbres" ya que divorciaba el arte de la moralidad, restándole al primero su capacidad para educar. Además, "[...] el deleite artístico, que no es otra cosa que la resultante necesaria de la armonía entre la verdad y el bien, se pierde desde que la idea dominante en los espectáculos se dirige a dar pábulo a las pasiones más bajas y repugnantes de la bestia humana", planteaba el impreso54.
El Bateo mostraba a La Defensa como la mejor aliada de la Compañía Méndez. Las declaraciones de "La Chana" eran un excelente método propagandístico, pues animaba la curiosidad del público masculino, suplicándole continuamente "[...] que no fueran a ver a cuarenta mujeres que venían en pura bola; que movían sus desnudas piernas en todas direcciones; que eran muy simpáticas y hasta gustadoras y hasta complacientes ... y digan ustedes ¿Qué le quedaba al público por hacer, después de aguijonearle su curiosidad de semejante manera?"55.
Otro hecho que irritó a El Bateo y que ocupó sus editoriales fue la orden dada por el alcalde de la ciudad de retirar una copia de la Venus de Milo expuesta por un comerciante en la vitrina de su negocio. Políticos y señoras "de bien" llamaban a las estaciones de policía escandalizados por la exhibición que, según ellos, era un atentado contra la moral. El Bateo tildaba a estos moralistas de "pordioseros espirituales", "pollinos de corbata", "lugareños pacatos" y sobre todo de ignorantes, por no apreciar una obra de arte de sobra reconocida. Para este periódico-revista, la moral de la que alardeaban fue aprendida de "viejas embusteras y solapadas" que los llevaba a ser más inmorales que el mismo comerciante al que criticaban: "[...] no es el comerciante el inmoral, sino aquellos desgalichados espirituales que han corrido hacia las inspecciones a dar su grito de protesta"56.
El Bateo se preguntaba por el origen de la resolución del alcalde de retirar la Venus:
[...] Profanación? Inconsciencia? Torpeza? Mucho de estas tres virtudes muy nuestras, que forman un todo del más grande ridículo, y consuman a la vez el más enorme e inaudito delito -en nombre de las buenas costumbres- de que téngase idea en los fastos del arte!." Como iban las cosas, concluía el impreso, "[...] no es nada extraño que este nuevo Juez Lombana [refiriéndose al alcalde] -corregido y aumentado, y acaso también títere amaestrado de pequeño guignol- dicte mañana un decreto reglamentando la moda en nuestras mujeres y no permitiendo más espectáculos en Medellín que las películas de Cine Colombia57.
No obstante las sátiras contra el tradicionalismo fanático antioqueño, El Bateo también se expresó en contra de algunas transformaciones, entre ellas, las nuevas ocupaciones de la mujer. Ésta actitud no fue privativa de este impreso, la sociedad de la época vio con desconfianza y aún con antipatía los nuevos roles y conductas que la mujer empezaba a desempañar.
En las primeras décadas del siglo XX, la visión tradicional de la mujer, fundada en el marianismo y el darwinismo social58, empezó a chocar con los retos de una sociedad que comenzaba a insertarse en la economía capitalista, en la que era necesario mano de obra barata y eficiente. La desarticulación de la economía campesina, la migración del campo a la ciudad, los bajos salarios y el alto costo de vida crearon la necesidad de que las mujeres también trabajaran, resquebrajando la estructura tradicional de la familia. Esta mujer independiente económicamente comenzó también a interrogarse acerca de su situación. Había además un movimiento intelectual y político que propugnaba por una mayor independencia y garantías para la mujer59.
En un artículo de El Bateo titulado "Las poetisas", un hombre le comentaba a su esposa la preocupación de que alguna de sus hijas resultara poetisa, porque las poetisas eran mujeres que, según él, no sabían hacer nada. Sólo leer, mandar versos para que se los publicara alguna revista y andar con hombres de pelo largo y "toma tragos". La esposa le respondió que por desgracia Floripondia, una de las hijas, había optado por ese oficio, pues sobre su mesa se hallaban artículos sobre feminismo, cuentos, versos y una novela. El artículo terminaba con la amenaza del padre: "Bueno; llamámela, yo le voy a sacar a coscorrones la musa que la tiene tan trastornada"60.
En enero de 1929 Arturo Suárez publicó en El Bateo unos versos que planteaban las reservas de los hombres y de la sociedad patriarcal con respecto a las nuevas ocupaciones de las mujeres, que trascendían la vida familiar:
¿Señor, si ellas nos mandan ...
Qué haremos en la vida?
Si aprenden medicina, derecho
y alemán,
si dejan la costura, la casa y la
comida,
y se echan a la calle también a
negociar?
¡Señor, si ya no quieren lidiar con
los chiquitos,
riñeron con la escoba, la plancha
y el dedal,
nos quitan los empleos, piden
sufragio a gritos,
y entienden de política más que
de remendar!
El pelo se recortan como cual-
quier sujeto,
usan corbata, fuman una barba-
ridad
y ya hasta menosprecian nuestro
ancestral respeto,
que si es algo acentuado les causa
hilaridad,
!Señor, si hablando abruman ...
¿Qué iremos a sentir
si todas las mujeres se ponen a
escribir?61.
En un tono más agresivo y degradante respecto a la mujer, el "artículo" de autor anónimo titulado "La mujer" describía de manera burlona su etimología, origen, clasificación, costumbres y el "modo de usarlas". Etimológicamente, según el artículo, la palabra mujer venía del "griego" mugir; la mujer se definía como "[...] un animalito de lujo, de inteligencia larga y cabellos a la 'garzona'"; era originaria de la costilla de un hombre y como esta costilla era de las denominadas falsas, la mujer había heredado esta característica; las mujeres se dividían en "propias" y "ajenas"; las "propias" debían usarse en grandes cantidades, mientras con las "ajenas" se debía tener ciertas precauciones y usarse en "dosis" mínimas; en cuanto a sus costumbres, las mujeres se dedicaban a comprar, con el dinero del marido, periódicos de modas, sombreros, vestidos, zapatos y asistir a reuniones elegantes; en la vida privada se ocupaban principalmente de celar y vigilar al esposo62.
Para "Don Fulano de Tal" autor del artículo "Las conquistas femeninas", la incursión de la mujer en el trabajo de oficina le había restado feminidad: "Ante la máquina de escribir y los libros de contabilidad perdieron ese aspecto de debilidad y delicadeza que era su fuer- te". Lo mismo sucedía con su incursión en los deportes. Mientras los músculos de la mujer adquirían vigor con el ejercicio "[...] perdían ellas fuerza en el corazón de los hombres"63.
La mujer vista tradicionalmente como "la reina del hogar", que en su calidad de madre era una "santa" y esposa "abnegada", no encajaba con la mujer que se dedicaba al comercio, al trabajo de oficina y fábrica y asistía por su cuenta a eventos públicos. Descuidaba el hogar, según la visión de El Bateo y demás sectores tradicionalistas. La caricatura "La fiesta de la madre" hacía un paralelo entre las "madres de ayer" y "las de hoy". La primera, poco aliñada, estaba cargando a su hijo, brindándole especial cuidado, la segunda, en cambio, se preparaba frente al espejo para salir a algún evento, mientras su hijo estaba en el suelo, golpeado y llorando; ella, sin embargo, continúa indiferente:
Pero si la mujer estaba transformando su estilo de vida, su papel en la familia y su aspecto, el hombre también debía adaptarse a las novedades. Para El Bateo esto significaba un "cambio de papeles" desconcertante, "¿Qué pasa en Medellín?" se preguntaba en uno de sus versos, dedicados a los "Titines" y "Titinas":
[...] ¿Dónde vamos a parar?
¡Y ya yo sé a donde vamos!
Dentro de muy poco tiempo,
hemos de ver trasformados
a algunos de cocineras
o de criadas de mano;
y a los más de amas de cría
y a los bebitos cantando [...]
¡Qué choteo, caballeros!
¡Vergüenza da hasta pensarlo!
Y las mujeres, entonces,
a los hombres gobernando:
algunas de 'concejalas'
o policías de tránsito,
alcaldesas, senadoras
o vendedoras de elados [sic.];
y, en fin, todo lo que al hombre
hoy le estaba reservado.
¡Buen porvenir nos espera!
¡Válgame Dios, qué mal vamos!64.
El Bateo con todo y sus críticas al "pacatismo lugareño", fue uno de los voceros de este mismo pacatismo.
Conclusiones
El Bateo se inscribió en un tipo de prensa satírica, que por su incursión en otros temas referentes a la vida cotidiana y a las costumbres, marcó la diferencia con las publicaciones decimonónicas de este tipo, aferradas a las contiendas partidistas. El ambiente citadino que empezaba a respirarse en Medellín en aquella época, con un público más amplio y diverso, creó las condiciones para que un periódico satírico como El Bateo mantuviera su popularidad. Este impreso, se esforzó por atraer al público a través de un lenguaje sencillo, con alta dosis de humor. Además, brindó una significativa importancia al uso de caricaturas, siempre en primera página.
Aunque el uso de las caricaturas y del humor tienen a simple vista la función de entretener al lector, en ciertos casos estas herramientas pueden tener "efectos colaterales" al expresar reiteradamente la imagen que determinado grupo tiene de sí mismo y de los demás. Las rivalidades amigo-enemigo, típicas de las identidades políticas, que en nuestro medio y según Daniel Pècaut funcionan como subculturas, se hicieron presentes en el impreso. Sin embargo, su sujeción al estilo satírico, siempre polémico, impedía las genuflexiones frente a los poderes establecidos y para ello fue vital su independencia económica. El impreso se debatió entre dos fidelidades: su autonomía periodística o su adhesión partidaria. Renegaba de la política y de los políticos, a los que presentaba, sin distingo de bandos, como a devoradores del presupuesto público y, otras veces, no ahorraba elogios, en ocasiones injustificados, para ciertos gobernantes.
La alusión al pueblo oprimido y utilizado de manera oportunista por los políticos fue uno de los filtros a través de los cuales estableció su sátira a ambos partidos. Los cambios de gobierno eran simples "cambios de fichas burocráticas", mientras el "pobre pueblo" continuaba en la misma situación precaria. Su defensa de la "opinión pública" como árbitro de las decisiones políticas fue muestra de esta actitud. Se suponía que los gobernantes debían ser los voceros de dicha opinión, pero la traicionaban a cada paso con decisiones antipopulares.
* Artículo recibido: 23 de marzo de 2010; aprobado: 30 de junio de 2010; modificado: 4 de noviembre de 2010. Artículo de investigación científica. El artículo es derivado del trabajo de grado titulado "Reír es perjudicial para los negocios. Prensa satírica en Medellín: El Bateo 1926-1939" financiado por el CODI y asesorado por el profesor Eduardo Domínguez.
1 Según Maryluz Vallejo, en Colombia surgieron 800 títulos nuevos de prensa diaria y semanal entre 1911 y 1915. En Medellín, se imprimieron 230 publicaciones diferentes entre 1890 y 1920, apunta Jorge Restrepo y Luz Posada de Greiff. Vallejo Mejía, Maryluz, "Referentes del periodismo de opinión en la prensa colombiana 1900-1950", Universidad de Antioquia, Facultad de Comunicaciones, informe final de investigación financiada por el CODI, 1997, p. 13; Restrepo Jorge y Posada de Greiff Luz, Medellín, su origen, progreso y desarrollo, citado en: Botero Gómez, Fabio, Cien años de la vida de Medellín, 1890-1990, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1998, pp. 206-207.
2 Donoso, Ricardo, La sátira política en Chile, Santiago de Chile, Imprenta Universitaria, 1950, p. 47.
3 Seguramente tomó el nombre de su homólogo Madrid Cómico, un periódico satírico que circuló a fines del siglo XIX y principios del XX en España. Según Jean-François Botrel fue toda una institución y un modelo "imitado hasta el exceso". Hubo, por ejemplo, un Bogotá Cómico y un Buenos Aires Cómico. Botrel, Jean-François, Libros, prensa y lectura en la España del siglo XIX, Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1993, p. 475.
4 Cerda Catalan, Alfonso, Contribución a la historia de la sátira política en el Uruguay: 1897-1904, Montevideo, Universidad de la República Oriental del Uruguay, 1965; Matallana, Andrea, Humor y política: Un estudio comparativo de tres publicaciones de humor político, Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1999. Otras investigaciones recientes son: Salinas Campos, Maximiliano, "Erotismo, humor y trasgresión en la obra satírica de Juan Rafael Allende", Mapocho: Revista de Humanidades, (57), Santiago de Chile, primer semestre, 2005; Salinas Campos, "'Y o se ríen de este leso porque es dueño de millones': El asedio cómico y popular de Juan Rafael Allende a la burguesía chilena del siglo XIX", Historia, 1, (39), Santiago de Chile, enero-junio de 2006; Salinas Campos, "La seriedad aristocrático-burguesa y los orígenes de la literatura satírica y popular en Chile", Mapocho: Revista de Humanidades, (47), Santiago de Chile, enero-junio de 2000; Cornejo Cancino, Tomás, "Las partes privadas de los hombres públicos: críticas a la autoridad en las caricaturas del siglo XIX", Mapocho: Revista de Humanidades, (56), segundo semestre de 2004; Cornejo Cancino, "Una clase a medias: Las representaciones satíricas de los grupos medios chilenos en Topaze (1931-1970)", Historia, II, (40), Santiago de Chile, Pontificia Universidad Católica de Chile, julio-diciembre de 2007; Bonilla Reyna, Helia Emma, "El Calavera: la caricatura en tiempos de guerra", Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, 23, (79), México D. F., Universidad Nacional Autónoma de México, 2001; Bonilla Reyna, "El Telégrafo y la introducción de la caricatura francesa mexicana", Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, 24, (81), México D. F., Universidad Nacional Autónoma de México, 2002.
5 Los postulados de la Regeneración quedaron consignados en la Constitución de 1886, la cual abolió el federalismo y estableció un gobierno marcadamente conservador, que restringió las libertades y brindó especial protección a la Iglesia católica, a través de un concordato.
6 Arc iniegas, Germán, El Zancudo, Bogotá, Editora Arco, 1975; Villa Sepúlveda, María Eugenia, "La regeneración o el 'instinto cartuja'", Medellín, Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, Escuela de Historia, tesis de maestría, 2000; Álvarez, Marta Nora, "Las muecas de la Regeneración", Medellín, Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, Escuela de Historia, tesis de maestría, 2001.
7 Pérez Gallego, Luis Fernando, "El Bateo: un periódico antioqueño de sátira política, 1907-1957", Historia y Sociedad, (7), Medellín, Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, diciembre de 2000. Otras investigaciones que abordan tangencialmente a El Bateo son: Vallejo Mejía, Maryluz, "Referentes del periodismo"; Cano Posada, Ana María, "La prensa de ayer y de hoy en Medellín: Esplendor y ocaso", Revista antioqueña de economía y desarrollo, (30), Medellín, Cámara de Comercio, septiembre-diciembre de 1989; Lopera Lopera, Alfonso, "Desarrollo y perfiles del periodismo antioqueño", Revista Cuartillas, (9), Medellín, julio-agosto de 1991; Pérez Gallego "La oposición política en Colombia vista a través e la caricatura, 1810-1957", Medellín, Universidad de Antioquia, Departamento de Historia, trabajo de grado, 1999; Posada de Greiff, "La prensa: periódicos y diarios", Historia de Antioquia, Medellín, Editorial Presencia, 1988.
8 Arango, Maria Cristina, Publicaciones periódicas en Antioquia, Medellín, Universidad EAFIT, 2006, p. 233.
9 El Frente Nacional fue una coalición entre liberales y conservadores para alternarse en el poder, descartando la participación de otros movimientos políticos.
10 Gilberto Mejía, en sus memorias sobre El comunismo en Antioquia, se refiere a una reunión celebrada en 1925, donde "un grupo de obreros, artesanos, empleados y gentes medias" se congregaron con el doctor Esteban Rodríguez Triana. Más tarde, según Mejía, revisando los papeles de su padre y en una conversación con Roberto Calle Cárdenas, se enteró de los nombres de los asistentes y el objetivo de la reunión. Ésta congregaba al Partido Socialista de Antioquia y Miguel Ángel del Río contaba entre sus miembros. Mejía Valderrrrama, Gilberto, El comunismo en Antioquia (Memorias María Cano), Medellín, Ediciones Pepe, 1985, p. 18.
11 Hijo del comerciante liberal Ricardo Castro y hermano de Gabriel y Alfonso Castro ambos militantes de dicho partido.
12 Editorial, "Miedos y temores", El Bateo, (1305), Medellín, 11 de abril de 1931, pp. 3-4.
13 Ramiro de Sabogal, "Conversando con Enrique Castro director de El Bateo", El Bateo, (2000), Medellín, junio 13 de 1936, p. 39.
14 [s.a.], "El Buzón", El Bateo, (799), Medellín, 19 de junio de 1926, p. 9.
15 [s.a.], "¡Horror! ¡pavor! ¡dolor! y ¡estupor!", El Bateo, (816), Medellín, 16 de octubre de 1926, p. 9.
16 [s.a.], "El Buzón", El Bateo, (1309), Medellín, 21 de abril de 1931, p. 6.
17 Según Peter Burke, el uso de caricaturas durante la Revolución Francesa amplió la esfera pública, extendiendo el debate político a la población analfabeta, Burke, Peter, Visto y no visto: el uso de la imagen como documento histórico, Barcelona, Crítica, 2005, p. 99; Chartier, por su parte, afirma que las imágenes volantes distribuidas a mediados del siglo XVII en Francia favorecieron la incursión del pueblo urbano en la cultura del escrito impreso, Chartier, Roger, Libros, lecturas y lectores en la Edad Moderna, Madrid, Alianza Editorial, 1993, p. 110.
18 Gildo, Erasmo, "Medellín", El Bateo, (310), Medellín, 15 de septiembre de 1908, p. 1.
19 Editorial, "Mil gracias", El Bateo, (789), 29 de marzo de 1926, p. 3.
20 El partido republicano fue fundado por Carlos E. Restrepo en 1909. Buscaba unir elementos del partido conservador y liberal bajo un solo movimiento nacional que permitiera crear un ambiente propicio al desarrollo económico del país. Los políticos pertenecientes a este movimiento eran principalmente antioqueños de carácter civilista y modernizador, estrechamente relacionados con los sectores bancario, industrial y comercial. La coalición republicana no tuvo mucho éxito y se fue disolviendo gradualmente. Orjuela E., Luis Javier, "Tensión entre tradición y modernidad (1904-1945)", Ocampo, José Fernando (ed.), Historia de las ideas políticas en Colombia, Bogotá, Taurus, 2008, p. 194.
21 Otro seudónimo para Libardo Parra Toro también conocido como Tartarín Moreyra y Doctor Barrabás.
22 Fierabrás, "Asamblea Departamental", El Bateo, (1464), Medellín, 1 de marzo de 1933, p. 2.
23 Melo González, Jorge Orlando, "Rafael Arredondo. ¿Un cacique liberal de transición?", www.lablaa.org/blaavirtual/revistas/credencial/agosto1998/10405.htm
24 Nicolás Maquiavelo, "Cartas de Bogotá", El Bateo, (2009), 29 de agosto de 1936, pp. 3-4.
25 Por ejemplo: Posada, "El tío Sam y sus fantoches", El Bateo, (831), Medellín, 22 de enero de 1927, p. 3; [s.a.], "Los empréstitos antioqueños", El Bateo, (842), Medellín, 9 de abril de 1927, p. 11; Rin-Ran, "La pesca milagrosa", El Bateo, (887), 10 de diciembre de 1927; [s.a.], "Las angustias de Colombia", El Bateo Ilustrado, (975), 31 de octubre de 1928, p. 11. Al ocupar la presidencia, Abadía solicitó a Estados Unidos un préstamo de 10 millones de pesos para continuar las obras públicas más importantes y abrió una licitación para un préstamo de 60 millones de pesos, concedida a una firma norteamericana. En 1928 abrió un nuevo empréstito por 35 millones para construir obras de infraestructura. No en vano a la década del veinte se le conoce como el período de la "prosperidad al debe". http://www.lablaa.org/blaavirtual/biografias/abadmigu.htm consultada el 10 de julio de 2009.
26 Mar, "La amenaza del Tío Sam", El Bateo Ilustrado, (965), 26 de septiembre de 1928, p. 9. La representación del Tío Sam como viejo verde que anda en busca de nuevas conquistas fue recurrente en las caricaturas que aludían al imperialismo estadounidense. Por ejemplo, a raíz de la proclamación de la "República de Arauca" por parte de Humberto Gómez, la caricatura "El sueño del tío" publicada en el periódico Bogotá Cómico en 1917, muestra al Tío sentado, fumando y leyendo un papel que dice "Nueva república"; sobre su cabeza se dibuja una nube, fórmula con la que se alude a un pensamiento o sueño, en la cual está desnudando a su "nueva conquista". Citada en: Melo, "De Carlos E. Restrepo a Marco Fidel Suárez. Republicanismo y gobiernos conservadores", Nueva historia de Colombia, vol. I, Historia política 1886-1946, Bogotá, 1989, p. 235.
27 http://www.lablaa.org/blaavirtual/revistas/credencial/octubre2005/masacre.htm consultada el 10 de julio de 2009.
28 Henderson, James D., La modernización en Colombia: Los años de Laureano Gómez, 1889-1965, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 2006, pp. 238-240.
29 Editorial, "Proyectos heroicos", El Bateo Ilustrado, (940), Medellín, 30 de junio de 1928, p. 3.
30 Mar, "La resurrección de Colombia", El Bateo, (1118), Medellín, 14 de enero de 1930, p. 1; Mar, "La entrada de Olaya a Cartagena", El Bateo, (1120), Medellín, 18 de enero de 1930, p. 7; Mar, "Cuentas que no salen", El Bateo, (1233), Medellín, 9 de octubre de 1930, p. 5.
31 Editorial, "El primer zarpazo", El Bateo, (1215), Medellín, 28 de agosto de 1930, p. 4.
32 Editorial, "El nuevo paso de la comedia", El Bateo, (1623), Medellín, 7 de agosto de 1934, p. 5.
33 Editorial, "Vigente la constitución del 86 no puede crearse república liberal", El Bateo, (1576), Medellín, 17 de marzo de 1934, p. 3, 10. Las reformas
34 Gómez Garc ía, Juan Guillermo, "Nota sobre la República Liberal (1936-1950)", Colombia es una cosa impenetrable. Raíces de la intolerancia y otros ensayos sobre historia política y vida intelectual, Bogotá, Diente de León, 2006, pp.52-55.
35 Alfredo, "La muerte en ruedas", El Bateo, (2129), Medellín, 18 de febrero de 1939, p. 7. Santos mencionaba en sus discursos la disposición de unir las derechas y las izquierdas, resolviéndolo todo cordialmente. Gómez Garc ía, "Nota sobre la República Liberal (1936-1950)", p. 52.
36 [s.a.], "Uno que le dio muerte al partido liberal quiere cobrar victoria 'a la carga'", El Bateo, (2495), Medellín, 3 de agosto de 1946, p. 3.
37 Mar, "Los empedernidos tenorios políticos", El Bateo, (2526), Medellín, 22 de marzo de 1947, p. 1.
38 [El resaltado es del original]. [s.a.], "El Dr. Gaitán recorre ahora el país, en gira política, a ver si se le cuaja con tiempo el dulce para el próximo debate electoral -también el de 'a la carga', que está ahora más cargado que nunca, visita muy pronto la capital de Antioquia", El Bateo, (2490), 29 de junio de 1946, p. 1.
39 Gómez Garc ía, "Nota sobre la República Liberal (1936-1950)", pp. 56-67.
40 Editorial, "Mancha indeleble", El Bateo, (1312), Medellín, 28 de abril de 1931, p. 3.
41 Nicolás Maquiavelo, "Cartas de Bogotá", El Bateo, (2009), Medellín, 29 de agosto de 1936, p. 3.
42 Gombr ich, Ernst Hans Josef, "El arsenal del caricaturista", Meditaciones sobre un caballo de juguete, Barcelona, Editorial Seix Barral, 1968; Gombrmbrmbrich, "Magia, mito y metáfora: Reflexiones sobre la sátira pictórica", Los usos de las imágenes: Estudios sobre la definición social del arte y la comunicación visual, México, Fondo de Cultura Económica, 2003.
43 Bergrgson, Henri, La risa: ensayo sobre la significación de lo cómico, Madrid, Alianza Editorial, 2008, pp. 13-14.
44 Urr ego Ardila, Miguel Ángel, La crisis del Estado nacional en Colombia. Una perspectiva histórica, Michoacán, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Instituto de Investigaciones Históricas, 2004, p. 147.
45 Gombrmbrmbrich, "El arsenal del caricaturista", p. 165.
46 Gombrich, "El arsenal del caricaturista", pp. 166-167.
47 Bonilla Reyna, "El Calavera: la caricatura en tiempos de guerra", pp. 114-115.
48 Arc iniegas, El Zancudo, p. 35.
49 Pécaut, Daniel, Orden y violencia. Evolución socio-política de Colombia entre 1930-1953, Bogotá, Editorial Norma, 2001, p. 24.
50 Miguel A. Carajo, "Patria", El Bateo Ilustrado, (913), 28 de marzo de 1928, p. 11
51 [s.a.], "Los vehículos de la muerte", El Bateo, (869), Medellín, 8 de octubre de 1927, p. 6; Mar, "Monólogo de una mula", El Bateo, (1340), Medellín, 11 de julio de 1931, p. 7; [s.a.], "Carros tortugas", El Bateo, (801), Medellín, 3 de julio de 1926, p. 9.
52 Muchos campesinos emigraron a las ciudades en busca de trabajo en el sector de las obras públicas y la escasez de brazos en la agricultura hizo que los productos agrícolas dispararan su precio. El gobierno dispuso entonces la libre importación de alimentos a través de la ley de emergencia, promulgada en 1927. Dos años después, la crisis económica obligó a los campesinos a regresar al campo, pero con la ley de emergencia todavía vigente, fue difícil competir con los productos extranjeros. Henderson, La modernización en Colombia. Los años de Laureano Gómez, 1889-1965, p. 234.
53 Bis-Bis, "Síntesis del año económico", El Bateo, (889-890), Medellín, 19 de diciembre de 1927, p. 1.
54 Editorial, "Compañía Méndez", La Defensa, (1194), Medellín, 18 de mayo de 1926, p. 3.
55 [s.a.], "Un representante duende", El Bateo, (795), Medellín, 22 de mayo de 1926, p. 5.
56 Editorial, "No da sino lástima", El Bateo, (1049), Medellín, 20 de julio de 1929, pp. 3-4.
57 Editorial, "Otro Juez Lombana", El Bateo, (1050), Medellín, 23 de julio de 1929, pp. 3-4.
58 Según el marianismo, la mujer debía sacrificar sus placeres en pos de su esposo e hijos; el matrimonio y el hogar eran una carga que la mujer llevaba con valentía y humildad. El darwinismo social, por su parte, esgrimía argumentos pseudo científicos para explicar el carácter de la mujer, que la hacía propicia a los oficios domésticos y al matrimonio. Henderson, La modernización en Colombia, pp. 119-120.
59 Velásquez Toro, Magdala, "La república liberal y la lucha por los derechos civiles y políticos de las mujeres", Las mujeres en la historia de Colombia, Tomo I, Mujeres, historia y política, Bogotá, Editorial Norma, 1995, pp. 183-188, 197-198.
60 Pica-Porte, "Las poetisas", El Bateo, (1325), Medellín, 28 de mayo de 1931, p. 11.
61 Suárárez, Arturo, "¡Ahí vienen ya ellas!", El Bateo, (992), Medellín, 23 de enero de 1929, p. 5.
62 [s.a.], "La mujer", El Bateo, (881), Medellín, 19 de noviembre de 1927, p. 2.
63 Don Fulano de Tal, "Las conquistas femeninas", El Bateo, (993), Medellín, 26 de enero de 1929, pp. 10-11.
64 [s.a.], "Que pasa en Medellín", El Bateo Ilustrado, (968), Medellín, 6 de octubre de 1928, p. 4.
Sonia Yurley Jiménez Jiménez**
** Estudiante de historia de la Universidad de Antioquia, adscrita al grupo de investigación Historia Contemporánea de esta misma universidad, dirigido por la historiadora Marta Ospina. Correo electrónico: [email protected]
Sonia Jiménez Jiménez
Estudiante de historia de la Universidad de Antioquia, adscrita al grupo de investigación "Historia Contemporánea" de esta misma universidad, dirigido por la historiadora Marta Ospina. El artículo se deriva del trabajo de pregrado titulado Prensa satírica en Medellín: El Bateo entre 1926 y 1939, financiado por el CODI y asesorado por el profesor Eduardo Domínguez Gómez.
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