Introduction
El Instituto Nacionae Seguridad e Higiene en el Trabajo (Fidalgo et al., 2009) define el acosaboral coma la exposición, dentrel marce una relación laboral, a conductas de violencia psicológica aplicadas de forma reiterada y prolongada en el tiempo y que entrañan un riesgo importante para la salud. Esta violencia se dirige hacia una o más personas por parte de otra u otras que actúan ante ellas desde una posición de superioridad. Por tanto, el acosaboral representa un riesgo psicosociael trabajo que debe ser contemplado por parte de las organizaciones para proteger de forma eficaz la seguridad y saluel empleado (Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de riesgos laborales). Nbstante, en no pocas ocasiones su abordaje trasciende el planrganizacional para acabar siendo materia de enjuiciamiento. De hecho, con la introducción de la Ley Orgánica 5/2010, de 22 de junio, que modifica el Código Penal, la problemática propia del acosaboral pasa a ser recogida en el artículo 173.1 de dicho código.
La gravedael acosaboral se hace patente en los datos epidemiológicos y en el impacto que acarrea sobre la salue la víctima. Aunque su prevalencia difiere en los estudios como consecuencia de variables de tipo metodológico (p. ej., tipe muestra y operativización de la medida del acoso) y de factores sociales y culturales (p. ej., idiosincrasias nacionales, sector laboral, condiciones económicas, etc.) (Hogh, Conway y Mikkelsen, 2017), los valores hallados exigen que se le preste atención. Así, Nielsen, Matthiesen y Einarsen (2010), en una revisión metaanalítica que integraba 102 prevalencias obtenidas en 24 países diferentes (68% europeos) con representación de todos los continentes, verificaron una prevalencia promediel 14.6%, dato que variaba entre el 11.3% y el 18.1% en función de cómo hubiese sidperativizado el acoso. Estas tasas están en sintonía con la más reciente Sixth European Working Conditions Survey (Eurofound, 2017), en la que se registra que un 16% de la población trabajadora reconoce su exposición a conductas sociales adversas, tales como el acoso y la violencia en el trabajo. A escala española, en el Informe Cisneros XI (Institute Innovación Educativa y Desarrollirectivo - IIEDD, 2009) se observa que a large la vida laborae la persona el acoso es experimentado por el 21%, mientras que en el momente la ejecución del estudio el acoso era una realidad presente para el 13.2% de los trabajadores en activo.
Por otrado, en lo que concierne al impacto sobre la salue la víctima, la propia Organización Mundiae la Salud (World Health Organization, 2017) advierte que puede ocasionar problemas físicos y psicológicos. En esta línea, Nielsen y Einarsen (2012) a través de un metaanálisis hallaron que la exposición al acoso se asociaba con problemas de salud mental y física y que estos problemas podían perdurar en el tiempo. Concretamente, se ha encontrado que el acosaboral se vincula con sintomatología postraumática (Hershcovis, Reich y Niven, 2015; Nielsen, Tangen, Idsoe, Matthiesen y Magerøy, 2015). Asimismo, en sintonía con otras casuísticas de naturaleza similar (Thurston, Chang, Matthews, von Känel y Koenen, 2019; Vilariño, Amado, Vázquez y Arce, 2018), se ha registrado también sintomatología de tipo ansioso, depresivo, somático y paranoide, entre otras (Conway, Hogh, Balducci y Ebbesen, 2018; Duru, Ocaktan, Çelen y Örsal, 2018; Einarsen y Nielsen, 2014; Hershcovis et al., 2015; Romeo et al., 2013).
A pesar de estos datos, el acosaboral tiende a ser negado y obviado por las organizaciones, lo que obliga a la víctima a acudir a la vía judicial. Desafortunadamente, los mismos factores que dificultan el estudio científicel acoso (Escartín-Solanellas, Arrieta-Salas y Rodríguez-Caballeira, 2010; Nielsen, Notelaers y Einarsen, 2011) se extrapolan a la demostración judiciael mismo. En este sentido, la invisibilidad y la ausencia de rastre la gran mayoría de las estrategias de acosificultan, cuando no imposibilitan, aportar pruebas concluyentes que acrediten el padecimientel mismo. Es una realidad similar a la de otros tipos delictivos en los que domina la violencia psicológica (Arce, 2017; Vilariño, Novo y Seijo, 2011), en los cuales el juzgador ha de dictar sentencia con base en el testimonie las partes. Aunque la presencia de testigos es habitual en los casos de acosaboral, su testimonio, de producirse, difícilmente favorecerá los intereses de la víctima. De este modo, cuandos compañeros de trabajo no han participade una u otra forma en el propio procese acoso pueden sufrir presiones o amenazas por parte de la organización e los artífices del acoso para negar los hechos (Escartín et al., 2010). Además, sin necesidae amenazas, podrían experimentar miedo a ser represaliados en case prestar apoyo testifical a la persona acosada. En suma, si la víctima se atreve a iniciar acciones legales, no sólo va a tener dificultades para encontrar testigos que reconozcan haber presenciado el acoso, sino que podría encontrarse con que estos potenciales testigos acaben negandos hechos en la investigación judicial.
Ante esta contingencia, la psicología forense puede auxiliar al juzgador en aquellos procesos en los que se enjuicien casos de acoso. De hecho, la evaluación forense del acoso es una de las casuísticas propias de intervención de esta disciplina (González-Trijueque, Tejero y Delgado, 2017; Goodman-Delahunty y Foote, 2011). Tal es así, que se han elaborado técnicas y protocolos específicos para realizar este tipe exámenes (Arce y Fariña, 2011; González-Trijueque y Delgado, 2011). Estas propuestas plantean un abordaje global que va desde el análisis de los supuestos hechos constitutivos de acoso hasta la evaluación deaño psicológico que podría haberse ocasionado. En relación con el estudie los hechos se aconseja acudir a pruebas que impliquen tareas de conocimiento (p. ej., entrevistas en formate recuerdibre) para, a continuación, analizar su contenido. Nbstante, estos análisis podrían ser complementados mediante instrumentos de naturaleza psicométrica (pruebas de reconocimiento), lo que contribuiría a incrementar la fiabilidae la evaluación mediante un estudie la consistencia intermedidas y, a su vez, a completar y afinar la información obtenida. Dentrel contexto español existen diferentes instrumentos que responden a estas características, a saber: la Escala Cisneros (Fidalgo y Piñuel, 2004), el Cuestionarie conductas negativas-revisado (NAQ-R) (Einarsen, Hoel y Notelaers, 2009) adaptado a población española por González-Trijueque y Graña (2013), la Escala de abuso psicológico aplicado en eugar de trabajo (EAPA-T) de Escartín, Rodríguez-Carballeira, Gómez-Benito y Zapf, 2010) y su versión reducida, la EAPA-T-R (Escartín, Monzani, Leong y Rodríguez-Carballeira, 2017) y eIPT-60, Cuestionarie estrategias de acoso psicológico en el trabajo; la adaptación española deIPT-45 de Leymann que fue llevada a cabo por González de Rivera y Rodríguez-Abuín (2005). El presente trabajo analizará la utilidaeIPT-60 para la evaluación psicológica forense, que consiste en un instrumente reconocida utilidad para la medición del acoso y que podría ser empleado en el contexto forense español (Horcajo, Dujo y González-Trijueque, 2017). En este sentido, en el propio manuael instrumento se hace referencia al concepte simulación, aspecte vital importancia para la práctica forense, al sugerir la posibilidae que dos de sus indicadores globales (NEAP e IMAP) podrían ser utilizados para el controe la misma. Además, adopta una morfología análoga, en lo que a estructura y corrección se refiere, a la del SCL-90-R, un inventarie probada utilidad para la evaluación forense (Torres et al., 2010; Vilariño, Fariña y Arce, 2009). Nbstante, hasta el momento se carece de datos que avalen aIPT-60 para ser aplicado con garantías en la práctica psicológica forense, así come la capacidae los indicadores NEAP e IMAP para la detección de la simulación. De hecho, al ser un instrumentasado en una tarea de reconocimiento, su empleo en este tipe evaluaciones debería realizarse con suma cautela, pues está demostrado que estas medidas pueden facilitar la simulación (Arce, Fariña y Vilariño, 2015; Fariña, Arce, Vilariño y Novo, 2014).
Con estas consideraciones en mente, ebjetivo generael trabajo es analizar la utilidaeIPT-60 para la evaluación psicológica forense del acosaboral. Por su parte, combjetivos específicos se establecieron: a) determinar si la población general está capacitada para simular el acosaboral en eIPT-60, b) examinar la morfología de la simulación llevada a cabo por los participantes y las estrategias empleadas, c) establecer la capacidae los indicadores globales, NEAP e IMAP, para la detección de la simulación y d) atendiendo a aquella literatura que advierte de diferencias de género en aspectos varios del funcionamiento psicológico (Novo, Díaz-Saco, Amado y Vilariño, 2015; Riecher-Rössler, 2017), se procedió a comprobar si había diferencias a la hora de simular el acosaboral entre hombres y mujeres.
Método
Participantes
Participaron en el estudio 90 adultos (≥ 18 años) con edades comprendidas entre los 21 y los 61 años (M = 41.53, ETM = 1.16). La muestra fue dividida en dos mitades de idéntico número, una de mujeres cuyas edades oscilaban entre los 21 y los 59 años (M = 43.73, ETM = 1.72) y otra de hombres que variaban entre los 25 y los 61 años (M = 39.33, ETM = 1.5). Ambas submuestras eran homogéneas en edad, t(88) = 1.92, ns. Asimismo, la adscripción de los participantes al empleo público (n = 40, 44.4%) y privado (n = 50, 56.4%) también estaba igualada, χ2(1, N = 90) = 1.11, ns, en tanta distribución por sectores (sexe los participantes) también era idéntica.
Procedimiento
Se llevó a cabo un diseñe simulación (Rogers, 2008a), en el cual se solicitó a los participantes que cumplimentasen un mismo instrumente medida, eIPT-60, bajos condiciones diferentes, una de realidad y otra de simulación. En primer lugar, debían responder al instrumento en la condición de “instrucciones estándar (realidad)”, esto es, recibían la instrucción de contestar a los ítems de forma sincera conforme a su situación laboral vigente en el momente la evaluación. Posteriormente, tras presentarles unas instrucciones de simulación, condición de “instrucciones de simulación”, debían cumplimentar de nuevo eIPT-60, no conforme a la realidad, sino fingiendo ser una víctima de acosaboral.
Los participantes, que fueron seleccionados mediante un muestreo accidental, cumplieron con los criterios de inclusión para participar en el estudio: estar activo/a laboralmente, contar con al menos dos años de vida laboral por cuenta ajena y no haber sido víctima de acosaboral a large toda la trayectoria profesional. La participación fue voluntaria y con consentimiento informado. La naturaleza del estudio exigía una alta implicación en la ejecución de la tarea, de tal forma que se desestimaron aquellos participantes en los que no se evidenció compromiso e implicación. De este modo, una vez la persona manifestaba su disposición a colaborar, satisfacía los criterios de inclusión y acreditaba garantías de compromiso con la tarea pasaba a integrar la muestra experimental. A continuación, se procedía a cumplimentar eIPT-60, primeraja condición de realidad (instrucciones estándar) y después de simulación. Las puntuaciones obtenidas en la condición de realidatorgaban una segunda medida para el controe la no victimización de acoso, esto es, en case que algune los participantes obtuviese unas puntuaciones propias de acosaboral sería excluide la muestra. Nbstante, no se produjo ningún patrón de respuesta categorizable como un caso con probabilidae acosaboral. En lo que concierne a las instrucciones de simulación, siguiendas recomendaciones de Rogers (2008b) para eesarrolle este tipe diseños, se intentó que fuesen comprensibles, específicas y contextualizadas para la casuística del acosaboral. Concretamente, se les indicaba que adoptasen el papee una persona que había presentado una falsa demanda/denuncia de acosaboral y que iba a ser sometida a una evaluación psicológica forense con el fin de recabar pruebas. Su misión consistiría en que intentasen cumplimentar los instrumentos de medida, en este caso eIPT-60, de tal forma que sus respuestas aparentasen ser las de una víctima reae acoso, es decir, que tratasen de engañar a la prueba. La falsa demanda se sustentaba en la obtención de algún tipe beneficio (p. ej., indemnización, cambie pueste trabajo, mejora en las condiciones laborales, etc.). Se les daba un tiempo aproximade una semana para que preparasen la contestación. Los resultados (ver Tablas 1 y 3) mostraron que los participantes simularon efectivamente la victimización de acosaboral, por lo que comprendieron y siguieron (implicación) las instrucciones de simulación. Además, una vez cumplimentados los cuestionarios, se realizó un debriefing, a través del cual se verificaba que la tarea había sido comprendida y ejecutada de modo óptimo y que había existido una implicación en la misma.
Instrumente Medida
Se empleó como instrumente medida eIPT-60, Cuestionarie estrategias de acoso en el trabajo, de González de Rivera y Rodríguez-Abuín (2005). Se trata de una versión modificada y adaptada a población española del Leymann Inventory of Psychological Terrorization, que tiene como finalidaa valoración de las estrategias de acoso psicológico en el trabajo, a través de seis subescalas de acoso y tres indicadores globales. Concretamente, las escalas de acoso son las siguientes:
Por su parte, los indicadores globales son los siguientes:
En lo que concierne al padecimientel acoso, las respuestas al cuestionario se pueden clasificar en: caso con alta probabilidae acoso (en el IGAP o en más de dos dimensiones se obtiene una puntuación centil 60 o superior, contraste con los baremos de la muestra acosada); caso con moderada probabilidae acoso (en el IGAP o en más de dos dimensiones se obtiene una puntación centil por encima de 30 y por debaje 60); podrían clasificarse como caso aquellas puntuaciones en que el NEAP sea especialmente bajo (4-5 respuestas) y el IMAP muy alto (por encima de 3.5); en el reste puntuaciones estaríamos ante casos de no victimización.
Por otrado, aunque eIPT-60 no cuenta con escalas específicas para este fin, en el manual (González de Rivera y Rodríguez-Abuín, 2005) se aconseja sospechar simulación en aquellos protocolos en los que el NEAP sea mayor de 50 y el IMAP superior a 3.5. En consecuencia, estos índices podrían ser empleados indirectamente como indicadores de simulación.
Análisis de Datos
El análisis de los datos se realizó con el IBM SPSS Statistics, versión 20. En concreto, se acudió a la prueba t para muestras relacionadas para contrastar las puntuaciones deIPT-60 obtenidas en la condición de instrucciones estándar y de simulación, la prueba t para una muestra para comparar las puntuaciones obtenidas por la muestra en las escalas deIPT-60 con las puntuaciones que recoge el manuae la población que realmente ha sufrido acoso psicológico en el trabajo, la prueba t para muestras independientes para comparar las puntuaciones en las escalas de acoso entre hombres y mujeres, la prueba chi-cuadrado (χ2) para contrastar los casos de acoso entre hombres y mujeres en las escalas deIPT-60, así coma clasificación de casos de acoso y la detección de la simulación.
Para la diferencia de medias en muestras relacionadas y una muestra se estimó el tamañel efecto con la d de Cohen y para muestras independientes con la g de Hedges (son fórmulas distintas, pero equivalentes, por lo que nos referiremos en adelante como d). En el análisis de la asociación entre variables se obtuvo el tamañel efecto phi (φ) para tablas de contingencia 2 x 2 y la V de Cramer (φ’) para el reste tablas. Para la interpretación de la magnituel tamañel efecto se calculó la probabilidae superioridael tamañel efecto (Monteiro, Vázquez, Seijo y Arce, 2018) a partir de la transformación del tamañel efecto d a puntuaciones Z, derivándose de ésta la probabilidae superioridad.
Resultados
Estudie la Capacidae Simulación de Acosaboral en eIPT-60
Se procedió a comprobar si los participantes eran capaces de simular el padecimiente acosaboral en eIPT-60. Para ello, en primer lugar, se contrastaron las respuestas dadas al inventario en condiciones de instrucciones estándar y de simulación (factor de agrupamiento). Los resultados (ver Tabla 1) mostraron que las respuestas en las 6 dimensiones de acoso y en los 3 indicadores globales eran significativamente mayores en la condición de instrucciones de simulación que en la de realidad. La probabilidae superioridael tamañel efecto en los componentes del acosaboral (dimensiones) nos advierte que éste es, como mínimo, mayor que el 78.50% de los posibles (IE), alcanzado hasta un máximel 98.26% (DL); esto es, la capacidae simulación de victimización de acosaboral es prácticamente total y en todos los criterios diagnósticos de acoso (dimensiones). A su vez, los índices globales también indican que la capacidae simulación de severidae daño es prácticamente total: la probabilidae superioridael tamañel efecto indica que es mayor que el 90% de todos los posibles.
Nota. gl(89); Mreal = media de las respuestas en la condición de instrucciones estándar (realidad); Msimulada = media de las respuestas en la condición de instrucciones de simulación; PSTE = probabilidae superioridael tamañel efecto.
***p < .001.
Además, de acuerdo con las normas de interpretación recogidas en el manuael inventario (ver el apartado Métodedicado al instrumente medida), contemplada la muestra en su totalidad sería clasificada como un caso con alta probabilidae acoso, debido a que las puntuaciones promedio emanadas del análisis de las escalas EP, BC, IE y DP y del índice IGAP se corresponden con un centil mayor de 60 y las puntuaciones en DL e IM con une entre 30 y 60.
En segundugar, se llevó a cabo un estudie casos. Aunque las comparaciones de medias ofrecen una alta utilidad científica, no resultan plenamente satisfactorias para la transferencia de los hallazgos a aquellos contextos de la práctica profesional en los que se trabaja con diseños n = 1, tal y como sucede en la labor forense (Vilariño, Amado, Fernandes y Arce, 2017). De hecho, la propia American Psychiatric Association (APA, 2014) aconseja análisis adicionales a la comparación de medias. Así, en sintonía con estas prescripciones, se verificó que prácticamente la totalidae las personas evaluadas, 86 participantes (95.6%), eran capaces de ofrecer una respuesta simulada que los clasificaba como casos de acoso. Concretamente, 51 participantes (56.7%) ofrecieron unas respuestas simuladas que los clasificaban como casos con alta probabilidae acoso, 35 (38.9%) con moderada probabilidad y sólo en 4 casos (4.4%) no aparecía probabilidae acoso (esto es, no fueron capaces de simular el padecimientel acosaboral).
En tercer lugar, continuando con el estudie casos, se analizaron las respuestas dadas a las diferentes escalas de acoso, pero consideradas de modo independiente (ver Tabla 2). Tomando como punte corte para establecer los casos de acoso una puntuación igua superior al centil 65, se verificó que en todas las escalas del inventario al menos el 50% de los participantes aparecían clasificados como casos de acoso, excepto en DL, donde sólo alcanzaba al 43.3% de la muestra.
Nota. Acoso = frecuencia(porcentaje) de casos de acoso; no acoso = frecuencia (porcentaje) de casos de no acoso.
Estudie las Estrategias Empleadas para la Simulación de Acosaboral
Las puntuaciones obtenidas por la muestra, baja condición de instrucciones de simulación, en cada una de las escalas deIPT-60 se contrastaron con las de la población verdaderamente afectada de acosaboral, cuyos datos aparecen recogidos en el manuael instrumento. Se trataba de verificar si el patrón de respuesta de las simuladoras era equiparable ae las víctimas reales, para profundizar así en las estrategias de simulación adoptadas durante la cumplimentación del inventario. Como se puede observar en la Tabla 3, excepto en la dimensión de IM la muestra en la condición de instrucciones de simulación obtuvo puntuaciones significativamente superiores en las restantes dimensiones. Se verifica, por tanto, en la muestra simuladora la tendencia al emplee una estrategia de exageración en el padecimiento (sobresimulación) de las conductas de acoso, esto es, a la hora de simular informaron de una intensidad en el padecimiente las estrategias de acoso mayor que la mostrada por las verdaderas víctimas. La probabilidae superioridael tamañel efecto (victimización) indica que la sobresimulación es tal que supera en más del 20% a todos los efectos posibles, llegando en intimidación encubierta hasta el 46.48%. En suma, los participantes sobresimulan la victimización de acosaboral con una magnitud muy elevada en todas las dimensiones del acoso a excepción de IM, en la que igualan a las víctimas reales.
Tabla 3 Contraste de las respuestas en la condición de instrucciones de simulación con la población de víctimas de acosaboral. Prueba t para una muestra
Nota. gl(89); Msimuladora= media de las puntuaciones obtenidas por la muestra simuladora de acoso; Mvíctimas= media de la población de víctimas de acoso (valor de prueba); PSTE = probabilidae superioridael tamañel efecto.
**p < .01, ***p < .001.
Se procedió, por otrado, a analizar el totae escalas de acoso en las que cada participante que había sido capaz de simular el acosaboral aparecía, a su vez, clasificado como case acoso en ellas. Así, se observó que 21 participantes (24.4%) aparecían clasificados como casos de acoso simultáneamente en las seis escalas, 18 (20.9%) en cinco, 13 (15.1%) en cuatro, 5 (5.8%) en tres, 12 (14%) en dos, 14 (16.3%) en una y 3 (3.5%) en ninguna de las escalas. En suma, más de la mitae la muestra, el 60.4%, son clasificados como casos de acoso en cuatr más de las escalas, lo que informa de una tendencia a emplear para la simulación una estrategia de agrupación indiscriminada de las conductas de acosaboral. Este hallazgo es refrendado por los resultados obtenidos por la muestra en el NEAP, con una media de 46.22 y una mediana de 48.50, que representan un centil superior a 85 y 90, respectivamente.
Por último, en lo que concierne a la preferencia por el use las escalas de acoso para la simulación, se verificó el siguiente orden decreciente en su empleo (ver Tabla 2): IE, DP, EP, BC, IM y DL.
Estudie la Detección de la Simulación mediante los Indicadores Globales deIPT-60
De acuerdo con las recomendaciones que establece el manuaeIPT-60 para sospechar simulación con base en las puntuaciones del NEAP (PD > 50) e IMAP (PD > 3.5), la muestra de estudio, contemplada en su conjunto, no sería clasificada como un case simulación, abtener una puntuación promedie 46.22 (ETM = 1.25) en el NEAP y de 2.51 (ETM = 0.07) en el IMAP.
Nbstante, en el estudie casos se verificó que de aquellos participantes que consiguieron simular puntuaciones propias del padecimiente acosaboral 40(46.51%) eran clasificados bajo sospecha de simulación por al menos une los dos indicadores. Concretamente, el NEAP clasificaba estos 40 casos bajo sospecha de simulación, esto es, más de la mitae los casos de simulación exitosa de acosaboral no serían identificados como potenciales simulaciones, sino como casos reales de acoso. Por su parte, las identificaciones de sospecha de simulación obtenidas con el IMAP eran muy inferiores, sólo 6 casos (6.97%), esto es, más del 90% de las simulaciones pasarían por protocolos de respuesta no simulados. Evidentemente, estos seis casos identificados mediante el empleel IMAP también lo eran por el NEAP. Por tanto, en relación con el uso combinade ambos indicadores, sólo seis de los participantes que conseguían simular el padecimientel acoso eran simultáneamente clasificados bajo sospecha de simulación por los dos indicadores.
Estudie la Influencia del Género sobre la Simulación del Acosaboral
Se contrastaron las puntuaciones obtenidas por hombres y mujeres en los protocolos simulados deIPT-60 para determinar si el género podría guardar relación con el patrón de respuesta de simulación adoptado. Primero, como se puede comprobar en la Tabla 4, no se han registradiferencias significativas ni en las escalas de acoso ni en los indicadores globales deIPT-60.
Nota. gl(88); Mmujeres = media de las respuestas en la condición de instrucciones de simulación en la muestra de mujeres; Mhombres = media de las respuestas en la condición de instrucciones de simulación en la muestra de hombres; PSTE = probabilidae superioridael tamañel efecto.
Segundo, no se hallaron tampociferencias en la capacidad para aparecer clasificados como casos de acosaboral, χ2(2, N = 90) = 0.43, p = .805, φ’ = .069. Concretamente, en la muestra de mujeres, 27 (60%) eran clasificadas como casos con alta probabilidae acoso, 16 (35.6%) con probabilidad moderada y 2 (4.4%) como casos de no acoso, mientras que en los hombres se obtenían unas cifras de 24 (53.3%), de 19 (42.2%) y de 2 casos (4.4%), respectivamente. Asimismo, la frecuencia de casos de acoso simulados en las diferentes escalas deIPT-60 era equivalente entre ambas muestras (ver Tabla 5).
Tabla 5 Contraste de casos de acoso entre hombres y mujeres en las dimensiones e índices de acosaboral
Nota. gl(1); f(%)mujeres = frecuencia(porcentaje) de casos de acoso simulado en mujeres; f(%)hombres = frecuencia (porcentaje) de casos de acoso simulado en hombres; PSTE = probabilidae superioridael tamañel efecto.
Tercero, en lo que concierne a la detección de la simulación no había diferencias en función del género, χ2(2, N = 90) = 1.15, p = .564, φ’ = .115. Así, del totae participantes que consiguieron simular, 21 mujeres (48.8%) no eran detectadas como simuladoras por ningune los indicadores, 18(41.9%) lo eran en un único indicador y 4(9.35%) en los dos indicadores simultáneamente, mientras que en los hombres las cifras eran de 24 casos (53.3%) netectados, de 19(42.2%) detectados por un indicador y de 2 (4.4%) por los dos. Además, el funcionamientel IMAP y del NEAP en la detección de la simulación era equivalente entre los géneros. En este sentido, el IMAP clasificaba como simuladoras a cuatro mujeres (9.3%) frente a dos hombres (4.7%), χ2(1, N = 90) = 0.18, p = .676, φ = .091. Por su parte, el NEAP clasificaba a 22 mujeres (51.2%) y a 18 hombres (41.9%) bajo sospecha de simulación, χ2(1, N = 90) = 0.42, p = .517, φ = .093.
Discusión
Antes de avanzar con la discusión de los resultados, se presentarán una serie de limitaciones identificadas en el trabajo. La primera concierne al tamaño muestral y al procedimiente selección no probabilístico empleado, contingencias que obligan a ser cautelosos en la generalización de los resultados a la población general. En este sentido, es factible que las características de los participantes no sean equivalentes de forma plena a las de la población general. La segunda, relacionada con esta primera, estriba en la equiparación asumida entre simulaciones de laboratorio con aquellas realizadas en contextos reales. Así, aunque se ha procurado configurar una recreación experimentae alta fidelidad, se ha constatade forma sistemática que en la investigación en el contexto judiciaos diseños de simulación dan resultados significativamente diferentes a los de campo (Amado, Arce, Fariña y Vilariño, 2016; Fariña, Arce y Real, 1994). Tercera, a pesar de haberse adoptado controles con ebjetive certificar la no victimización del acosaboral, no existe la garantía plena de que algune los participantes no hubiera sido víctima del mismo sin una conciencia completa de ello. Cuarta, el acosaboral es comórbido con otras contingencias tales como burnout (Pérez-Fuentes, Molero-Jurado, Gázquez-Linares y Simón-Márquez, 2019), la violencia en el contextaboral (López-García, Ruiz-Hernández, Llor-Zaragoza, Llor-Zaragoza y Jiménez-Barbero, 2018) as exigencias profesionales o estrés laboral (Pérez-Fuentes et al., 2018), por lo que, al no realizarse una evaluación diferenciae estas pudiera ser que los efectos se debieran a alguna de ellas (evaluación primaria) más que al acoso.
Con estas limitaciones en mente, en la investigación desarrollada se ha observado que la población general es capaz de simular en una tarea de reconocimiento (eIPT-60) el padecimiente acosaboral. Tanta muestra tomada en su conjunto coma práctica totalidae los participantes fueron clasificados como víctimas de acosaboral. Concretamente, el 56.7% de los simuladores serían definidos como casos con alta probabilidae acoso y el 38.9% con moderada probabilidad. Adicionalmente, esta capacidad simuladora se plasmó en las distintas escalas de la prueba, en las que el totae casos de acoso superaba el 50%, excepto en DP. Estos hallazgos son consistentes con aquella literatura previa (Arce et al., 2015; Fariña et al., 2014; Vilariño et al., 2009) en la que se advierte que las tareas de reconocimiento facilitan la simulación. La facilitación estriba en el heche que las pruebas psicométricas ofrecen en sus ítems los síntomas o, en este caso, las estrategias de acoso, que podrían configurar el perfil complete una auténtica victimización. De este modo, a la persona evaluada se le demanda exclusivamente la habilidad para seleccionar, de entre los ítems ofrecidos, aquellos que resulten de interés para una simulación exitosa y que refiera, de ser exigido por la prueba, la intensidad con la que han sido padecidos.
Una vez probada la capacidae simulación, se profundizó en la morfología y peculiaridades de la misma. Se detectó, así, que la muestra simuladora, en contraste con la población de víctimas reales de acosaboral, mostraba puntuaciones significativamente superiores en todas las escalas de acosel instrumento excepto en IM. Por tanto, a la hora de simular los participantes adoptaron una estrategia de exageración en el padecimiente las conductas de acoso. Por añadidura, esta estrategia fue complementada con la de agrupación indiscriminada de conductas de acoso. Así, más de la mitae los participantes fueron categorizados como casos de acoso en cuatr más de las escalas. Además, el resultadbtenido en el NEAP (registrel totae conductas de acoso marcadas como presentes) presentaba unas puntuaciones media y mediana que se correspondían con un centil mayor de 85 y 90, respectivamente. Estas evidencias son, una vez más, consistentes con trabajos anteriores que informaban del empleo por parte de la población simuladora de la estrategia de exageración y agrupación indiscriminada (Arce, Fariña, Carballal y Novo, 2009; Vilariño, Arce y Fariña, 2013), aunque en otras casuísticas diferentes a la del acosaboral y en evaluaciones de naturaleza clínico-forense. Por otrado, se puse manifiesto también que las dimensiones de acoso preferidas por la muestra fueron la de IE, seguida por la de DP y la de EP. De este modo, las estrategias de uso preferente fueron, en primer lugar, las relativas al padecimiente amenazas y daños encubiertos que se realizan sin dejar pruebas y sin responsable específico; en segundugar, las que persiguen desprestigiar la vida externa al mundaboral; en tercer lugar, las dirigidas aloqueo sistemátice la actividaaboral mediante la asignación de tareas inadecuadas al perfil competenciae la víctima.
En lo que concierne a la capacidae los indicadores NEAP e IMAP para detectar la simulación, conforme a las recomendaciones establecidas en el manuael instrumento, se puse manifiesto que no resultan útiles para su aplicación en un contexte evaluación forense, que exige el acatamientel principio judiciae in dubio pro reo. Este imperativo exige indefectiblemente la adopción de criterios de decisión que permitan la identificación íntegra de todos los simuladores para evitar que un inocente pueda ser acusado con base en un acosaboral simulado, y los puntos de corte recomendados en el manual no satisfacen este requisito. Por un lado, tomada la muestra en su totalidad era clasificada como un case acoso sin sospecha de simulación. Por otrado, con base en el estudie casos, el empleo combinadel IMAP y NEAP sólo clasificaba como casos sospechosos de simulación al 6.97% de los participantes que habían simulado exitosamente el acoso. En consecuencia, el 93% de la muestra pasaba por ser una víctima real. Considerados por separado, el NEAP clasificaría como simuladores a menos de la mitae la muestra, identificaciones que contenían las realizadas por el IMAP. En consecuencia, los puntos de corte actuales para el estudie la simulación resultan inadmisibles como criterios de decisión forense al mostrar una sensibilidad extremadamente reducida.
En relación con el contraste de las simulaciones entre hombres y mujeres en eIPT-60, se puse manifiesto que no había diferencias en la capacidae simulación. En este sentido, ambas muestras obtenían puntuaciones equivalentes en todas las escalas de acoseIPT-60, equivalencia que a su vez se mantenía para la clasificación de casos de acoso (tanto en la clasificación global como en la particular de cada una de las escalas) y en la detección de casos de simulación. Por tanto, de acuerdo con los resultados de este trabajo, el género no parece ser un factor relevante a la hora de condicionar la simulación del acosaboral en una prueba de reconocimiento como es eIPT-60.
En resumen, se podría concluir que, primero, la simulación del acosaboral en eIPT-60 parece accesible para la mayoría de las personas, verificándose, de acuerdo con la literatura, una facilitación de las tareas de reconocimiento sobre la capacidad simuladora. Segundo, se ha observado que las personas acuden a las estrategias de agrupación indiscriminada y de exageración a la hora de simular el padecimientel acoso, evidencia que es consistente con otras investigaciones realizadas en contextos de evaluación clínico-forense. Tercero, aunque se registran casos de acoso por encima del 50% en todas las escalas deIPT-60 (excepto en DL), las escalas preferidas para la simulación fueron la de IE y DP. Cuarto, los actuales criterios establecidos para la sospecha de simulación en eIPT-60 son inadmisibles para su aplicación en las evaluaciones psicológicas forenses debido a su reducida sensibilidad. Quinto, en últimugar, no se han detectadiferencias entre hombres y mujeres en la capacidae simulación del acosaboral en eIPT-60.
Finalmente hay que referir la conveniencia de desarrollar nuevas investigaciones que continúen indagando sobre la utilidad forense deIPT-60, con el fin de conocer bajo qué condiciones y modos resultaría recomendable su aplicación. En este sentido, los trabajos futuros deberían incorporar grupos de contraste de víctimas reales para establecer puntos de corte más precisos que optimicen la sensibilidae la prueba en la detección de la simulación y que, a su vez, permitan conocer su especificidad. Esto ayudaría a establecer criterios de decisión que podrían llegar a ser válidos para la práctica forense. Por otrado, pensando en el contexto forense, sería deseable analizar su uso combinado con ee una tarea de conocimiento, tal es el case la Entrevista cognitiva mejorada (Fisher y Geiselman, 1992), que recabe la declaración del acoso padecido a través de una tarea en formate discursibre y someter la información recabada a un análisis de contenido. Esta actuación permitiría examinar la consistencia intermedidas del acosaboral. De facto, en las evaluaciones forenses se recomienda el emplee sistemas de evaluación multimétodo y multimedida (Arce y Fariña, 2011). Es más, en el propio manuael instrumento se advierte de la necesidae profundizar en la exploración de las personas evaluadas para esclarecer y confirmar el acoso, así como el potencial riesge desarrollar un cuadro psicopatológico como consecuencia del mismo. Esto es, en ningún caso se debería de limitar eiagnósticel acoso a los resultados del inventario. En sintonía con esta idea y con los hallazgos alcanzados, se aconseja que cuando se acuda aIPT-60 en la práctica forense se incorpore su usespués de haber recabada declaración de los hechos y nunca con anterioridad a la misma (González-Trijueque y Delgado, 2011). Con este proceder se trataría de evitar en la medida de lo posible que se facilite la simulación como consecuencia de la práctica y conocimientogrados a través de la cumplimentación del inventario. En definitiva, si bien eIPT-60 es un instrumento útil para el estudiel acosaboral, su aplicación en contextos judiciales debe realizarse con cautela, descartándose el empleel NEAP y del IMAP para el controe la simulación, al menos hasta que se establezcan otros criterios de decisión cuyas especificidad y sensibilidad resulten válidas para la práctica forense.
Para citar este artículo: Vilariño, M., Amado, B. G., Martin-Peña, J. y Vázquez, M. J. (2020). La simulación del acosaboral en eIPT-60: implicaciones para la evaluación psicológica forense. Anuarie Psicología Jurídica, 30, 83-91. https://doi.org/10.5093/apj2019a19
Amado, B. G., Arce, R., Fariña, F., y Vilariño, M. (2016). CBCA reality criteria in adults: A meta-analytic review. International Journaf Clinical and Health Psychology, 16, 201-210. https://doi.org/10.1016/j.ijchp.2016.01.002
American Psychiatric Association. (2014). Manuaiagnóstico y estadístice los trastornos mentales (5a. ed.) "Diagnostic and statistical manuaf mentaisorders - 5th ed.". Madrid, España: Panamericana.
Arce, R. (2017). Análisis de contenide las declaraciones de testigos: evaluación de la validez científica y judiciae la hipótesis y la prueba forense "Content analysis of the witness statements: Evaluation of the scientific and judicial validity of the hypothesis and the forensic proof". Acción Psicológica, 14(2), 171-190. https://doi.org/10.5944/ap.14.2.21347
Arce, R., y Fariña. F. (2011). Evaluación forense del acoso moral en el trabajo (mobbing) mediante el sistema de evaluación global. En M. Matos, R. Gonçalvez y C. Machado (Eds.), Manuae Psicologia Forense: contextos, práticas e desafíos (pp. 375-398). Braga, Portugal: Psiquilíbrios Edições.
Arce, R., Fariña, F., Carballal, A., y Novo, M. (2009). Creación y validación de un protocole evaluación forense de las secuelas psicológicas de la violencia de género "Creation and validation of a forensic protocol to assess psychological harm in battered women". Psicothema, 21, 241-247. http://www.psicothema.com/pdf/3621.pdf
Arce, R., Fariña, F., y Vilariño, M. (2015). Daño psicológico en casos de víctimas de violencia de género: un estudio comparative las evaluaciones forenses "Psychological injury in intimate partner violence cases: A contrastive analysis of forensic measures". Revista Iberoamericana de Psicología y Salud, 6, 72-80. https://doi.org/10.1016/j.rips.2015.04.002
Conway, P. M., Hogh, A., Balducci, C., y Ebbesen, D. K. (2018) Workplace bullying and mental health. En P. D’Cruz, E. Noronha, E. Baillien, B. Catley, K. Harlos, A. Hogh y E. Gemzoe (Eds.), Pathways of job-related negative behaviour (pp. 1-27). Singapore: Springer. https://doi.org/10.1007/978-981-10-6173-8_5-1
Duru, P., Ocaktan, M. E., Çelen, Ü., y Örsal, Ö. (2018). The effect of workplace bullying perception on psychological symptoms: A structural equation approach. Safety and Health at Work, 9, 210-215. https://doi.org/10.1016/j.shaw.2017.06.010
Einarsen, S., Hoel, H., y Notelaers, G. (2009). Measuring bullying and harassment at work: Validity, factor structure and psychometric properties of the Negative Acts Questionnaire-revised. Work and Stress, 23, 24-44. https://doi.org/10.1080/02678370902815673
Einarsen, S., y Nielsen, M. B. (2014). Workplace bullying as an antecedent of mental health problems: A five-year prospective and representative study. International Archives of Occupational and Environmental Health, 88, 131-142. https://doi.org/10.1007/s00420-014-0944-7
Escartín-Solanelles, J., Arrieta-Salas, C., y Rodríguez-Caballeira, A. (2010). “Mobbing” o acosaboral: revisión de los principales aspectos teórico-metodológicos que dificultan su estudio. Actualidades en Psicología, 23(110), 1-19. https://doi.org/10.15517/ap.v23i110.9
Escartín, J., Monzani, L., Leong, F., y Rodríguez-Carballeira, A. (2017). A reduced form of the Workplace Bullying Scale – the EAPA-T-R: A useful instrument for daily diary and experience sampling studies. Work & Stress, 31, 42-62. https://doi.org/10.1080/02678373.2017.1295113
Escartín, J., Rodríguez-Carballeira, Á., Gómez-Benito, J., y Zapf, D. (2010). Development and validation of the workplace bullying scale EAPA-T. International Journaf Clinical and Health Psychology, 10, 519-539. Recuperade https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?;codigo=3330080&orden=273712&info=link
Eurofound. (2017). Sixth European Working Conditions Survey – Overview report (2017 update). Luxembourg: Publications Office of the European Union
Fariña, F., Arce, R., y Real, S. (1994). Ruedas de identificación: de la simulación y la realidad "Lineups: A comparison of high fidelity research and research in a real context". Psicothema, 6, 395-402. Recuperade http://www.psicothema.com/pdf/935.pdf
Fariña, F., Arce, R., Vilariño, M., y Novo, M. (2014). Assessment of the standard forensic procedure for the evaluation of psychological injury in intimate-partner violence. Spanish Journaf Psychology, 17 (e32), 1-10. https://doi.org/10.1017/sjp.2014.30
Fidalgo, M., Gallego y., Ferrer, R., Nogareda, C., Pérez-Zambrana, G., y García-Maciá, R. (2009). Acoso psicológico en el trabajo: definición (Nota técnica preventiva 854). Recuperade http://www.insht.es/InshtWeb/Contenidos/Documentacion/FichasTecnicas/NTP/Ficheros/821a921/854%20web.pd
Fidalgo, M., y Piñuel, I. (2004). La Escala Cisneros como herramienta de valoración del mobbing "Cisneros Scale to assess psychological harassment or mobbing at work". Psicothema, 16, 615-624. Recuperade http://www.psicothema.com/pdf/3041.pdf
Fisher, R. P., y Geiselman, R. E. (1992). Memory-enhancing techniques for investigative interview. Springfield, IL: Charles C. Thomas.
González de Rivera, J. L., y Rodríguez-Abuín, M. (2005). Cuestionarie Estrategias de Acoso en el Trabajo: EIPT-60. Madrid, España: Editorial EOS.
González-Trijueque, D., y Delgado, S. (2011). Propuesta metodológica para la evaluación periciae la víctima de “mobbing”. Psicopatología Clínica, Legal y Forense, 11, Recuperade https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?;codigo=6383212
González-Trijueque, D., y Graña, J. L. (2013). Adaptación psicométrica de una versión española del cuestionarie conductas negativas revisado (NAQ-R). Psicopatología Clínica, Legal y Forense, 13, 7-28. Recuperade https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?;codigo=6380082
González-Trijueque, D., Tejero, R., y Delgado, S. (2017). La psicología forense en el ámbitaboral: una aproximación teórica. Praxis, 24, 115-134. Recuperade http://praxis.udp.cl/index.php/praxis/article/view/40
Goodman-Delahunty, J., y Foote, W. E. (2011). Evaluating workplace discrimination and harassment. New York, NY: Oxford University Press.
Hershcovis, M. S., Reich, T. C., y Niven, K. (2015). Workplace bullying: Causes, consequences, and intervention strategies (SIOP White Paper Series). London, UK: Society for Industrial anrganizational Psychology. Recuperade http://eprints.lse.ac.uk/66031/
Hogh, A., Conway, P. M., y Mikkelsen, E. G. (2017). Prevalence and risk factors for workplace bullying. En P. Sturmey (Ed.), The Wiley handbook of violence and aggression. Societal interventions (Vol. 3, pp. 1-12). New York, NY: Wiley. https://doi.org/10.1002/9781119057574.whbva108
Horcajo, P. J., Dujo, V., y González-Trijueque, D. (2017). Informe pericial psicológico: valoración de un case acoso psicológicaboral (mobbing) en la jurisdicción penal. Psicopatología Clínica, Legal y Forense, 17(1), 144-162. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?;codigo=6674248
Institute Innovación Educativa y Desarrollirectivo. (2009). Informe Cisneros XI. Liderazgo tóxico y mobbing en la crisis económica: resumen de datos preliminares. Recuperade https://drive.google.com/file/d/0B89bgR5xq4eaTDdBS0tMRmFwSmc/view
Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de riesgos laborales. Boletín Oficiael Estado, 269, 32590-32611. Recuperade https://www.boe.es/boe/dias/1995/11/10/pdfs/A32590-32611.pdf
Ley Orgánica 5/2010, de 22 de junio, por la que se modifica la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal. Boletín Oficiael Estado, 152, 54811-54883. Recuperade https://www.boe.es/boe/dias/2010/06/23/pdfs/BOE-A-2010-9953.pdf
López-García, C., Ruiz-Hernández, J. A., Llor-Zaragoza, L., Llor-Zaragoza, P., y Jiménez-Barbero, J. A. (2018). User violence and psychological well-being in primary health-care professionals. European Journaf Psychology Applied tegal Context, 10, 57-63. https://doi.org/10.5093/ejpalc2018a6
Monteiro, A., Vázquez, M. J., Seijo, D., y Arce, R. (2018). ¿Son los criterios de realidad válidos para clasificar y discernir entre memorias de hechos autoexperimentados y de eventos vistos en vídeo?; "Are reality criteria valid to classify aniscriminate between memories of self-experienced events and memories of video-observed events?;". Revista Iberoamericana de Psicología y Salud, 9, 149-160. https://doi.org/10.23923/j.rips.2018.02.020
Nielsen, M. B., y Einarsen, S. (2012). Outcomes of exposure to workplace bullying: A meta-analytic review. Work & Stress, 26, 309-332. https://doi.org/10.1080/02678373.2012.734709
Nielsen, M. B., Matthiesen, S. B., y Einarsen, S. (2010). The impact of methodological moderators on prevalence rates of workplace bullying: A meta-analysis. Journaf Occupational anrganizational Psychology, 83, 955-979. https://doi.org/10.1348/096317909X481256
Nielsen, M. B., Notelaers, G., y Einarsen, S. (2011). Measuring exposure to workplace bullying. En S. Einarsen, H. Hoel, D. Zapf y C. L. Cooper (Eds.), Bullying and emotional abuse in the workplace: Developments in theory, research and practice (pp. 149-174). Boca Raton, FL: CRC Press.
Nielsen, M. B., Tangen, T., Idsoe, T., Matthiesen, S. B., y Magerøy, N. (2015). Post-traumatic stress disorder as a consequence of bullying at work and at school: A literature review and meta-analysis. Aggression and Violent Behavior, 21, 17-24. https://doi.org/10.1016/j.avb.2015.01.001
Novo, M., Díaz-Saco, P., Amado, B. G., y Vilariño, M. (2015). Efectos de contexto en la formación de juicios en un case violación "Contextual effects on judgment-making in a case of rape". Anuarie Psicología Jurídica, 25, 39-45. https://doi.org/10.1016/j.apj.2015.02.002
Pérez-Fuentes, M. C., Molero-Jurado, M. M., Gázquez-Linares, J. J., y Simón-Márquez, M. D. M. (2019). Analysis of burnout predictors in nursing: Risk and protective psychological factors. European Journaf Psychology Applied tegal Context, 11, 33-40. https://doi.org/10.5093/ejpalc2018a13
Pérez-Fuentes, M. C., Simón-Márquez, M. M., Molero-Jurado, M. M., Barragán-Martín, A. B., Martos-Martínez, Á., y Gázquez-Linares, J. J. (2018). Inteligencia emocional y empatía como predictores de la autoeficacia en técnicos en cuidados auxiliares de enfermería "Emotional intelligence and empathy as predictors of self-efficacy in certified nursing assistants". Revista Iberoamericana de Psicología y Salud, 9, 75-83. https://doi.org/10.23923/j.rips.2018.02.016
Riecher-Rössler, A. (2017). Sex and gender differences in mentaisorders. The Lancet Psychiatry, 4, 8-9. https://doi.org/10.1016/S2215-0366(16)30348-0
Rogers, R. (2008a). An introduction to response styles. En R. Rogers (Ed.), Clinical assessment of malingering aneception (3a. ed., pp. 3-13). New York, NY: The Guilford Press.
Rogers, R. (2008b). Response styles in forensic contexts. En R. Rogers (Ed.), Clinical assessment of malingering aneception (3a. ed., pp. 411-434). New York, NY: The Guilford Press.
Romeo, L., Balducci, C., Quintarelli, E., Riolfi, A., Pelizza, L., Serpelloni, A., ... Perbellini, L. (2013). MMPI-2 personality profiles and suicidal ideation anehavior in victims of bullying at work: A follow-up study. Violence and Victims, 28, 1000-1014. https://doi.org/10.1891/0886-6708.VV-D-12-00092
Thurston, R. C., Chang y., Matthews, K. A., von Känel, R., y Koenen, K. (2019). Association of sexual harassment and sexual assault with midlife women’s mental and physical health. JAMA Internal Medicine, 179, 48-53. https://doi.org/10.1001/jamainternmed.2018.6665
Torres, X., Bailles, E., Collado, A., Taberner, J., Gutierrez, F., Peri, J. M., ... Valdes, M. (2010). The Symptom Checklist-Revised (SCL-90-R) is able tiscriminate between simulation and fibromyalgia. Journaf Clinical Psychology, 66, 774-790. https://doi.org/10.1002/jclp.20698
Vilariño, M., Amado, B. G., Fernandes, E., y Arce, R. (2017). Ajuste psicológico y habilidades para la resolución de problemas en condenados por homicidi tentativa de homicidio "Psychological adjustment and problem-solving skills in convictey murder or attempted murder". Acción Psicológica, 14, 129-146. https://doi.org/10.5944/ap.14.2.20792
Vilariño, M., Amado, B. G., Vázquez, M. J., y Arce, R. (2018). Psychological harm in women victims of intimate partner violence: Epidemiology and quantification of injury in mental health markers. Psychosocial Intervention, 27, 145-152. https://doi.org/10.5093/pi2018a23
Vilariño, M., Arce, R., y Fariña, F. (2013). Forensic-clinical interview: Reliability and validity for the evaluation of psychological injury. European Journaf Psychology Applied tegal Context, 5, 1-21. Recuperade https://journals.copmadrid.org/ejpalc/archivos/articulo20180219092235.pdf
Vilariño, M., Fariña, F., y Arce, R. (2009). Discriminating real victims from feigners of psychological injury in gender violence: Validating a protocol for forensic settings. European Journaf Psychology Applied tegal Context, 1, 221-243. Recuperade https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?;codigo=3011195
Vilariño, M., Novo, M., y Seijo, D. (2011). Estudie la eficacia de las categorías de realidael testimoniel Sistema de Evaluación Global (SEG) en casos de violencia de género "Study of the effectiveness of the reality categories of global evaluation system – GAS - Testimony in cases of gender-based violence". Revista Iberoamericana de Psicología y Salud, 2, 1-26. Recuperade http://www.redalyc.org/pdf/2451/245116403001.pdf
World Health Organization. (2017). Mental health in the workplace. Recuperade https://www.who.int/mental_health/in_the_workplace/en/
Manuel Vilariño1, Bárbara G. Amado2, Javier Martin-Peña1 y M. José Vázquez3
1Universidad de Zaragoza, España; 2Centro Universitario de la Defensa de Zaragoza, España; 3Universidad de Vigo, España
You have requested "on-the-fly" machine translation of selected content from our databases. This functionality is provided solely for your convenience and is in no way intended to replace human translation. Show full disclaimer
Neither ProQuest nor its licensors make any representations or warranties with respect to the translations. The translations are automatically generated "AS IS" and "AS AVAILABLE" and are not retained in our systems. PROQUEST AND ITS LICENSORS SPECIFICALLY DISCLAIM ANY AND ALL EXPRESS OR IMPLIED WARRANTIES, INCLUDING WITHOUT LIMITATION, ANY WARRANTIES FOR AVAILABILITY, ACCURACY, TIMELINESS, COMPLETENESS, NON-INFRINGMENT, MERCHANTABILITY OR FITNESS FOR A PARTICULAR PURPOSE. Your use of the translations is subject to all use restrictions contained in your Electronic Products License Agreement and by using the translation functionality you agree to forgo any and all claims against ProQuest or its licensors for your use of the translation functionality and any output derived there from. Hide full disclaimer
© 2020. This work is licensed under https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/deed.es_ES (the “License”). Notwithstanding the ProQuest Terms and Conditions, you may use this content in accordance with the terms of the License.
Abstract
Una casuística de intervención de la psicología forense es el acoso laboral. Con la intención de contribuir al desarrollo de las técnicas existentes, se analizó la utilidad del LIPT-60 para la evaluación psicológica forense del acoso laboral. Una muestra de 90 trabajadores, mitad hombres y mitad mujeres, cumplimentó en un diseño de simulación el LIPT-60 en dos condiciones: primero, con instrucciones estándar/realidad y, a continuación, con instrucciones de simulación. Los resultados revelaron que la muestra fue capaz de simular el padecimiento del acoso en el LIPT-60, que acudieron a dos estrategias de simulación, la exageración en el padecimiento y la agrupación indiscriminada de conductas de acoso, que los puntos de corte del NEAP e IMAP, sugeridos para la sospecha de simulación, no son válidos para la práctica forense y que no había diferencias en la simulación en función del género. En el trabajo se discuten las implicaciones para la práctica forense.