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LAS CORTES DE CÁDIZ Y LA CUESTIÓN AMERICANA
Las Cortes1 se van a reunir el 24 de septiembre de 1810 en la Isla de León, próxima a la ciudad de Cádiz. Cerca de un centenar de diputados comenzaron a sesionar. De ellos, treinta americanos en su calidad de suplentes representarán muchas de las aspiraciones políticas y económicas del criollismo americano. La mayor parte de los diputados americanos, elegidos en los diversos procesos electorales,2 van a llegar a la península en los primeros meses del año once. En esa primavera se va a alcanzar la cifra total de trescientos representantes entre peninsulares y americanos.
En este sentido, la Cámara nacía con componentes liberales, tanto por su composición electoral como por su vertiente legislativa -decretos claramente liberales. Pero también con componentes autonomistas americanos, tanto por la presencia y participación de representantes americanos, como por sus intervenciones en los decretos y en la propia Constitución de 1812. Es más, ambos tendrán unas características hispanas al considerar a los territorios americanos como parte integrante de la Monarquía en igualdad de derechos políticos, económicos y jurídicos.
En la primera sesión se plantearon por parte de Diego Muñoz Torrero, diputado por Extremadura, dos propuestas, que se convertirán en decretos: la libertad de imprenta y la soberanía nacional. Este último decreto, consustancial a la doctrina liberal del momento, suponía establecer la legitimidad de los diputados como representantes de la Nación. Además se estableció también el reconocimiento de Fernando VII como Rey, la nulidad de la cesión de la corona en favor de Napoleón, la división de poderes y la inviolabilidad de los diputados. Comenzaba el liberalismo político a fundar, jurídicamente, el Estado-nación. Nacían las Cortes en Cádiz y con ellas una determinada y singular propuesta revolucionaria que contemplaba parámetros liberales, autonomistas y anticoloniales desde características hispanas.
La revolución se inició dotando de nuevo significado político -que no de significanteal conjunto de los habitantes españoles. Era la Nación, decían sus representantes, quien reconocía a Fernando VII como Rey. Con esta declaración de intenciones se invertían los parámetros legitimadores del Estado. Empezaba un cambio en la Representación y también en la Soberanía. Era el legislativo quien reconocía al poder ejecutivo, en este caso al Rey Fernando VII, y no al revés como hasta...