Poco tiene que ver la edición original de 1972 de Learning from las Vegas, the forgotten symbolism of the architectural form, con la edición revisada de 1977, que fue traducida al español y publicada por Gustavo Gili en 1978. El gran formato del libro original (38x28cm) se justificaba por la importancia del material gráfico desplegado, un ejercicio de análisis que aspiraba a descubrir nuevas técnicas de representación capaces de reproducir una realidad tan compleja sensorialmente como la de la ciudad de las Vegas. La drástica transformación, impulsada por los propios autores, suponía un abaratamiento y por tanto una mayor difusión del libro, pero sobretodo trataba de acabar con el conflicto entre su crítica al diseño Bauhaus y el diseño Bauhaus tardío del libro original, como señaló la propia Denise Scott Brown en el prologo de la edición revisada de 1977
A menudo el libro de las Vegas ha sido considerado por la crítica como secuela de Complexity and Contradiction in Architecture, de Robert Venturi, 1966. Alan Colquhoun señaló en su momento que la principal diferencia entre ambos era simplemente el distinto énfasis en ciertas ideas, más que la introducción de nuevos conceptos. En realidad no existe una distancia temporal tan grande entre los dos trabajos como sus fechas de publicación sugieren. Aunque Learning from las Vegas no se publicaría hasta 1972, fue el resultado de un viaje que hicieron Venturi y Scott Brown a las Vegas precisamente en 1966. En esta visita inicial ya se empezó a gestar la primera parte del libro, A Significance forA&P Parkinglots, que quedó formalizada definitivamente en el artículo publicado en Architectural Forum de Marzo de 1968. Durante ese mismo año dirigieron el estudio LLV de Yale en el que completaban la documentación necesaria para el libro publicado cuatro años más tarde.
Sin embargo, las diferencias entre los dos trabajos son bastante más importantes de lo que Colquhoun señaló en su momento. Metodológica y estratégicamente el libro sobre las Vegas constituye un acercamiento a algunas de las tesis que Complexity and Contradiction combatía, así como la consecución de objetivos que entonces quedaban planteados pero no resueltos. Aunque los dos libros proponen maneras de hacer arquitectura muy similares, lo hacen desde enfoques teóricos ideológicamente distantes. Esto constituye buena prueba de la creciente importancia de la teoría en arquitectura, así como de la progresiva autonomía de una teoría desarrollada desde el ámbito académico con respecto a la práctica de la disciplina.
Uno de los principales objetivos planteados en Complexity and Contradiction, identificar crítica y creación en arquitectura, como ya hicieran en el campo de la literatura los poetas de la Nueva Crítica, quedó entonces anulado por el empeño de Venturi en oponerse a la objetividad y universalidad modernas a través de justificaciones personalistas que aludían continuamente a sus gustos y a sus disgustos. Para Venturi, en la afirmación Kahaniana lo que una cosa quiere ser, estaba implícito lo contrario, lo que el arquitecto quiere que la cosa sea. En el trabajo de las Vegas la estrategia cambia radicalmente y Venturi desaparece de la escena como sujeto, cediendo todo el protagonismo al objeto del análisis, la ciudad de las Vegas. Un análisis crítico decididamente inexpresivo que sirve para demostrar muchas de las teorías anteriormente intuidas: la convivencia entre la individualidad de las partes y la unidad del conjunto, la independencia entre exterior e interior del edificio, la redefinición de funciones. Las Vegas suponía por tanto una prueba importante de las tesis previamente planteadas, pero ante todo constituyó un cambio radical en el enfoque teórico de Robert Venturi y en cómo sus teorías se relacionaban con los principios propuestos por la arquitectura moderna.
Las ideas de objetividad e inexpresión introducidas por Denise Scott Brown fueron fundamentales en este nuevo planteamiento teórico. Durante su estancia en Londres había estado en estrecho contacto con el espíritu de la nueva objetividad, Neue Sachlichkeit, rescatado por Alison y Peter Smithson y por los principales integrantes del Independent Group. Se trataba de una actitud profundamente liberadora de raíces indudablemente modernas que permitía encontrar valor en lugares y objetos considerados normalmente como feos por los arquitectos, considerando que la belleza podría emerger de diseñar y construir de manera franca, para ia vida de la comunidad tal como es y no para una sentimental versión de cómo debiera ser. Una postura de tradición moderna que les permitiría desde entonces aprender de todas las cosas, empezando por la ciudad de las Vegas.
Complexitty and Contradiction había cumplido pues la función con la que había sido concebido, dinamitar definitivamente los cimientos de una arquitectura moderna ortodoxa en crisis, que se había convertido en mero ejercicio estilístico, y proclamar abiertamente el fin de la modernidad. Ahora hacía falta entroncar con los que Venturi y Scott Brown consideraban como los verdaderos valores del movimiento moderno: los sociales. Para esto se proponía volver a atender los verdaderos intereses de la gente, entre los que estaban la percepción y la capacidad de representación de la arquitectura y de la ciudad. Olvidada así la defensa del gusto del arquitecto-artista llevada a cabo en Complexity and Contradiction, se pasaba a promover una recuperación de la nueva objetividad, proponiendo, frente a la platónica búsqueda de la verdad moderna, una epicúrea aceptación de la realidad.
La importancia de la edición original de Learning from las Vegas reside precisamente en este hecho. Se trata de una reproducción sensible de la ciudad, entendiendo la realidad y representándola desde un punto de vista fenomenólgico. Tal como planteaban Jean Labatut, profesor de Venturi en Princeton, o Nicolaus Pevsner y Gordon Cullen desde la editorial de Architectural Review en las décadas de los cuarenta y cincuenta, la ciudad se entendía como paisaje urbano desde un enfoque casi pintoresco. Las grandes fotografías en color, los planos y esquemas a doble página, las secuencias de fotos hechas desde el coche en marcha al estilo David Lynch consiguen envolver al lector en un intento acertado de que éste experimente la experiencia de atravesar en coche el strip de las Vegas.
La edición revisada de 1977 renunciaba por completo a esta aspiración inicial y se acercaba aún más a los postulados modernos. En este caso se apelaba a la funcionalidad y a terminar con el exceso de diseño de la edición responsabilidad de Mauriel Cooper, que acabaría siendo directora artística de MIT Press. Venturi y Scott Brown veían claro ya, que su posición debía de entroncar de alguna forma con el funcionalismo moderno, pero tratando de redefinirlo desde un punto de vista político y social. Para ello había que empezar por rediseñar su libro y hacerlo más funcional: nada de color, ni textos a triple espacio; formato de bolsillo y protagonismo absoluto de un texto editado para facilitar su lectura. Así planteaban su revisión del funcionalismo:
"Hay asuntos decisivos pendientes: la función en arquitectura. ¿Por quien, para quien y cuando se define? ¿Quién decide lo que es funcional o que funciones satisfacer? Estas preguntas, políticas en última instancia, sugieren que los intereses y valores sociales y comunitarios deben considerarse cuando los programas y las funciones de los edificios se discuten, especialmente cuando nos trasladamos desde un cliente cara a cara hacia usuarios desconocidos representados por estadísticas y por organismos o clientes institucionales". m
Cambridge, Ma; MIT Press, 1972
Ignacio Senra Fernández-Miranda,
Arquitecto. Doctorando del Departamento de Proyectos Arquitectónicos. Escuela Técnica Superior de Arquitectura. Universidad Politécnica de Madrid.
Persona de contacto; [email protected]
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