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MICHAEL BILLIG, Nacionalismo banal, traducción de Ricardo García, Capitán Swing, Madrid, 2014. 327 pp. ISBN 97884-942879-5-4.
En la final de la Copa del Rey de fútbol de este 2015, que tuvo lugar en Barcelona a finales de mayo entre el FC Barcelona y el Athletic Club de Bilbao, la Marcha Real, esto es, el actual Himno Nacional de España, fue recibida con una descomunal -"estratosférica", al decir de algún medio de comunicación- pitada. No era un hecho nuevo ni inesperado. En 2009 y en 2012 los mismos equipos se habían enfrentado en sendas finales de la misma competición (la primera vez en Valencia, la segunda en Madrid) y las marciales notas del himno (que una parte de los españoles, por cierto, sigue asociando al régimen del general Franco) fueron estruendosamente abroncadas en ambas ocasiones. Los sentimientos de muchos catalanes y de muchos vascos, como es bien sabido, no se conmueven positivamente con el despliegue de los símbolos del nacionalismo español, sino todo lo contrario. Sólo un marciano ignoraría esto.
Esta vez, sin embargo, la protesta estaba tan prevista y anunciada como instrumentalizada de antemano. Se vivía en un ambiente político muy tenso, con Artur Mas y los suyos en plena deriva soberanista; Rajoy, Wert y compañía haciendo alarde de un españolismo cerrado que, además de serles consustancial, se suponía que les daría réditos electorales en la España profunda; y un PNV que volvía a ser hegemónico en Euskadi tras las elecciones municipales y forales de la semana anterior, en las que Bildu, pese a cierto retroceso, había salvado los muebles. Y, en ese alterado ambiente, las manifestaciones de líderes políticos, periodistas formadores de opinión y omnipresentes tertulianos de variopinto pelaje caldearon aún más la enrarecida atmósfera. Las organizaciones independentistas catalanas repartieron silbatos e hicieron una intensa campaña pro-pitada. Desde "Madrid" (el nombre de la capital del reino sirve aquí para aludir tanto a los poderes centrales del Estado y a su clientela como al conjunto ombliguista de medios de comunicación que tienen su sede en la Villa y Corte o comen de ella) surgieron voces airadas que propusieron suspender el partido si el himno no se escuchaba con respeto (lo hizo, por ejemplo, Esperanza Aguirre ya más de dos meses antes del encuentro) o identificar...