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Abstract
Después de Hiroshima y Nagasaki, Polanyi advirtió que el libre mercado podía destruir la naturaleza y la especie humana. Las sociedades han combinado tres formas económicas básicas: redistribución, reciprocidad e intercambio. En la postguerra, el Estado de bienestar conjugó el mercado y la redistribución, y mejoró los niveles de vida. En los años ochenta se dio primacía absoluta al mercado con base en que procesa la información y asigna los recursos mejor que los humanos y que las instituciones deben operar como un mercado, que pasó a considerarse universal, eterno y omnisciente. Los resultados de dejar la solución de problemas creados por el mercado al libre funcionamiento de los mercados son trágicos: se aceleró la destrucción del mundo natural y la concentración de la riqueza, son incontables las muertes evitables y trágicas las pérdidas de bienestar. Hoy es más necesario crear un nuevo orden que requiere una libertad interior para la que nos ha preparado mal la sociedad de mercado.