¿Porqué vivimos? Por una antropología de los fines

Marc AUGE, ¿Porqué vivimos? Por una antropología de los fines. Editorial Gedisa, Barcelona, 2004, 188 páginas.

Esta pregunta ¿porqué vivimos? Ia formulan únicamente los occidentales, ya que frente al eclipse de las ideologías se ha propagado en el interior de las sociedades de Occidente el sentimiento de vacío y la urgencia de otorgar sentido a la propia existencia. Tal hecatombe del sentido advino hacia los setenta del siglo veinte y fueron justamente los etnólogos quienes comenzaron a advertir sus señales; es por ello que la antropología intima más que otras disciplinas con las ambivalencias contemporáneas. El texto que nos brinda Marc Augé1 consigna los peligros que acarrea la mundialización, pero a la vez nos enseña la proximidad esperanzadora de nuestros fines: el ejercicio de la solidaridad colectiva, la práctica del pensamiento y pesquisa del conocimiento.

Fundándose en pretéritas prácticas de campo en Jacqueville, el autor rememora que ciertos temas que percibía como prioritarios para sus interlocutores africanos de entonces, retornaron obstinadamente cuando se hallaba lejos de aquellas comarcas, debido a su carácter "universal". África le prodigó al antropólogo lecciones fundamentales que adquirieron la dimensión de auténticas teorías: teoría del espacio, teoría de la persona, teoría del acontecimiento y de la mediación. El libro que nos ofrece, está guiado por el afán de condensar los aspectos esenciales de tales teorías; entraña una suerte de repaso desde el momento presente, caracterizado por el exceso de sobrelugar y sobremodernidad, de un recorrido que abarca el ejercicio "clásico" de la disciplina, así como el hallazgo contemporáneo de nuevos lugares de observación. Auge admite que la teoría no alcanza, más aún mientras el negro continúe existiendo como un objeto de definición, que es justamente lo contrario de un interlocutor.

En el mundo que asistimos los contemporáneos la cuestión de la felicidad aparenta ser un lujo; la conciencia feliz de "uno mismo" atraviesa la doble condición de la relación con el tiempo y el vínculo con los otros. A menudo los sujetos se sienten inclinados a creer que el sentido que conceden a sus vidas radica en sí mismos, aunque saben que en una perspectiva ideal es la felicidad de todos la que instituye la condición necesaria de la felicidad de cada uno. Cobijados por la fortuna de habitar la...