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Hace 10 años, en el 2004, el Comité Nacional Húngaro del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) me invitó a reflexionar en tomo a la Carta de Venecia.1 Hoy, diversas dependencias del Instituto Nacional de Antropología e Historia, de México, son convocantes a escudriñar sobre lo que llaman "nuevos paradigmas de la conservación del patrimonio cultural".
En Venecia el fin era muy claro. Tener un nuevo ordenamiento internacional que diera sustento a las inquietudes de los historiadores y restauradores, italianos principalmente, para sustituir la Carta de Atenas de 1932. Todo ello encabezado por el gran maestro que era Roberto Pane, con el apoyo invaluable de Piero Gazzola y Raymond Lemaire, este último belga.
El congreso se integró en cuatro mesas de trabajo, correspondiéndome presidir la mesa 1, que trataría los aspectos relativos a "La Conservación y Restauración de los Monumentos y sus Aplicaciones". Actuó como relator Raymonde Lemaire y el documento fundamental fue la comunicación de Roberto Pane titulada Encuadramiento crítico de la restauración, que sirvió de base para iniciar la discusión que llevó a la redacción de la Carta de Venecia. El Presidente del Comité de Redacción era Piero Gazzola, Secretario General del Congreso. El texto inicial de la Carta fue dado a conocer como el documento No.l de los acuerdos y resoluciones del Congreso emanados de la mesa 1, tocándome firmar por México el texto final. O sea, La Carta de Venecia.2
Abriendo el abanico es claro que la conservación tiene nuevos paradigmas con temas que no aborda la Carta de Venecia, enfocada sólo a la conservación de los monumentos y Sitios. La conservación del Patrimonio Cultural es un tema muy basto. Va desde los valores intangibles, como son los mitos, las tradiciones y leyendas, hasta mías culturales y aspectos de la planeación regional y su relación con el medio ambiente y el equilibrio ecológico. La gastronomía y los parachicos son dos valores mexicanos declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad. Una verdadera Arca de Noé, contra una de las máximas habilidades del ser humano que es la constmcción de su hábitat y los símbolos que sus diferentes creencias han llegado a edificarles. Definamos pues en qué cancha vamos a jugar y con qué reglas vamos a dialogar. Si no, divagaremos en...