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San Juan, ciudad soñada. Edgardo Rodríguez Juliá. Prólogo de Antonio Skármeta. San Juan: Editorial Tal Cual/Madison, WI: University of Wisconsin Press, 2005. vi + 203 págs.
En "Ciudad letrada, ciudad caribeña (Apostillas al libro San Juan, ciudad soñada)" (Caribe, Vol. 7, No. 2, Winter 2004-05: 21-30) Edgardo Rodríguez Juliá nos revela el modo en que su libro se origina como reacción ante la siguiente afirmación de Eduardo Lalo en Los pies de San Juan: "San Juan no existe porque no posee aún palabras, porque su población no tiene aún su literatura. Una vasta comunidad no puede entenderse, no puede recurrir a sí misma para compender su vida, para estimarla, para catar su rencor, su frustración o su esperanza" (30). Explica Rodríguez Juliá que esa aseveración le parece tan tajante que le resulta dificil atribuírsela a la ignorancia o la autonegación; prefiere concebirla como "una llamada a la reflexión sobre nuestra ciudad." San Juan, ciudad soñada, entonces, se incia como reflexión en torno a la afirmación de Eduardo Lalo y se convierte, paulatinamente, en una contestación sin ánimo polémico (21).
Rodríguez Juliá señala que "La ciudad caribeña no contiene ese depósito historicista que contiene la ciudad europea; su anhelo de Historia siempre estará lastrado por la desmemoria de sociedades recientes, jóvenes, en todo caso en pleno desarrollo" ("Ciudad caribeña..." 23). Cita la novela de Felipe Alfau Locos (1936) en la cual, apunta Rodríguez Juliá, "Toledo aparece como una ciudad casi pétrea en su historicismo." Mientras que a Toledo, la ciudad europea por excelencia, su historia la vuelve irreal-"De tanto estar en la Historia se vuelve mito, de tanto estar en ese asentamiento se vuelve paisaje" (24), la ciudad latinoamericana, y sobre todo la caribeña, asediada no por la Historia sino por el desarrollismo, ha sido signada por "la provisionalidad, el cambio, la desmemoria": "Esa inestabilidad, esa provisionalidad, resultado del acecho del desrrollismo, es lo que he pretendido captar en San Juan, ciudad soñada" (25).
Más adelante añade que la ciudad "historicista" tiene no sólo esa "armonia de lo que ha conservado como imagen apreciada del pasado," sino también una "estructura subyacente y también evidente" (29). En contraste, la ciudad "metropolitana y desmemoriada" contiene "la amargura de lo que hemos perdido irremediablemente, o de aquello que, de...