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Palabras claves: exilio, literatura, periodismo, Elena Poniatowska, México.
Quizás porque hizo muchas (a Nicolás Guillen, a Gloria Trevi, a Fernand Braudel, a Lola Beltrán) y sabe que no siempre es fácil conseguirlas, Elena Poniatowska responde rápido mi primera solicitud de entrevista. «Con gusto la haremos», y pone fecha, hora y lugar. Debajo de la dirección indicada, escribe: «Es solo a unas cuadras de las librerías Gandhi y Fondo de Cultura Económica. Sobre una calle empedrada». Tengo la respuesta de Poniatowska unos días antes de llegar a Ciudad de México, pero ahora mientras escribo ya estoy aquí. La casa en la calle empedrada, ubicada en la colonia de Chimalistac, linda con una capilla, la de San Sebastián Mártir, aunque en esta ciudad cualquier casa linda con una parroquia, con la imagen de una virgen o con algún símbolo religioso más sincrético. He llegado temprano, media hora antes de la cita, así que decido entrar a la iglesia y esperar, después, en el parque que la rodea. Por fin voy hasta la casa y toco el timbre. Una voz del otro lado contesta, con cierta extrañeza, ¡¿Quién es?! y, mientras me digo para mis adentros esta no es la voz de Poniatowska , doy mi nombre y el del medio en que trabajo. Vengo a ver a la señora Elena Poniatowska , aclaro ingenuamente. Aguarde, por favor , responde la voz femenina. Unos instantes después, la puerta se abre y la mujer que me ha contestado me hace entrar. Se trata, esto lo sabré en unos segundos, de Martina, la señora que trabaja en casa de Elena, que me traerá un vaso de agua y en un instante me dirá que «ahora baja, no se siente muy bien hoy».
Atravieso el enorme jardín lleno de plantas y de flores junto a Martina y entramos en la casa. «Siéntese», me indica. Y yo hago caso. El sillón está rodeado de almohadones bordados -unos con flores, otros con pájaros, uno con la cara de Andrés Manuel López Obrador-. El amplio comedor brilla por sus cuadros, sus adornos y una extensa biblioteca.
Tomo unas fotos del living que, por supuesto, salen mal. Veo, entonces, a Elena bajando las escaleras. Está vestida de rosa. Un buzo rosa, un pantalón rosa,...