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En el ámbito colectivo, el aumento de la delincuencia en la Argentina existe como dato de la realidad y como dato emocional. En los años 90 la brecha entre ambos tendió a acentuarse, motivada en los valores culturales neoliberales, las reformas económicas y las apelaciones políticas de los funcionarios y dirigentes. El nuevo «enemigo» social es el delincuente, un sujeto híbrido y demonizado, aunque sin embargo no comete delitos a la manera «profesional» sino que tiene hábitos de cazador-recolector. Como telón de fondo, la grave corrupción que ha invadido los organismos y poderes oficiales no ayuda a encontrar soluciones basadas en la profundización de los derechos ciudadanos.
Palabras clave: violencia, delincuencia, sistema penal, Argentina.
En los últimos 20 anos en los países occidentales, y en Argentina en la década de los 90, se instala el fenómeno de la inseguridad personal, expresado en el aumento de los delitos violentos, y que aparece con la crisis del Estado de bienestar y en el marco de la aplicación de politicas económicas neoliberales. La presencia cotidiana de estos hechos abrió el debate sobre las políticas penales y sobre la capacidad del sistema penal de anular o reducir las conductas delictivas y resolver la inseguridad personal. La violencia delictiva no es ninguna novedad en la historia de la sociedad humana, pero en esta década aparece diferenciada de otras anteriores, en las que predominaba una violencia de signo político, que defimía dos bandos por momentos claramente identificados con el poder económico-político, por un lado, y los sectores subalternes por otro. Singularmente, aquella violencia política se manifestaba en Argentina en el marco de una sociedad menos desigual que ahora, y con una expansión firme del acceso a bienes primarios y secundarios de vastos sectores de la población, con bajos índices de desempleo, con aumento de la seguridad social, con muy buenos índices de educación y salud, planes de vivienda y desarrollo urbanístico relativamente extensos.
Es cierto que ese «Estado social» en Argentina era mucho menos de «bienestar» que el existente en los países desarrollados o posindustriales, pero de todas maneras visto 30 o 40 años después no deja de llamar la atención el grado de conflictividad político-social (tanto real como ideológico o simbólico) que contenía, a tal punto que frecuentemente...