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Primera aproximación
El grabado arroja, a través de las épocas, un inequívoco valor documental. Se inscriben en él desde los grandes acontecimientos sociales hasta las escenas de costumbres, pasando por las iconografías de protagonistas y de capítulos que contribuyen a construir una tradición histórica. El grabado es el tiempo de Rembrandt, de Goya, de Daumier, en lo que asocia y desarrolla escenarios y un cierto orden social. Es un instrumento para registrar, pero también -y por encima del testimonio en sí- medio para potenciar y difundir, como pocos, un quantum alegórico preciso. En él se concilian energías y determinismos técnicos que hacen que la estampa: ese resultado final, eclosione en los significados y direcciones expresivas buscadas. Caudaloso, potente, secreto, su original ligazón a la imprenta lo tornan doblemente fascinante.
Fue Van Gogh quien confesó: La imprenta siempre ha sido para mí un milagro, milagro parecido al grano de trigo que se vuelve espiga. Milagro de todos los días y por eso más grande aún: se siembra un solo dibujo y se cosechan muchísimos. Por ello, ¿qué hubiera sido del conocimiento de la historia de Francia sin las xilografías de Delacroix, de Chasserian, de Guys, de Papillon? ¿Los Países Bajos habrían registrado una tradición similar sin los grabados de Rubens, de Brueghel el Viejo, de Holbein? ¿En qué medida las Escrituras habrían menguado sus resonancias bíblicas sin las imágenes claroscuristas de Durero, Altdorfer, Doré, Cranach, Breu el Joven? El grabado, cada grabado, sintetiza toda una temperatura epocal; pero más allá de los estímulos de creación, de los condicionamientos temáticos, representa un sintagma en el que los signos articulan y definen situaciones, representaciones, módulos de comportamiento, estilos. Por ello, el grabado define épocas; construye diálogos implícitos; deja fluir asociaciones que van mucho más allá de las temporalidades de los hechos.
Documento del hombre artista para el hombre del resto del universo, sus imágenes dejan las huellas precisas, las escrituras y los vínculos que hacen a una estética de la existencia misma. Por ello, quizá, es una de las primeras artes del pueblo: registra sus acontecimientos, inscribe a los protagonistas, ilustra las gestas y el canto de sus poetas, con la gracia y la intensidad de un vuelo de ave: que sube y sube a los más...