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Las mujeres también se han convertido en trabajólicas, un mal que aqueja a más personas en el mundo.
Las mujeres también están cayendo en una de las adicciones impuesta por la vida moderna y sus exigencias. Ellas, al igual que los hombres, se han convertido en trabajólicas.
Y esta es una adicción que, a nivel mundial, parece haberse apoderado de uno de cada cinco hombres y mujeres en edad laboral. Estas personas ven afectadas no solo su salud sino, además, sus relaciones personales y afectivas, su estabilidad emocional y el mismo papel que deberían estar cumpliendo en la sociedad. Por culpa del trabajo, descuidan otras obligaciones tan o más importantes para su futuro que el mismo desempeño laboral al que se entregan con tantísima dedicación.
Pero, detrás de esa entrega, surgen incontables riesgos. Y dos de ellos son en primera línea: la adicción al trabajo es fuente de una inmensa tensión que la convierte en factor detonante de un infarto y, en las mujeres especialmente, de un accidente cerebrovascular. El segundo riesgo indirectamente lleva también al infarto: no son pocos los que, como consecuencia del estrés, desfogan sus tensiones comiendo. Por supuesto, comen lo que primero les cae bajo la mano que por lo general es comida 'chatarra'. Llena de grasas y de calorías, y vacía de nutrientes. Con el resultado de una ganancia de peso que lleva, si se descuida, a la obesidad.
Definir al trabajólico no es asunto sencillo. Se puede simplificar diciendo que es la persona que se deja atrapar casi sin retorno por el trabajo.
Como toda adicción, ésta también acapara todas las energías de la persona y, muy pronto, se convierte en una obsesión.
Así, reconocer en una oficina a quien es adicto al trabajo no es complicado. Es el...