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El psicólogo húngaro, Mihaly Csikszentmihaly, destacado por sus estudios sobre la felicidad y la teoría de flujo, afirma: "La felicidad no es algo que sucede". Sobre eso, podemos inferir que la felicidad se construye. La felicidad empieza con la decisión de ser feliz y se edifica paso a paso.
La felicidad no se fundamenta en la esperanza de recibir lo que depende de otros: de que me nombren en el cargo deseado o de que me aumenten mi salario, o la esperanza de que no llueva, o la esperanza en el más allá. Esos son deseos que no dependen de nosotros.
¿Ser feliz es, entonces, tener lo que se desea?
No, porque el deseo es carencia, y en cuanto un deseo es satisfecho, ya no hay carencia y no hay deseo. Satisfacer un deseo produce placer, y el placer es efímero, es instantáneo, y conduce al hastío, o a la espera de que nuevamente aparezca el deseo.
Por tanto, ¿Dónde está la felicidad?
En el presente. Creada cada día, principalmente en el trabajo y el amor, los dos grandes pilares de la felicidad.
Según la encuesta de Vásquez Kennedy "¿Me hace Feliz mi trabajo?", realizada con gerentes (septiembre - octubre de 2016), el principal bienestar y disfrute del trabajo proviene del gozo intrínseco de la labor que se realiza a diario.
El poderse dedicar a hacer lo que hace, el gusto que deriva por la labor que desempeña a diario, y el sentimiento de que lo que hace "vale la pena", es lo que provee directamente el mayor sentimiento de bienestar y felicidad con el trabajo.
Csikszentmihaly bautiza ese sentimiento como estado de flujo. Lo sienten quienes ponen en juego unas habilidades que son apropiadas para unas metas por resolver y que son retadas por ellas. Sus extensos estudios científicos...