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FELIPE MOTOA FRANCO- EL TIEMPO @felipemotoa
—Veo oscuro, como unos humitos—, se lamenta Marcos Miguel Bautista, un campesino de 77 años cuya piel ha sido quemada por el sol. —¿Ha usado gafas? -quiere saber Leidy Ortega, la optómetra y voluntaria que viajó desde Bogotá hasta el polvoriento corregimiento de Cuenca, municipio de San Marcos, Sucre-. —Muy poco, no tengo con qué comprarlas. —¿Y lo han operado de los ojos? —Sí, de cataratas -revela el viejo, quien viste una sudadera, camisa por fuera y sandalias. Sus pies, de color café, se ven anchos y zanjados por el paso de la vida-. La especialista le acomoda unas gafas propias para medir el nivel de miopía que padece, pues no solo la aquejan las cataratas. Uno tras otro, le cambia los lentes hasta que el labriego indica con cuál se le mejora la vista. Luego van a un escritorio, y ella le ofrece varias monturas. Tras escoger la que más le gusta, anota la fórmula: en pocos días le llegarán a su...