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k Álvaro A. Cuéllar k Editor Portafolio.co Todo comenzó en 1949, cuando en Bavaria se propusieron hacer una bebida alimenticia y saludable para los jóvenes. El resultado llegó a las estanterías bogotanas cuatro años después, más exactamente el 26 de junio de 1953, cuando Pony Malta debutó en el mercado colombiano en una botella de color marrón de 166 centímetros cúbicos. En ese entonces, la primera producción de Pony Malta se realizó en la primera fábrica de Bavaria en su historia, en la cervecería de la calle 28 en Bogotá, con un volumen de 410 hectolitros para atender al mercado bogotano. Hoy, la producción anual de la Pony se acerca a los dos millones de hectolitros y ya traspasó las fronteras colombianas. "La marca también es producida en África. En otros países de América Latina, como Ecuador, también se consume Pony Malta. En España también mucha gente la toma porque le gusta y, además, hay muchos latinoamericanos y colombianos que quieren este sabor de su tierra", afirma Fernando Jaramillo, vicepresidente de asuntos corporativos de Bavaria. Aunque la fórmula secreta del sabor de Pony Malta se ha mantenido durante estos 60 años, en la década de los 70 hubo varios intentos -poco exitosos- por expandir su sabor a otro tipo de refrescos. Fue así como los colombianos de la época encontraron en las tiendas de su barrio productos como Pony Café, Agua Mineral Pony o los refrescos Pony con sabores como Champaña, Tutti Fruti y Mandarina. "Fueron ensayos interesantes de mercadeo para ofrecerles a los consumidores variedad en el sabor de Pony Malta", afirma Jaramillo. Lo que sí ha variado en estos 60 años es las presentaciones de Pony Malta. De la botella marrón se pasó a envases impresos por pirograbado en las que sobre la superficie del vidrio apareció en relieve la imagen del caballito que sigue vigente. Hoy, la Pony también se toma en lata y envases PET; incluso hay una presentación familiar de 1,5 litros con la que la marca busca penetrar con mayor fuerza en los hogares del país. En sus 60 años Pony Malta ha logrado crear un vínculo con sus consumidores. Sin importar si son amantes o no de la bebida, la gran mayoría de los colombianos tiene una anécdota relacionada con la bebida. A Jaramillo, por ejemplo, el olor de una Pony recién destapada le recuerda la tienda de su barrio después de los partidos de banquitas que jugaba con sus amigos. 2